Al ver que alguien más estaba en este lugar, me asusté y por mi falta de confianza me quedé escondida entre dos rocas. Aquel chico estaba sentado de espaldas, a lo que de inmediato pensé que quizás no notaría mi presencia si me mantenía quieta, y pese a no poder ver bien su rostro, de todos modos, me dediqué a observarlo. Mientras hacía esto, me preguntaba a mí misma, “¿Qué carajos estoy haciendo?”, parezco una acosadora que lo está asechando en las sombras, aparte, no pareciera que fuera hacer algo. Di media vuelta decidiendo marcharme del lugar sin hacer demasiado ruido, en eso, mis ojos se desviaron hacia mi derecha y quedé maravillada de como el sol iluminaba el tan basto mar, ahí comprendí porque estaba él aquí y el motivo por el cual yo había venido hasta acá, era realmente hermoso el paisaje en esta parte de la playa, no solo podías ver el horizonte, sino también escuchar el canto de las aves junto al sonido de las olas golpear las rocas, era simple y sencillamente maravilloso. Me acerqué más a la orilla de las rocas quedándome de pie mirando a lo más profundo del mar, el viento golpeaba mi cara y mi cabello se dejaba levantar con suma facilidad, es como si intencionalmente, formé un amor incondicional por este momento. Cerré mis ojos para dedicarme a sentir la brisa del mar, este envolvía todo mi cuerpo suavemente, la sensación era indescriptible, solo pude reaccionar dibujando una sonrisa en mi rostro.
No sé por cuanto tiempo me perdí en mí misma, estaba claro que la noción del tiempo se me había ido de las manos, cuando abrí mis ojos, lo primero que hice sin saber el porqué de mi actuar, fue mirar hacia la dirección donde estaba sentado aquel chico, ahí me di cuenta que estaba observándome. Me llené inmediatamente de vergüenza y solo me agaché tapándome la cara, él se echó a reír nada más ver mi reacción y eso me molestó un poco, pero por más que me molestara no podía decir ni hacer nada, la vergüenza me estaba dominando. Él continuaba en su risa y de verdad ya no podía aguantarlo más, levanté mi mirada y estando roja como un tomate le grité.
–¡¡¿Qué te parece tan gracioso?!! ¡¡Deja de reírte de una buena vez!!
–¡Tranquila! – Intenta parar de reírse –Solo me pareció gracioso ver que después de estar tan ida en tu mundo, te alteras con tan solo verme.
–¡Es todo culpa tuya sin duda, me estabas viendo muy fijamente!
–¿Mi culpa?, pero si tú estabas espiándome desde que llegaste.
–“Mierda, después de todo si se dio cuenta”– Pensé mientras desviaba mi mirada lentamente.
–¿Por qué no dices nada?
–¡¡Ese no es tu problema!!
En eso se levantó de donde estaba para acercarse, se acercó tanto que estaba a solo un paso de mí, por un momento pensé que me llegaría hacer algo, pero al siguiente movimiento en contra de lo que pensaba, se sentó a mi lado con demasiada confianza. Me sorprendió un poco su atrevimiento, pero por algún motivo no me molestó. Giré la mirada hacia donde él y me di cuenta de sus rasgos faciales, su cabello era negro lacio y sus ojos grises combinaban con su pálida piel blanca de manera perfecta, su cuerpo no era ni muy grueso ni muy delgado y pese a estar sentado se notaba que era una persona alta.
Después de contemplarlo, me senté normalmente y enseguida me comenzó a inquietar una cosa, sus ojos grises, esa mirada tan perdida, en la que abundan emociones vacías y fingidas, siento que ya lo había visto en algún lugar, no obstante, no consigo recordar donde fue que lo vi, era muy frustrante.
–¿Ya estas más calmada?, te alteraste bastante.
–Si– Caí en cuenta –Ahora que lo dices tienes razón, es la primera vez en mucho tiempo que me altero tanto.
–Comprendo… por cierto, ¿Que hacías observándome?
–Cuando subí te vi allí sentado, no estoy acostumbrada a hablar con desconocidos, así que por prevención e impulso me mantuve observándote detrás de esas rocas. Bueno no importa, más importante aún, ¿Cómo te disté cuenta que estaba escondida?, por el sonido de las olas era imposible que me escucharas y más encima tú que estabas cerca de la orilla.
–Pues no tiene mucho misterio, por más fuerte que golpee la marea en las rocas, si haces demasiado ruido al subir cualquiera te escucharía. Solo decidí no darte importancia y continuar mirando la hermosa vista que me entregaba la playa.
–Duele saber que solo me estabas ignorando, me siento estúpida.
–Ya que, no es como si exista una cura para eso.
–“Lo peor es lo franco que eres” – Pensé ya estando un poco irritada por sus comentarios.
–Por cierto, supongo que te diste cuenta… la montaña rusa de sentimientos que te hace sentir esta parte de la playa, es indescriptible.
–Oh…– Sonreí –Tienes mucha razón, es como si lo olvidaras todo y por un instante sientes que no quieres volver a la triste realidad del día a día.
–Veo que también sientes lo mismo… ¿Sabes?, antes de que llegaras, pensaba en lo corto que son los momentos felices a lo largo de nuestra vida, ¿Tú crees... que exista algún lugar en el mundo donde puedas ser feliz por el resto de tu vida?
–Huumm… si ese lugar existiera todos quisiéramos estar allí, ¿No lo crees? – Desvío mi mirada hacia el hermoso horizonte –No creo que exista tal lugar, sin embargo, pienso que de los pequeños momentos donde te sientes feliz y sonríes disfrutando el estar vivo, tal vez esos pequeños momentos son los que hacen que valga la pena vivir.
–Supongo que hay algo de verdad en lo que dices, aún así, vivir este infierno por unos cuantos momentos felices… no se si valga la pena.
No hablamos mucho después de eso, nos quedamos mudos mirando el cielo dejando que el viento golpee suavemente nuestros rostros. Después de unos minutos empecé a cuestionarme, "¿No me estoy olvidando de algo?", hasta que miré mi reloj y me di cuenta de que era tarde, aparte había olvidado mi celular en la habitación por lo que Alice no tiene como comunicarse conmigo, y por lo tarde que es cabe la posibilidad de que ya se haya despertado.