Pasaron 3 semanas y ella no se rendía, continuaba tocando mi puerta con cada excusa más ridícula que la anterior, eran tipo, “Si sales podremos jugar juntos”, “Tu mama me pidió que te venga a ver, sal”, “Hice pastel, ¿No quieres salir?”, “Tengo algo muy interesante, ¿No quieres verlo?”, no entendía por qué una chica como ella que ha de tener muchos amigos querría intentar ser amigo de alguien como yo, literalmente me la paso ignorándola todo el tiempo, pero ella no se rinde.
Un día a las 7 de la noche salí de mi cuarto por un vaso de agua, al abrir la puerta ahí estaba ella delante de mí, sentada con su cabeza tocando sus rodillas recogidas, pensé en cerrar la puerta, pero ya me había cansado de huir, por lo que me senté a su lado para poder salirme de dudas sobre sus verdaderas intenciones.
–¿Estás despierta?
–Si… ¿Ya quieres ser mi amigo?
–¿Por qué? – Suspiré –¿Por qué aun sigues intentándolo?
–Me siento sola…
–……
–En el momento en que nos vimos por primera vez, vi en tus ojos la misma soledad que siento yo, unos ojos que se cansaron de intentarlo y que ahora solo intenta ser fuerte, me sentí muy identificada.
–¿Te sientes identificada conmigo?
–Sí– Sonríe –Sentí una conexión de alguna forma, ¿Sabes?... me cuesta mucho hacer amigos, en algún punto termino lastimando o termino teniendo una actitud desagradable para muchos, por lo que siempre me dejan de hablar… por un momento pensé que era cosa de acostumbrarme, pero en verdad odio sentirme así– Se quiebra su voz –¡¡Estoy harta!! odio sentirme sola.
Al final sus sentimientos se alteraron ocasionando que lagrimas suyas cayeran al piso. Me sentí de cierta manera culpable, no quise escucharla y me centré solo en mí, me di cuenta de sus motivos y sus sentimientos, aun así, no sabía qué hacer para calmarla.
–¿Tu realmente piensas que podemos ser amigos?
Me regresó a mirar, pero inmediatamente agachó la mirada tartamudeando un “Si”. Sentía que sería una molestia, pero si los padres de ella llegaran y la vieran llorando dejaría una mala imagen, por lo que después de un suspiro enorme decidí intentarlo.
–Entonces no llores, a partir de ahora somos amigos.
En ese instante se lanzó hacia mi abrazándome fuertemente, había olvidado lo cálido que se sentía que alguien más te abrazara. Ella lloraba de alegría agradeciéndome a cada instante, me comencé a sentir muy raro por lo que hice que se sentara y se secara las lágrimas, al cabo de unos minutos tocaron la puerta, eran los padres de Evans, como siempre agradecieron a mi mamá por su cuidado, pero esta vez antes de irse ella volvió corriendo a donde mi para darme un beso en la mejilla.
–¡Nos vemos mañana amigo! – Lo dijo con una sonrisa en su rostro.
Salió de inmediato por la puerta dejando a los padres de ella y a mi madre asombrados, mientras que yo solo me ponía rojo de la vergüenza. Ni bien se fueron mi madre me comenzó a molestar diciendo, “¿Ya se llevan bien?, ¿Cuándo comenzaron hablar?, ¿Qué fue ese besito que te dio?”, me estaba abrumando con preguntas cuando ni siquiera yo podía recuperarme por la impresión que me dejó.
–¡¡Solo déjame en paz!! – Lo dije alterado y con la cara roja.
Enseguida me fui a encerrar a mi habitación para que me deje de preguntar cosas. Ya estando en mi cuarto me acosté mirando el techo, aunque intentara calmarme, tenía un sentimiento que me hacía acelerar el corazón, me sentía avergonzado, incomodo, inquieto, pero me sentía bien, era una mezcla rara que no pensé que llegaría a sentir.
A la mañana siguiente, después de mis clases privadas me fui a caminar como de costumbre al campo de girasoles, esta vez me adentré un poco más en el terreno y a lo lejos vi lo que parecía ser un gran árbol, por curiosidad decidí caminar hasta allí, mientras más cerca me encontraba, más podía ver lo enorme que era el árbol, daba una gran sombra alrededor junto con una brisa indescriptible, era fenomenal, me quedé un rato antes de regresar a casa, ya que estaba aquí lo mínimo que podía hacer era disfrutar de este momento tan maravilloso, me senté muy cerca del árbol, el ambiente era tan agradable que me dormí antes de que me diera cuenta.
–¿Ah?... ¿Dónde estoy?, todo es muy oscuro.
Caminé pese a no poder ver nada, avancé hasta que choqué con lo que parecía ser una puerta, identifiqué por tacto el seguro y al abrirla me encontré a Tío teniendo sexo con una marioneta de mi persona.
–No… otra vez no– Lo dije con mis labios temblorosos.
Retrocedí por instinto y quise salir de esa habitación, pero la puerta se cerró y se quedó estancada, no se habría por más fuerza que le aplicara, regresé a ver atrás mío y Tío se comenzaba a acercar hacia mí.
–¡¡Alguien por favor sáqueme de aquí!!, no quiero vivir esto de nuevo, ¡¡Ayuda!!
Desperté muy asustado, temblaba y las lágrimas casi no las podía contener, intentaba calmarme, respirar y pensar que solo fue un sueño, que nada fue real. Todo esto solo me hizo acordar de que aún falta que venga una vez más, tenía mis dudas si cuando pase todo esto seré capaz de recuperarme, pero lo que si tenía claro es que no podía vivir tan tranquilo aún.
Regresé a mi casa luego de recuperarme del sueño, al llegar mi intención era abrir la puerta y dirigirme a mi habitación, pero se me había olvidado que hoy también venia la niña Evans por lo que ni bien abrí la puerta se dirigió gritando hacia mí.
–¡¡¿Dónde estabas?, son las 3 y media de la tarde ¿Sabes?!!
–No entiendo tu disgusto, simplemente salí a caminar como siempre lo hago.
–¡¡Somos amigos!! debiste haberme esperado para ir juntos, sabias bien que no tardaba mucho en llegar de mi escuela.
–No sé lo que significa tener un amigo, ni siquiera sé cómo ser uno.
–Yo… yo tampoco lo sé con certeza, ¡¡Pero aun así debiste esperarme!!
–¡¡Está bien!! lo haré para mañana.