El Misterio De El Fugitivo Encadenado

Capítulo 1: Despertar de un Detective

La ciudad despertaba bajo un cielo grisáceo, donde la niebla se mezclaba con el humo de los autos y las luces parpadeantes de los rascacielos apenas lograban atravesar la penumbra. En ese paisaje melancólico, Ethan Blake abrió los ojos. No fue un despertar común. Algo en el aire pesaba distinto… como si el silencio cargara con un presentimiento que solo un detective sabría reconocer.

El tenue rayo de sol se filtró entre las cortinas cerradas, revelando el caos ordenado de su habitación: pilas de libros apilados como murallas, documentos desperdigados, fotografías de escenas del crimen clavadas con alfileres, y un aroma a café viejo que impregnaba el ambiente. Ethan se incorporó lentamente, apoyando un codo sobre la cama. Su mirada —fría, analítica, pero cansada— se posó en el reloj de la mesita. Las 6:45 a.m.

Tenía solo 20 años, pero ya era uno de los agentes más prometedores de la OCR: la Organización De Casos No Resueltos. Sin embargo, cualquiera que viera su habitación dudaría de esa reputación. El desorden era casi una extensión de su mente: brillante, caótica y peligrosa.

Con un suspiro, se puso de pie. Su cuerpo aún sentía el peso de noches sin descanso. Frente al espejo, el reflejo le devolvió a un joven de mirada decidida, el tipo de mirada que ha visto demasiado para su edad. Se lavó el rostro con agua helada, dejando que el frío lo obligara a enfocarse. Luego se vistió con precisión metódica: camisa blanca, traje negro, la corbata azul que combinaba con sus ojos… y un calcetín perdido en el trayecto hacia la cocina.

En la pequeña pero acogedora sala, el aroma del café recién hecho llenaba el aire junto al sonido intermitente del tostador. Su hermana menor, Lily Blake, de apenas quince años, estaba sentada a la mesa, sumergida en la pantalla de su tableta mientras desayunaba.

—¿Otra vez con ese caso del barco volador? —preguntó sin apartar la vista, con un tono que mezclaba curiosidad y escepticismo.

Ethan arqueó una ceja, sirviéndose café en una taza agrietada que había sobrevivido demasiados madrugones.
—Es un misterio interesante —respondió, con una ligera sonrisa—. Quizás algún día puedas ayudarme a resolverlo.

Lily lo miró de reojo, divertida.
—Quizás —dijo, levantando una ceja con gesto desafiante—. O tal vez prefiera ser famosa de otra forma.

La puerta de la cocina se abrió suavemente. Su abuela, de rostro sereno y sabiduría en cada arruga, apareció con una manta sobre los hombros. Había vivido en esa casa desde que Ethan era un niño, y su presencia era el ancla que mantenía unida a la familia.

—Recuerda, Ethan… —dijo con voz calmada—, no dejes que el trabajo te consuma. La familia siempre va primero.

Él asintió, ajustándose la corbata frente a ella.
—Lo sé, abuela. Pero esta misión es importante.

El aire se llenó de un silencio espeso. En los ojos de la anciana se reflejaba algo más que preocupación… una especie de presentimiento. Ethan bebió un último sorbo de café, dejando la taza sobre la mesa con un leve golpe.

Tras un desayuno apresurado, se despidió de ambas.
—Prometo volver con buenas noticias —dijo, abrazando a su abuela y dejando un rápido beso en la frente de Lily.

Salió al frío de la mañana. La bruma cubría las calles, y la ciudad parecía un tablero de ajedrez en el que cada sombra ocultaba una historia. Caminó hacia su auto, un viejo sedán gris, con el instinto agudizado por una sensación que no lograba explicar. Algo iba a cambiar.

Mientras encendía el motor, las palabras de su abuela resonaron en su mente.
“La familia siempre va primero.”
Pero en el fondo, Ethan sabía que en su línea de trabajo, nada era tan simple.

Ese día, el jefe de la OCR, el legendario Sir Reginald Holt, lo había convocado para una misión crucial. Holt no llamaba sin motivo. Era un hombre de mente afilada y carácter implacable, el tipo de superior que solo te buscaba cuando el infierno estaba a punto de abrirse.

Ethan respiró hondo, dejando que la adrenalina le recorriera las venas. Miró el horizonte cubierto por la neblina urbana y, con una media sonrisa, encendió el motor.
El rugido del auto rompió el silencio.

—Vamos allá… —murmuró para sí mismo.

La ciudad seguía dormida, pero en algún rincón, algo oscuro lo estaba esperando.
Y Ethan Blake estaba a punto de descubrir que aquel día, su vida —y la de todos los que amaba— cambiaría para siempre.

El trayecto hasta la Oficina de Criminalística y Resolución fue breve, pero el rugido del motor y el eco de la lluvia sobre el parabrisas acompañaron a Ethan Blake en un silencio denso. La ciudad aún no despertaba del todo, y las calles húmedas reflejaban un amanecer plomizo, casi enfermizo. Al final del camino, entre árboles altos y retorcidos, emergía el edificio de la OCR: una fortaleza moderna escondida entre sombras y raíces, como si el bosque quisiera ocultar los secretos que allí se resguardaban.

Apenas cruzó las puertas de vidrio reforzado, el aire cambió. El olor a metal, café y papeles antiguos le resultaba familiar. El murmullo de los agentes, los pasos sobre el mármol y el zumbido de las luces fluorescentes componían una sinfonía de rutina que lo envolvió de inmediato.

Ethan avanzó hacia la sala de descanso, donde algunos compañeros charlaban mientras revisaban archivos o bebían café en tazas personalizadas.

—¿Se enteraron de esos secuestros que están ocurriendo alrededor del mundo? —preguntó Ethan, sirviéndose un café con calma, aunque sus ojos delataban curiosidad. —Me pregunto si estarán relacionados con ese misterioso barco volador.

Mark, un agente corpulento y de voz grave, frunció el ceño y cruzó los brazos.
—Lo dudo. Si ese barco tuviera algo que ver, los altos mandos ya estarían moviendo cielo y tierra.

Ethan lo observó con expresión pensativa. —¿Y por qué habría un barco volador en nuestro país? —replicó, su tono más afilado, instintivo.



#2674 en Fantasía
#675 en Detective

En el texto hay: aventura epica, epica, detecive

Editado: 20.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.