Él... mi verdadero amor

*Capítulo tres: "No soy ningún minion"

Ángel arribó a la universidad más temprano de lo usual, ya que en sus planes no estaba pasar el día entero allí, pero tampoco en casa, donde su hermana menor no dejaba de atormentarlo con las posibles contestaciones que recibiría por parte de su amor.

La respuesta que anhelaba escuchar llegaría ese día, el 29 de febrero a las 3:00 p. m. y por ningún motivo se permitiría llegar impuntual a su cita más añorada. Tal vez un minuto podía hacer la diferencia entre una respuesta positiva o negativa y él no se arriesgaría a jugar contra el reloj.

Vestido con una camisa a cuadros y unos pantalones jean, paseó por todas las instalaciones de la Universidad, terminando de hacer el papeleo para el inicio de su nuevo ciclo académico. Él pensaba que usaba ropa de acuerdo a la ocasión, pero a cada paso que daba, sentía las miradas de las personas posarse sobre él. No entendía por qué lo veían como un bicho raro, aunque eso dejó de preocuparlo después de unos minutos. No tenía tiempo para idiotas subnormales.

—Así que viniste hoy, minion —preguntó una voz que lo enojaba con la raza humana. La voz que más intriga le causaba. Odiaba a Antonio, pero amaba su voz. Una voz que le recordaba la paz que sintió la noche que estuvo internado en una clínica a causa de un asalto, que le concedió la oportunidad de conocer a Lissete—, pensé que estarías en casa, llorando como un bebé mientras esperabas la respuesta de Liss —Ángel, muy en contra de sus pensamientos, volvió la mirada a la derecha y avizoró a Antonio.

Su enemigo, aquel día, lucía muy distinto a lo habitual. Se veía más vivaz, alegre y risueño. Ya no estaba tan deprimido como las semanas anteriores.

Ángel interpretó su manera de actuar como un acto de notable superioridad.

—"Acaso te crees tan seguro de que Liss te aceptara a ti" —pensó con la sangre burbujeando.

—No soy ningún minion —Antonio luchó por reprimir la risita que se dibujaba en sus labios cuando lo vio a cuerpo completo, pero le fue imposible borrar tan molesto gesto de su rostro.

Sin medir las consecuencias, Antonio se echó a reír hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas. Las pocas personas que pasaban por allí lo miraran con extrañeza, parecía un loco en medio de un delirio psicópata. El joven no podía dejar de reírse, aunque lo intentaba, sus cuerdas vocales le jugaban una mala pasada.

—¡Ya basta! —Ángel lo odió con todas las fuerzas de su alma— ¡Deja de burlarte de mí, estúpido! —se encontraba furioso y en cualquier momento exploraría producto de la frustración. Ya estaba harto del idiota de Antonio y se vengaría de su afrenta utilizando tácticas macabras.

—Lo siento —su disculpa sonó sincera a pesar de que era empañada por los estragos de su risa—. Es solo que al verte e imaginar que has estado paseando así por toda la Universidad, me da risa —Ángel frunció el ceño y comprendió a que se refería Antonio cuando señaló su camisa.

Bajó la vista para inspeccionar su vestimenta y encontrar el imperfecto. Para su mala suerte, rápidamente halló el motivo de las constates burlas, que lo había convertido en víctima de todas las habladurías. Se había abotonado mal camisa, dejando un espacio por el cual se veía parte de su pecho.

Ángel se sonrojó de inmediato y poniéndose de espaldas se aventuró a la tarea de abrochar correctamente los botones.

Una vez concluida la labor, volvió a darle la cara a su enemigo mortal.

—Eres bastante tonto, minion. Al menos no tienes el cierre del pantalón abierto —comentó inspeccionando con cautela los lentos movimientos de sus manos, hervía de cólera, y su expresión corporal lo delataba —, así pretendes ser el novio de Liss, creo que te falta madurar para tener a una mujer de su clase como novia —los malos chistes de Antonio hacia su madures, mortificaban al pequeño Ángel, que al final del día se convertiría en un temerario demonio.

Ángel le sostuvo la mirada y Antonio elevó el mentón como un luchador que pretende ganar una batalla. Nada intimidado por la actitud desafiante de su contrincante angelical.

A medida que Antonio más sonreía, las defensas de Ángel se derrumbaban igual que un castillo de arena golpeado por las implacables olas del mar en plano verano. Él tenía el poder de encenderlo y apagarlo con la misma premura, y para su dolor, Ángel no comprendía la razón de su descontrol.

—Creo que te circula mal la sangre, avatar —parecía un niño enojado. Una tsundere peleando con su futuro esposo. Ángel era muy cómico en ese aspecto de su carácter, tal vez por eso Liss, a pesar de no gustarle estar rodeada de tantos chicos, lo había incluido en su reducido círculo social de amistadas humanas—. Yo no sé qué estés planeando, pero conseguiré el amor de Liss —su orgullo soberano provocaba que Antonio quisiera sacarlo de sus casillas para admirar lo peor de él—. Ella será mi novia y tu tendrás que conformarte con seguir siendo su mejor amigo —sentenció con un chillido metálico—.  Adiós, tengo que ir a ver a mi futura novia a su casa.

—No te creas vencedor, aún no empieza el verdadero juego, minion. Ten en cuenta que yo no me doy por vencido con tanta facilidad. Yo conseguiré el corazón de la persona que amo cueste lo que me cueste —Antonio lo atisbó por última vez, levantó la mano y se despidió con la idea de ir a la casa de Liss.

Necesitaba llegar a ella antes de que el «Minion» se adelantara. Necesitaba conseguir lo que deseaba con pasión desde hace mucho.



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En el texto hay: comedia humor, amigos y amor, fujoshi

Editado: 02.08.2021

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