La niebla de la tarde comenzó a deslizarse por las calles de la ciudad cuando James Harper finalmente regresó a su oficina. La paz y la tranquilidad que reinaban en la sala contrastaban fuertemente con la tensión de los últimos días. El arresto de Blake y Caulfield fue una victoria significativa para él, y otra confirmación de que, no importa cuán fuerte fuera el oponente, la verdad encontraría una salida.
Se sentó a la mesa y se sirvió un té fuerte para ordenar un poco sus pensamientos. Momentos de la investigación flotaban ante mis ojos: preguntas cautelosas, insinuaciones ocultas y conversaciones tensas. Este caso puede haber sido uno de los más confusos, pero fue en él donde se reveló todo lo que Harper apreciaba tanto en su trabajo.
El detective sabía que no todos los días se logra justicia. En esta ciudad, las personas ricas e influyentes a menudo encontraban formas de evadir la justicia. Pero hoy, Harper sentía que incluso los más protegidos de ellos no podían escapar de las consecuencias de sus acciones.
En ese momento, llamaron a la oficina. El inspector jefe Wilkins estaba de pie en el umbral con una sonrisa amistosa.
—Felicidades, Harper —dijo, estrechándole la mano—. "Es raro capturar a gente como Blake y Caulfield. Has hecho un gran trabajo".
Harper asintió, sonriendo levemente. —Gracias, Wilkins. Pero, lo confieso, no fue fácil para mí. No hay ganadores ni perdedores en ellos, solo una amarga sensación de que la verdad ha llegado demasiado tarde".
Wilkins asintió con complicidad. —Lo sé, Harper. Pero si no fuera por ti, esta carta nunca habría llegado a los tribunales. Gracias a ti, ahora se hará justicia, y tal vez personas como Blake se lo piensen dos veces antes de volver a cruzar la línea".
Harper pensó por un momento, y luego, mirando hacia arriba, dijo en voz baja: "A veces parece que la oscuridad que dejan atrás es interminable. Pero cada uno de estos incidentes me recuerda que incluso una pequeña luz puede disiparlo. Si puedo contribuir a esto, entonces todo esto no fue en vano".
Intercambiaron breves asentimientos, y Wilkins, deseándole al detective buenas noches, salió, dejando a Harper solo en el despacho.