Decidí alejarme de ti cuando las cuerdas que se encontraban alrededor de mis muñecas empezaron a arder contra mi piel.
Cuando los gritos y el llanto se volvieron rutina.
Cuando el calor que desprendía tu cuerpo dejo de parecer hogar para parecer incendio.
Hubiese querido apagar ese incendio.
Créeme, hubiese querido, pero no nos dimos cuenta a tiempo.
Porque el daño que nos generamos se camuflajeada con la costumbre y los buenos recuerdos.
Y de nada sirve vivir por costumbre.
Y de nada sirve mantenerla sujeta.
De nada sirve caminar unidos por una cuerda, cuando es mejor caminar juntos ya que así se desea.
Sin ataduras, un amor libre.
Sin ataduras.
Por eso decidí alejarme de ti.
Porque ya no era amor.
Porque era costumbre.
Porque dolía más, de lo que se podría permitir.
Porque ya no éramos tu y yo.
Porque eramos, pero eras tu y luego, muy luego, era yo.