El Misterio de Alex Roswell

CAPITULO XII

He redondeado esquinas

para no encontrar monstruos a la vuelta 

y me han atacado por la espalda.

 - Elvira Sastre-

 

2 de octubre.

Alex.

 

La luz de la luna desapareció dándole paso a la tenue luz del día, mientras la brisa helada de octubre sopla fuerte por la pequeña ventana, enfriando la habitación. No había podido dormir ni un poco, ni siquiera podía cerrar los ojos.

Ella me hacía daño y solo tuve una opción...

Sus palabras taladran en mi cabeza, mientras en mi mente no se dejaba de repetir la imagen de la chica ensangrentada y la cabaña completamente en llamas.

Se remueve entre las sabanas y me sorprende la forma tan profunda en la que puede dormir. Después de cinco minutos el estrepitoso sonido de la campana hace que se levante de golpe y mecánicamente toma sus cosas y sale, no sin antes tirarme una almohada, sin notar que estoy despierta.

Me levanto y la sigo. El camino hacia el baño se hace eterno y el silencio se torna incómodo. Sabía que después de lo de anoche Charly sería distinta. Después de un largo y acogedor abrazo nos dispusimos a buscar a Aura. Cam dijo que cayo profundamente dormida, un poco más calmada.

Una vez dentro del baño, me desalojo del par de suéteres que tenía puestos. La brisa helada que entra por la pequeña ventanilla acaricia mis brazos desnudos e instintivamente me abrazo en busca de calor. La rubia frente a mi sigue con la mirada perdida mientras se quita el pijama, con lentitud. Deja libre sus brazos y se gira sobre sus pies quitándose lentamente la camisa descubriendo su espalda.

Cuando tienes conocimiento de la verdad de las cosas todo a tu alrededor cambia, el mundo cambia, o tal vez no, tal vez solo eres tú, que ahora vez las cosas que antes la ignorancia te impedía ver.

Su espalda y hombros están crudamente decorados de cicatrices y hematomas que—probablemente—nunca desaparecerán. El corazón se me hunde en el pecho y prefiero darme la vuelta y entrar a la ducha, antes de que alguna expresión indebida me delate.

Charly había sufrido.

Charly sufría.

:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:

He redondeado esquinas


para no encontrar monstruos a la vuelta


y me han atacado por la espalda.


He lamido mi cara cuando lloraba


para recordar el sabor del mar


y solo he sentido escozor en los ojos

 

He aceptado


con los ojos cerrados


cofres vacíos


y se me han ensuciado las manos.


He olvidado tanto


que me he dejado de querer.


Pero he muerto tantas veces


que ahora sé resucitar


He fallado tantas veces


que ahora sé cómo discernir los aciertos de lo inevitable.


He sido derrotada por mí misma


con dolor y consciencia, pero la vuelta a casa ha sido tan dulce


que me he dejado ganar


He caído, pero he visto estrellas en mi descenso


y el desplome ha sido un sueño.


He sangrado, pero todas mis espinas


han evolucionado a rosa.

 

El silencio inunda la pequeña aula y la mujer queda sin habla. Con lentitud acerca el libro e inhala este, como si con eso pudiese guardar en su mente todas sus palabras.

—¿algún comentario al respecto? —cuestiona, la señorita White, acomodando los libros sobre la mesa.

Silencio.

—. Bien, entonces...—el sonido de la campana la interrumpe y todos empiezan a salir ignorando a la mujer—. No olviden leer el siguiente...

Todos salen del aula. La clase de literatura era la última clase, así que unos se disponen a ir a sus habitaciones y otros a la cafetería. Charly tira de mi mano llamando mi atención.

—. Voy...Biblioteca...— medio logro entender lo que dice gracias al bullicio de la multitud que nos rodea, indica con el pulgar que va a devolverse. Asiento y se despide lanzándome un beso con la mano.

Me giro, para avanzar hacia la habitación, pero mis intenciones quedan en el aire cuando una voz a mi espalda suena:

—. Que dulce —comenta con molestia y el bullicio pasa a según nivel cuando reconozco el acento peculiar que lo caracteriza—. Pero creo que es difícil ver dulce a alguien que mato...

Y antes que termine de hablar, me voy contra el señalándolo con el dedo, amenazante. Una sonrisa torcida adorna su rostro.

—. Ni se te ocurra— advierto. Enserio me sorprende el cómo puede meter las narices en todo.

—. Me sorprende ver como sigues defendiéndola...— comenta, inclinándose hacia adelante—. Cuando mato a su madre...Tiene mis respetos.

Murmura con lentitud.

Resoplo con la molestia a tope—. Lo dice el que casi mata alguien a golpes...—murmuro tan bajo que creo que no me ha oído.

—¿casi? —cuestiona con burla y antes de que pueda refutar, vuelve a hablar—. Esta muerto, Roswell.

¿muerto?

—. Creo que se ahogó con su sangre o algo así, eso es irre...

—. Eres un asesino— acuso, sin comprender aun—. Tú...tú...

—. Yo. Hice lo mismo que hizo la que defiendes.

—¡eres un maldito demente! —mi cabeza da vueltas y por un extraño motivo, las imágenes de la chica ensangrentada vienen a mi mente. Sangre. Dolor...

—. Bienvenida a Walsh— murmura con ironía.

Siento que el mundo tambalea y trastabillo cuando trato de alejarme.

Ella sufrió...



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En el texto hay: tragedia, secretos, psiquiatrico

Editado: 30.08.2021

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