El mensajero de Gaia.

La evolución del terror.

Cansado y hambriento después de tres horas de alegre galopar montado en 4 Vientos regresó a las galerías de arte dispuesto a descansar largo y tendido pero su estómago le indicaba que tenía algo más importante que hacer antes de tirarse a la sombra a dormir, se dirigió a los mángales y después de cortar más de una docena de sus frutos, arrellanado en el quicio de la puerta de la misma galería se dispuso a comer mientras observaba a un par de ardillas voladoras pasarse de árbol en árbol como si fueran changos, remembraba lo sucedido ese día, recuerdos que llegaban a su mente en ese momento le daban la sensación de estar viviendo algo ya vivido.

 

  -¡Diablos¡ ¿Por qué me siento así y a que se debe esta angustia que oprime mi pecho, es algo así como un miedo a lo desconocido que oprime mis pulmones; ¡Como si aún existiera en este mundo algo que pudiera causarme miedo o sorprenderme! He visto hadas, dragones, ángeles, sirenas y tritones, yo creo que si existe algo más ya es inimaginable, aunque, pensándolo bien, si sigo la cadena de monstruosidades que se le han ocurrido a los humanos a través de la historia podría recordar algo que aún no he visto, a ver… Todo mundo me habló de Daro’s y sus dragones, desde que llegué a Fíria pendía sobre mi cabeza esa constante amenaza, ahora que el peligro ha pasado me pregunto si tendré que enfrentarme a enemigos más peligrosos, a ver, si dicen que Fíria es el mundo de las historias olvidadas de la mitología antigua; ¿Qué criaturas fantásticas creadas por la imaginación humana no he visto?

 

Hizo una pausa en sus cavilaciones mientras hacía donas con su cigarrillo número 12 quedándole ya tan solo 8 en la cajetilla, cuando entre las penumbras de sus olvidos surgió la imagen de un ente diabólico increíble y fascinante, el vampiro humano, el príncipe de la noche, la imagen del Conde Drácula lo hizo recordar toda una serie de entes mitológicos al estilo transilvano que lo obligó a persignarse como un acto reflejo de protección y se quedó dormido a los pocos minutos, pidiéndole a su dios que en ese mundo no existieran ese tipo de enemigos, no alcanzó a dormir mucho ya que una furtiva presencia que lo acechaba activó sus optimizadas habilidades perceptivas y ahí, aún recostado, con movimientos lentos y pausados empuñó la cacha de su espada y sin activarla de un rápido movimiento se desplazó a ensartarla cerca de lo que le pareció la cabeza de aquella criatura que sigilosamente pretendía arrastrarse hacia las aguas del lago.

 

  -¿Quién eres y por qué huyes?

 

Preguntó y aquella criatura reptante se quedó inmóvil en el claroscuro crepuscular de aquél atardecer, la blanca piel de un bello cuerpo de mujer brilló mientras con lentos movimientos se incorporaba, Yurik mantenía empuñado el mango de su hacha que aún fijaba a su cintura mientras admiraba sorprendido la larga y negra cabellera que caía tratando de cubrir un par de turgentes y firmes senos femeninos, distraído y mudo se quedó hasta que escuchó la cristalina y nerviosa risita de una sirena que al saludarlo lo hizo desviar su mirada hasta que fue interceptada por la intensidad de un par de hermosos ojos verdes que pretendían llamar su atención.

 

  -¡Oh, perdón señorita! –dijo algo nervioso. -La confundí con un enemigo, o mejor dicho, con un monstruo mitológico. 
 

Y después de unos segundos entre silencios y miradas de asombro, al fin la sirena dijo con un gracioso mohín de disgusto:

 

  -Sé que las sirenas nunca seremos tan lindas y perfectas como las mujeres, pero sé también que no somos consideradas monstruos en la Tierra.

 

  -¡Ya le dije que la confundí! Y le repito; ¡Mil perdones por eso! Pero en este mundo desde que llegué las cosas que he visto y los seres que he conocido me mantienen con los pelos de punta. –dijo tratando de justificar sus palabras y su nerviosismo.

 

  -Mi nombre es Eterna y vivo en La Cascada de los Deseos. 

 

Dice la sirena sonriendo mientras seguía mirando nervioso y asombrado los contornos de su cola de pez.

 

  -Y soy una sirena.

 

  -Si claro, de eso ya me di perfecta cuenta, tienes la silueta linda y estilizada que cualquier mujer de mi mundo quisiera tener pero eres una sirena, aunque eso no te resta belleza, al contrario, los tenues brillos que refleja la piel por debajo de tu cintura acentúan la exquisitez de tus líneas haciendo que esa cola de pez parezca un disfraz que en cualquier momento se pudiera quitar.

 

  -¿De veras te parezco tan hermosa como lo son las mujeres de tu mundo? Mira que es un verdadero halago que un ser supremo como tú le diga eso a una humilde sirena como yo.
 

Dice la sirena haciendo un mohín caprichoso que terminó en angelical sonrisa, mientras nubes negras cubrían el cielo firiano anunciando una tormenta, Yurik tomó la espada y la levantó para devolverla a la funda en su espalda cuando Eterna con asombro dijo:

   

  -¡Entonces es cierto que tú eres el legítimo poseedor de La Espada del Destino! El tesoro más preciado y codiciado de los firianos.

 




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