El mensajero de Gaia.

El décimo de dragones.

Sin lugar donde esconderse.  

Yurik se sentó en los escalones de aquella galería a pensar, después de todo nada más tenía que hacer, miró a su alrededor como midiendo el terreno y preguntándose qué era lo que sucedería por la mañana, aunque tenía la remota esperanza de que los dragones no lo buscarían, el temor ante la batalla que se avecinaba lo desanimaba de esa idea, admiró el amanecer en aquella campiña pensando en que tal vez sería el último y que su destino quedaría truncado ese día, revisó una vez más sus bolsillos haciendo un inventario de todas sus pertenencias y dijo.

 

  -¡Diablos no!

 

Y se levantó resuelto a buscar algo para desayunar, encontró algunas sandías redondas y mientras comía continuaba hablando en voz alta con él mismo.

 

  -¿Cuántos dragones serán? ¡Los que sean! Si son más de 5 no creo poder derrotarlos, ya le gané a varios y no creo que crean que soy un enemigo fácil, esta vez vendrán con todo y para mí se acabaron las casualidades y ni siquiera tengo una idea de la estrategia que deberé de usar para salir avante de este desafío, las galerías se ven muy bien construidas  y me pueden servir de trincheras, aunque destruyeran algunas son muchas y podría irme moviendo como de trinchera en trinchera, pero si hago eso todos los trabajos de arte de las ninfas quedarían también destruidos y yo no puedo hacerle eso a esta gente que ni me conoce, y nada tiene que ver con mis problemas, tenía razón Onél al no querer dejarme pasar, pero como siempre no hago caso de lo que me dicen los demás y ahora no sé qué hacer; ¡Diablos! Tendré que buscar otro sitio al descubierto para esperar a los dragones, porque esta es una batalla que tendré que librar, los dragones fueron diseñados para cazar a los humanos y yo soy un humano en su territorio, me buscarán hasta por debajo de las piedras y pondré en peligro cada sitio a donde vaya; Así que no hay lugar para esconderse; ¡No! Este problema yo me lo busqué y es ahora o nunca, si ese Daro’s con su ejército de dragones de colores trae algo conmigo o los de mi raza, pues hoy queda resuelto ese problema en dado caso si su ejército es muy grande retaré a su líder a un duelo a muerte, como le hacían los antiguos apaches americanos, así si se muere él o muero yo no destruiremos este hermoso lugar con nuestra guerra.

 

  -¡CUATROO VIEENTOSS! 

 

Gritó para llamar a su caballo y se movió de ahí buscando alejarse de las galerías para poner a salvo las pinturas de las ninfas, corriendo hacia el lado contrario de donde sabía que había llegado y después de una hora de galopar sin apartarse mucho del lago se dirigió a la orilla para darle de beber y pensó.

 

  -Este me parece un mejor sitio para morir.

 

En eso escuchó un sonido en el cielo y el acontecimiento tan temido comenzaba.

 

  -¡Diablos! Una firma sónica en el cielo, debe de ser un explorador, pues ni modo, lo primero es alejar de aquí a 4 Vientos.
 

 

Se acomodó la cinta de su pelo y apeándose le dio una palmada indicándole que se alejara, mandato al que el caballo hizo caso omiso haciendo un reparo para protestar.

 

  -¡Tienes que irte amigo!

 

Le dijo y el animal siguió ahí dando vueltas alrededor de él y empujándolo con su cabeza como invitándolo a montarlo dando claras muestras de que no deseaba dejarlo solo en aquella batalla que se avecinaba y sorprendido recordó en ese momento las palabras de la chica Lunar.

 

  <<No librarás sólo esta batalla caballero del viento, recuerda que llevas los buenos deseos de los humanos y de los firianos que no quieren que te nada te suceda. >>

 

  -¡Diablos, B’eila tenía razón!

 

Pensaba en eso cuando un relincho de advertencia lo puso sobre aviso de algo que se aproximaba por el lado de las aguas del lago, algo que volaba a unos cuantos metros de la superficie se acercaba levantando una gran estela de agua a su paso, entonces sacó la espada de su funda y a pie firme gritó:

 

  -¡EN EL NOMBRE DEL PADREEEEE, DEL HIJOOOO Y DEL ESPIRITU SAAANTOOOO!

 

Activando una vez más los poderes de su espada.

 

El dragón se elevó un poco pasando muy cerca de ellos tirándolos al suelo con la fuerza del túnel de viento que dejaba a su paso por los cielos y se alejó con rumbo al Norte. 
 

 

  -¡Diablos! Si era un explorador y por lo visto ya me encontró, estoy seguro que va a informar de nuestra posición a su ejército, es hora de movernos querido amigo.

 

Le dijo a su caballo y lo montó para moverse tratando de despistar a los dragones cambiando de ubicación, galopó durante unos minutos y otro estruendo lo obligó a detenerse, al hurgar en el cielo descubrió la firma de humo y fuego de varios bólidos que se dirigían a él a toda velocidad.




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