El misterio de la carta desaparecida

Capítulo 4. La astucia de Harper

Esa noche, sentado en su oficina a la luz de una lámpara, el detective James Harper reflexionó sobre cómo descubrir las conexiones secretas entre Caulfield y Blake. Cada conversación con ellos dejaba una sensación de incompletitud, como si ambos tuvieran miedo de que la verdad saliera a la luz. Pero al mismo tiempo, cada uno se comportaba como si el otro no tuviera nada que ocultar. Harper necesitaba astucia para obtener respuestas.

Mirando su cuaderno, el detective volvió a leer sus notas. Caulfield estaba al borde de la bancarrota. Blake, con sus extensas conexiones comerciales, bien podría proporcionar ayuda financiera si la encontrara rentable para sí mismo. Esta teoría tenía que ser probada cuidadosamente, para no asustar a ninguno de ellos.

A la mañana siguiente, Harper fue a ver a la señorita Allison, la secretaria de Caulfield, que creía que sabía más de lo que ella decía. Se encontró con ella no muy lejos de la oficina, en un pequeño café. La mujer parecía tensa y parecía estar preparándose para las preguntas con anticipación.

—Señorita Allison —comenzó Harper con una sonrisa cortés—. Quiero que recuerde si ha notado algo extraño en el comportamiento del señor Caulfield durante la última semana. ¿No mencionó, por ejemplo, sus deudas?

Allison se quedó paralizada por un momento, como si decidiera si compartir o no esta información. Luego dijo en voz baja: "Bueno, para ser honesta, el señor Caulfield ha estado muy preocupado últimamente. Tuvo muchas conversaciones con el señor Blake, y a veces parecían no poder llevarse bien".

—¿No has podido encontrar un idioma común? —preguntó Harper, esforzándose. —¿Entonces hubo desacuerdos?

Ella asintió. "Sí, a menudo hablaban de algo de dinero. Caulfield me insinuó que el señor Blake estaba dispuesto a ayudarle con la condición de que callaran algún asunto. Pero no creo que hayan llegado a un acuerdo".

Harper se dio cuenta de que esta podría ser la clave. Si la carta realmente amenazaba los intereses de Blake, bien podría haber obligado a Caulfield a deshacerse de ella. Y si se negaba, Blake tenía sus propios métodos para resolver el problema.

– Gracias, señorita Allison. Ayudaste mucho", dijo Harper. Ahora tenía una idea de cómo llevar a Blake a la franqueza.

Esa noche, en el Cardiff Club

La noche siguiente, Harper fue a un club privado que Blake frecuentaba. Reconocido por su impecable servicio y privacidad, este club era el lugar perfecto para reuniones informales. Harper sabía que el club le daría la oportunidad de enfrentar a Blake fuera de los negocios y tal vez lo tomaría por sorpresa.

Se detuvo en el mostrador y pidió un vaso de whisky con aire de hombre de negocios. Media hora después, como era de esperar, Roland Blake entró en el club. Harper fingió que el encuentro había sido accidental y se acercó a él para saludarlo.

—¡Ah, señor Blake! ¡Qué casualidad! -dijo Harper, sonriendo cálidamente y tendiéndole la mano-. "No esperaba encontrarte aquí, pero ya que ese es el caso, sugiero que tomemos una copa juntos".

Blake sonrió, pero estaba claramente en guardia. Sin embargo, para no parecer grosero, accedió e invitó a Harper a una mesa en la esquina del salón. Cuando el camarero trajo las bebidas, Harper decidió seguir adelante.

—Sabe, señor Blake, el otro día estaba hablando con Caulfield y me dijo algo curioso —comenzó, fingiendo que se le escapaba—. "Mencionó que lo ayudaste de una manera... Un tema delicado. Si he entendido bien, ¿se debe esto a sus deudas?

Blake miró fijamente a Harper, con la mirada fría. —Parece que el señor Caulfield habla demasiado —dijo, entrecerrando ligeramente los ojos—. – Sus deudas no son asunto suyo, detective. Y la mía, francamente, también".

Harper fingió estar sorprendido por las palabras de Blake. —Pero él dijo tú... —vaciló, como si tratara de encontrar las palabras adecuadas—. – Que puedes ayudarle si algunos documentos desaparecen sin dejar rastro.

Esta vez, Blake no ocultó su irritación. —¿Qué otros documentos? Si Caulfield realmente lo dijo, entonces había perdido completamente el contacto con la realidad. Si tomó el caso, pero no lo hizo, entonces este es su problema. Y mis asuntos son míos".

—¿Así que usted y Caulfield tenían realmente un plan para la carta? —preguntó Harper, creyendo en la palabra de Blake.

Por un momento, el rostro de Blake se tensó. Sin embargo, se recompuso de inmediato, pero Harper se dio cuenta de que sus palabras lo lastimaron.

—Digamos —dijo Blake con frialdad— que la carta que desapareció no debería haber caído en las manos equivocadas. Ni Caulfield ni yo podemos permitirnos el lujo de ser vistos por nadie más. Pero ahora es demasiado tarde. Si crees que estoy involucrado de alguna manera en su desaparición, debes tener un problema con la lógica.

Harper sonrió y, terminando su copa, abandonó el club, sintiéndose satisfecho. No tenía pruebas directas, pero hablar con Blake no hizo más que reforzar sus corazonadas. Ahora estaba seguro de que Blake y Caulfield estaban jugando un juego peligroso con la carta. La única pregunta era cuál de ellos decidió tomar medidas extremas y organizó la desaparición del documento.



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En el texto hay: detective, secreto, suspenso

Editado: 05.03.2025

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