El Milagro de tus Ojos

Capítulo 20

Jean comenzó a abrir levemente sus ojos hasta que logró despertar. Entonces se encontró expuesta de la cintura para arriba y miró hacia su derecha. A su lado, Scott dormía profundamente boca arriba, la misma posición en la que descansaba ella. Estiró sus manos y se cubrió de inmediato con la sábana hasta rozar la punta de su nariz. Su rostro enrojeció tanto, como si estuviera a punto de expulsar vapor, lo cual después de unos segundos de meditarlo, no tenía sentido alguno después de las escenas tan vívidas que lograba recordar.

Una sonrisa de oreja a oreja comenzó a formarse en su rostro instantes después y, aún cubierta por la sábana, se giró para ver a Scott. Su torso subía y bajaba apaciblemente mientras dormía y la imagen le transmitió absoluta calma y tranquilidad. Jean se giró quedando de frente hacia él y apoyó ambas manos debajo de su propia cabeza. Lo estudió en detalle con la escasa luz que tenía a su alcance, y luego, su corazón se contrajo de angustia. Su mano vendada reposaba sobre su estómago y, si desviaba la mirada un poco hacia la izquierda, observaría sobre la mesilla de luz el recipiente que contenía los analgésicos.

Jean era consciente que las apariciones de Logan se debían a su culpa, sobre todo por haberlo denunciado, y que había comprometido a Scott con un problema que no le correspondía. Ese rufián seguía suelto por ahí, en alguna parte y mientras no estuviera tras las rejas continuaría constituyendo un peligro para ambos. Estaba completamente desquiciado, de eso no tenía dudas al haberlo visto actuar con una ira y una maldad insanas. Estaba obsesionado y dispuesto a arruinar la felicidad que iba construyendo poco a poco con Scott. Jean suspiró en silencio, se dio vuelta en la cama y entonces se durmió.

Unos días después, Jean acompañaba por primera vez a Scott al hospital para revisar el estado de su herida. En ese momento, se sentía bastante inquieta y perturbada. Era como si pudiera escuchar susurros a través de las paredes y presentir energías fuera de lo usual. Tanto es así que cuando iba del brazo de Scott percibió un aura que la llamaba. Esta sensación no dejó de acompañarla hasta que él ingresó para recibir sus cuidados. En ese momento, Jean se dedicó a investigar de donde provenía esa energía.

Cuando ingresó por aquel pasillo cuyas paredes estaban revestidas de azulejos de un blanco impoluto, el silencio la invadió. Jean caminó perdiéndose por pasillos aún más desérticos y silenciosos. Esa ala del hospital estaba en perfecto estado de funcionamiento, sin embargo, las camillas, las habitaciones con su correspondiente mobiliario y las salas de espera estaban desocupadas, sin paciente ni personal alguno. Y luego, el ruido la impactó desprevenida. Fue entonces como si un shock la hubiera atravesado por completo, en cuerpo y alma. Se giró hacia atrás y se vio a ella misma ingresando al borde la muerte en una camilla. Un paramédico controlaba su pulso a la vez que otro luchaba por sujetarle una mascarilla con oxígeno al rostro. El recuerdo se ancló en ella, como una llaga en carne viva. Jean no pudo hacer nada más que empezar a seguirlos. Una parte de ella exigía respuestas y quería revivir a través de esas memorias.

Corrió persiguiéndose a sí misma a través de los laberínticos pasillos del hospital, pero su velocidad nunca era suficiente. Y entonces, ella se quedó en medio de la nada. Sus pasos se detuvieron al instante en que llegó a una oficina donde una secretaria advirtió su llegada. Ella levantó sorprendida el marco de sus anteojos al verla. Luego señaló con su dedo índice hacia un cartel que decía: ''Mantener silencio''. Jean asintió y le sonrió. La secretaria le devolvió la sonrisa y continuó con sus tareas.

Jean tomó asiento en esa oficina y se quedó pensando en las visiones y en sus recuerdos. Era como si ahora pudiera conectarlo todo... Luego, rememoró el rostro de sus padres detrás de ella, implorando ingresar a quienes les impedían el paso al área de emergencias. Ni siquiera sabía si estarían vivos. Luego un vaso con agua al frente de su cabeza la distrajo.

—Pensé que necesitaría beber un poco de esto —le dijo la secretaria con amabilidad.

—Gracias —contestó Jean aceptando el agua.

Bebió un trago largo mientras la secretaria volvía a su puesto. Y entonces, encontró una guía telefónica situada en su escritorio.

—Disculpe, ¿me permitiría revisar la guía telefónica?

—Por supuesto. Siéntase cómoda —indicó la secretaria.

Jean volvió a sentarse mientras hojeaba aquella pesada guía de páginas amarillas. Su dedo índice recorrió varios apellidos y direcciones, hasta que se detuvo en uno en particular. No supo en qué momento sus ojos se llenaron de lágrimas, pero el apellido Grey figuraba entre ellos. Con lápiz y papel, Jean pudo anotar el actual domicilio de sus padres y el número telefónico.

Tiempo después, regresaba caminando hacia el sector donde había dejado a Scott a la vez que murmuraba sin cesar la dirección de sus padres. Entonces se topó chocando con él.

—Estaba buscándote —dijo Scott tomándola suavemente de los codos.

Jean escondió el papel de inmediato.

—Gracias por acompañarme todos estos días, Jean...

—No es nada. Tú también hiciste mucho por mí —contestó ella abrazándolo con mucho afecto.

—Y por cuidarme tan bien en las noches —susurró en su oído para luego depositar un beso en su mejilla.

—Shhh, Scott —lo silenció—. Alguien podría oírte... —dijo colorada.

El emitió una corta risa.

—Me encanta tenerte en casa —expresó él reposando la cabeza en su hombro.

Jean se conmovió.

—A mí también. Me gusta la casa y me agrada Jax. Creo que... jamás me separaría de ti —manifestó Jean dejando hablar al corazón.

No obstante, una vez que ambos regresaban a casa, Jean se mantuvo pensativa y hasta un poco desorientada. Estaba afectada por la verdad recientemente revelada y aún le costaba procesarlo. Ella amaba a Scott, pero no dejaba de preguntarse, ¿y si su presencia en el hogar le traía más perjuicios que beneficios? Logan no se detendría hasta lograr su cometido, el cual era definitivamente separarlos, incluso con la muerte. Jean no podría vivir si le hicieran daño a su amor, pero tampoco podría soportar que, en el peor de los casos, Scott cometiera una locura por ella...




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