Con una carta en la mano y pruebas irrefutables contra Blake y Caulfield, el detective James Harper se dirigió a la comisaría de policía de la ciudad. Tan pronto como pisó el umbral, sus ojos se iluminaron con determinación: por fin, completaría este confuso caso y restauraría la justicia.
El oficial Wilkins, que estaba de servicio esa noche, levantó la cabeza al ver a Harper y le hizo un gesto de respeto.
—¡Señor Harper! A juzgar por su apariencia, tiene noticias", lo saludó el oficial.
Harper sonrió con aprobación y le entregó una carta al oficial. "Esto es lo que necesitamos para identificar a Blake y Caulfield. En esta carta, admiten fraude financiero y también hablan de sobornar a jueces. Esto debería poner fin a sus actos sucios".
Wilkins estudió detenidamente el documento y, al darse cuenta de su importancia, se apresuró a informar al capitán de policía. En cuestión de minutos, el detective y sus colegas fueron a Blake y Caulfield para presentar cargos. Se esperaba que esta vez no pudieran salir de ella.
Mientras tanto, en la mansión de Blake
Blake estaba sentado en su lujosa oficina, contemplando sus próximos pasos. Supuso que Harper podría ser un problema serio para él, pero nunca esperó que el detective pudiera encontrar pruebas tan rápidamente. De repente, la puerta de la oficina se abrió y Caulfield apareció en el umbral.
"¿Entiendes que ahora estamos perdidos? ¡Este detective es un verdadero diablo! Ha encontrado algo, y si no hacemos nada, estamos acabados", jadeó Caulfield, luciendo tenso y confundido.
Blake trató de mantener la calma, pero estaba claro que la situación estaba fuera de control. —Haz lo que tengas que hacer, Caulfield —dijo secamente, pero había pánico en su voz—.
Regreso a la comisaría
Cuando Harper regresó a la estación para finalizar los cargos, se enteró de que Blake y Caulfield ya habían sido arrestados. Ambos trataron de negar su culpabilidad, pero la carta encontrada por el detective se convirtió en una sentencia para ellos. Pronto fueron acusados no sólo de destrucción de pruebas y fraude financiero, sino también de conspiración contra la justicia.
Harper observó su arresto con una sensación de logro. Sabía que la verdad, como siempre, era más fuerte que las mentiras, por muy poderosas que parecieran.