El Misterio de la Casa de la Colina

Capitulo 2 y final

quedaron atrapados en el sótano oscuro y húmedo de la casa de la colina. La puerta de entrada estaba cerrada y no podía abrirla. El aire se hacia cada vez mas pesado y el extrano olor a humedad se intensificaba.

 

De repente, comenzaron a escuchar ruidos extraños detrás de las puertas cerradas. Los ruidos eran como susurros, gemidos y raspaduras. Los amigos se miraron entre sí, con los ojos llenos de miedo.

 

Decidieron que tenían que encontrar una salida. Empezaron a explorar el sótano de nuevo, buscando una puerta o ventana que les permitiera salir. Pero todas las puertas estaban cerradas con llave y las ventanas eran demasiado pequeñas para que pudieran pasar por ellas.

 

Entonces, escuche un ruido más fuerte detrás de una de las puertas cerradas. Parecía que algo o alguien estaba tratando de abrirla desde adentro. Los amigos se acercaron lentamente a la puerta, temerosos de lo que pudieron encontrar.

 

Finalmente, abrieron la puerta con cautela. Lo que vieron allí les heló la sangre. Había un hombre parado en medio de la habitación, con los ojos inyectados en sangre y la piel pálida como la nieve.

 

Llevaba un abrigo largo y desgastado, y sostenía un cuchillo en una mano. El hombre se acercó a ellos lentamente, con una sonrisa siniestra en su rostro.

 

Los amigos intentaron retroceder, pero se encontraron con que estaban atrapados entre él y la puerta.

 

El hombre comenzó a hablar en un idioma extraño y desconocido, y luego, de repente, se abalanzó sobre ellos con el cuchillo en la mano.

Los amigos corrieron hacia la puerta de entrada del sótano, gritando de terror. Finalmente, lograron abrirla y escapar al exterior de la casa.

 

Cuando llegaron al pueblo, información a la policía sobre lo que había sucedido. Pero cuando la policía llegó a la casa de la colina, no encontró nada fuera de lo común.

 

La casa estaba vacia y abandonada, como siempre había estado. Desde ese día, nadie volvió a entrar en la casa de la colina.

 

La gente del pueblo contaba nuevas historias sobre ella, esta vez sobre el hombre loco que vivía allí y atacaba a los intrusos con un cuchillo afilado.

 

Los amigos nunca volvieron a ser los mismos después de su experiencia en la casa de la colina.

 

Siempre recordarían la sensación de terror que habían sentido mientras estaban atrapados en el sótano oscuro y húmedo, rodeados de susurros y gemidos extraños.

 

Pero lo peor de todo era el recuerdo del hombre pálido y su cuchillo, que todavía los perseguía en sus sueños.

 

Pasaron años antes de que alguien volviera a intentar entrar en la casa de la colina. Pero un día, un grupo de adolescentes decide aventurarse y explorarla por su cuenta.

 

Después de todo, pensaron, ¿qué podría salir mal?

 

Cuando llegaron a la casa, encontraron la puerta principal abierta, y decidieron entrar.

 

Una vez dentro, comenzaron a buscar en todas las habitaciones, emocionados por la posibilidad de encontrar algo emocionante o aterrador.

 

Pero no encontré nada fuera de lo común en las primeras habitaciones, así que decidí bajar al sótano.

 

La escalera era empinada y oscura, y los adolescentes tuvieron que bajar con cuidado para no tropezar y caer.

 

Cuando finalmente llegaron al sótano, encontraron que estaba completamente oscuro. Encendieron sus linternas y comenzaron a explorar.

Pero no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a escuchar los mismos susurros y gemidos extraños que habían asustado a los amigos años atrás.

 

De repente, las luces se apagaron.

 

Los adolescentes comenzaron a gritar ya correr en diferentes direcciones, tratando de encontrar una salida.

 

Pero la puerta del sótano estaba cerrada y no podía abrirla.

 

Entonces, escuche un ruido siniestro detrás de ellos. Alguien o algo se acercaba lentamente.

 

Los adolescentes se volvieron para mirar, y lo que vieron les heló la sangre. Era el hombre pálido del que habían oído hablar en las historias del pueblo.

 

Sostenía su cuchillo en una mano, y sonreía de manera siniestra.

 

Comenzó a acercarse lentamente a los adolescentes, que estaban paralizados de miedo.




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