San Martin de los Andes era un pueblo muy pequeño. Solo había un lugar a donde podían ir a divertirse los adolescentes y más si era “Año Nuevo”. Esta era la primera vez que salía en esta época del año. Esperaba la hora de encontrarme con mis amigas para ir a la discoteca, Complejo Chapelco, pero se me hacía eterno el tiempo. Una de mis amigas nos llevaba en su auto, nos recogía a todas.
Hacía calor y como era de esperarse todas íbamos a ir con algo fresco. Tenía puesto un vestido negro ajustado que me quedaba un poco corto, una remera negra con brillos plateados, una panti media de color negro con puntitos un poco más oscuros y unos tacos de color negro. Tenía piel muy blanca.
Cada cinco minutos miraba la hora pero no pasaba más el tiempo, con el celular en la mano esperando alguna señal de que me estaban yendo a buscar. Hasta que escucho una bocina. Tomé las llaves de la casa y mi cartera. Abrí la puerta para comprobar que fuera Elizabeth, cuando me di cuenta que era ella por el hermoso Suzuki Swift de color rosa chicle, salí.
-Ma ya me voy- Salí, sin esperar una respuesta. Mis rulos dorados me rebotaban en la espalda al correr.
Cerré la puerta con llave y la metí en el bolsillo de la cartera. Corrí hasta donde estaba el auto, cuando abrí la puerta las vi sonriéndome, como un modo de saludo. Me subí al auto en la parte de atrás y cerré la puerta.
Las chicas estaban hablando de los turistas que venían para las vacaciones y que la mayoría eran muy lindos. Eran un tema que nunca podía faltar en nuestras conversaciones y como ninguna tenia novio no teníamos de que preocuparnos.
-Hoy fui a comprar las entradas y vi a muchos turistas- mientras lo decía se acomodaba el mechón negro que le caía en la frente. A Elizabeth le gusta tener que ser la encargada de comprar las entradas para cada evento que se hiciera en el pueblo.
-¿Y eran muy lindos?- Julieta es la más linda del grupo, por lo que los chicos siempre estaban tras ella.
-Si eran muy lindos- Arreglaba el espejito retrovisor.
-Ya quiero llegar de una buena vez- La paciencia no era mi fuerte.
-Bueno Ínori ya vamos a llegar, falta muy poco- Agostina me tocaba el hombro con su delgado y delicado brazo.
Ella y yo estábamos en el asiento trasero, Elizabeth y Julieta estaban en los de adelante. Julieta y yo éramos mejores amigas, nos conocíamos desde la primaria, ella era más grande que yo por un año. Por supuesto faltaban muchos de nuestros amigos, pero andábamos siempre las cuatro.
Faltaba una cuadra para llegar a la discoteca y ya eran las tres de la madrugada. Se veían personas afuera esperando en una fila para entrar, era muy larga, más o menos de una cuadra que nos indicaba que se nos iba hacer muy largo el ingreso al edificio. Eso me ponía más nerviosa de lo que estaba, solo el hecho de que teníamos la posibilidad de no entrar ya me deprimía. Ya habíamos estacionado al frente del edificio y cada vez aumentaban los nervios. Bajamos del auto y caminamos directamente a la puerta. Ante la puerta había dos filas, una estaban todas las personas que esperaban para pasar, los cuales tenían entrada común, y la otra fila era para los que tenían entrada vip, lo cual era difícil conseguir esas entradas por lo caras que eran y solo estaban permitidas para las personas de alta sociedad. Caminamos directamente a la fila de la entrada vip, donde se veían personas, pero no se quedaban esperando sino que llegaban a la fila, mostraban la entrada y pasaban directamente, por lo que no había nadie esperando y lo único que nos impedía entrar era una soguita que el guardia de seguridad vigilaba. Antes de llegar a la fila, unos chicos se nos adelantaron y se pusieron adelante. Dos de los chicos no me parecían normales, me dirigí a Julieta para preguntárselo.
-Juli, Juli- La agarre del brazo y la aparte del grupo para hablarle mejor.
-¿Que pasa Ínori?, ¿Por qué me hablas en voz baja?- Se miró el brazo delgado que yo agarraba para tirar de ella.
-Pasa que hay dos chicos adelante que no parecen normales, hay algo en ellos que no me convence y no quería decírtelo delante de las chicas- Era la primera vez que un toque de intranquilidad aparecía. No era normal.
-¿Que esos dos de ahí?- Ella los señala con disimulo.
-Sí, justo esos-
-Tienes razón. Pero deben ser por cómo están vestidos. No te preocupes- Me tranquilizo con sus grandes y profundos ojos marrones.
-Bueno- Agache la cabeza.
-Volvamos con las chicas porque si no se van a dar cuenta de que algo pasa- Señalaba a las chicas con la mirada.
-De acuerdo, volvamos- Y nos dirigimos a nuestro lugar en la fila.
-Chicas, ¿pasa algo?- Se la notaba preocupada.
-No pasa nada Agos, Ínori solo me estaba preguntando si se podía quedar en casa, ya sabes cómo son los padres de ella-
-¿Ínori no tenés en dónde dormir?, ya sabes que te podes quedar en casa, mi madre no tiene problema, sabes que te adora igual que a las chicas- Mientras se acomodaba el perfecto corte que tenía (un Bob invertido).
-No hay drama, gracias de todos modos. Trataré de ir a mi casa y si no puedo te aviso. ¿Dale?-
-Está bien. Si así lo quieres, no tengo problema. Sabes que puedes contar conmigo-
-Sí lo sé- Y las cuatro volvimos a mirar al grupo de chicos.
Era muy raro, el grupo de chicos que estaba adelante estaban tardando mucho en pasar. Eran muy jóvenes, deberían tener más o menos nuestra edad.
-Estos chicos están tardando demasiado. El guardia de seguridad debería hacer algo, nosotras también queremos pasar- Elizabeth ya estaba protestando como siempre.
-Tranquila ya vamos a pasar. Hay que tener paciencia- Agostina siempre calmándonos.
-Ya sé, tengo una idea, esperen acá, ya vengo- Fui hasta la parte de adelante de la fila por afuera y llame al guardia. –Disculpe, ¿me podría decir por qué están tardando tanto? Estamos esperando para entrar y estos chicos están ocupando la entrada. ¿Podría hacer algo? Por favor- Le muestro una encantadora sonrisa.