El Misterio de Alex Roswell

MENTIRAS

—¿Roswell?

Cuestionó por tercera vez la mujer, sentada en la silla frente a la detective, quien la miraba con cautela.

Asintió y la mujer se pasó los dedos por el cabello, pensativa.

—eran muy reservados, distantes, pero amables—su mirada estaba pegada en la mesa y sus dedos se movían nerviosos sobre su regazo— una vez nos invitaron a cenar, fue agradable, aunque la comida estaba salada.

Arrugó la nariz con desagrado.

—su hijo fue quien llamo, ¿lo sabía? —preguntó la detective mirando directamente los orbes azulados de la mujer.

—sí, eso me dijo. Gracias a su tonta adicción por el café —comentó ara si misma con una pisca de molestia.

La detective arrugo las cejas, sin comprender lo que la mujer decía—¿a qué se refiere?

—Si. Toma mucho café y después no puede dormir, ya le he dicho, pero siempre toma y toma, sin medirse— negó con la cabeza, en desacuerdo.

La detective se quedó en silencio, pensativa; mientras recordaba las palabras del joven.

Tenía cosas pendientes, nada importante...

—Lamento mucho lo que les paso, eran muy dulces...— sonrió con melancolía— y sobre todo los pequeños. Eran tan pequeños y...la joven...lamentablemente nunca la conocí.

La mujer se puso una mano en el pecho, con tristeza y la detective alzo la mirada.

—¿Nunca la conoció?

—No— movió la cabeza, negando—tenía una enfermedad...algo de la inmunidad...de eso que no pueden rodearse de muchas personas porque se enferman. No sé muy bien.

—¿inmunodeficiencia?

—¡sí! Eso dijo la señora Roswell; pobre chica, nunca podía salir de su cuarto, porque si lo hacía, era probable que muriera.

¿inmunodeficiencia? La detective estaba segura que Alex no padecía aquella enfermedad y los exámenes se lo garantizaba.

—¿sabe su nombre? —cuestionó la detective, convenciéndose de que la mujer estaba equivocada.

—es...huum...—echo la cabeza hacia atrás, tratando de recordar—Alejandra...Ale...

— ¿Alex?

—¡si!

—¿está diciéndome que Alex Roswell sufría de inmunodeficiencia? —pronunció cada palabra con lentitud, procesándolo con dificultad.

—eso mismo.

La seguridad en su voz, provocó que la detective se removió en su asiento, sin lograr comprender lo que estaba sucediendo.

¿Por qué los Roswell mentirían al respecto?

¿Por qué los Roswell mentirían al respecto?

—por favor, señor...

El hombre levantó la mano para que la detective se callará.

—ya dije que el tema no está en discusión— reprendió el capitán mientras se acomodaba en la silla, tratando de no perder la cordura.

—no puede mentirles a las redes, es ilegal, señor, ya sé que eso no me incumbe, pero podemos obtener más pruebas y...

—¡exacto, Miller! ¡no es de su incumbencia, así que haga lo que le ordene y deje la estupidez! —manoteo furioso.

La detective Miller no podía creer que su jefe, tuviera la conciencia para hacerle tal cosa a la joven, y según ella, el caso no terminaba con un simple: "un incendio en Woodside Liberty, se llevó la vida de los 5 integrantes de la familia Roswell"

—¿y que va a ser de su vida? ¿será una nadie, sin nada, solo con una tía que tiene una vida lejos de aquí?señor, es lo justo, decir la verdad...

—mira, Miller, eres una excelente detective—habló el hombre, mirándola fijamente—tu trabajo es impecable; no pierdas tu tiempo con un caso que ya tiene solución; tómalo como un consejo, cumple con las ordenes y sigue con tu vida.

El tono de su voz había sorprendido a la detective, quien estaba acostumbrada al malhumor y los gritos furiosos de su jefe, pero, aunque hubiera querido tomar su consejo, y hacer tal y como él le había dicho, su conciencia no se lo permitió. No podía dejar que esa chica pasara el resto de su vida sin saber quién era y sin tener conocimiento de qué había ocurrido esa noche; la detective no solo creía, sino que estaba segura de que, lo que había ocurrido aquella noche no era un simple accidente y se encargaría de que todo el mundo supiera la verdad, incluyendo la chica y su jefe.

No iba a permitir que  fuera una nadie, que todo el mundo creía muerta; la señora Gonzales estaba de acuerdo con que fuera así, con que todo el mundo pensara que la chica había muerto en el incendio, su estado mental estaba demasiado inestable para querer dar más problemas; el doctor Banner, el capitán y toda persona que se topara con ella, estaría compartiendo con alguien, que, para el resto del mundo, iba a estar muerta.

El caso se cerraría y todos creerían que los cinco integrantes de la familia Roswell habían muerto en el incendio, y la chica, se iría a vivir lejos con su tía, sin tener que enfrentar el dolor que había dejado su familia, eso no era tan malo si lo veiamos desde un punto razonable; pero la detective prefería descubrir la verdad y haría lo que fuera necesario para descubrirla.

—si señor— mintió, mintió sabiendo que, con esto, había puesto en la cuerda floja el trabajo por el que había luchado tanto, pero al menos haría algo que ayudaría la chica, después de todo, ese era el objetivo de su labor—permiso para retirarme.

—permiso concedido.

En el mismo instante que la detective abandonó la oficina el teléfono resonó sobre el escritorio y el capitán no tardo en tomarlo y llevarlo a su odio.

¿capitán Brown?

—el mismo— aseguró el capitán, ojeando los papeles sobre la mesa— ¿en qué puedo ayudarlo?

soy el doctor Banner—se presentó— acabo de hablar con ella, me dejo al de todo, dijo que me comunicara con un usted...



#4865 en Thriller
#2717 en Misterio

En el texto hay: tragedia, secretos, psiquiatrico

Editado: 30.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.