El Misterio de la Dark Hunter

4 “Una visita inesperada”

Me despierto muy confundida y transpirando de nuevo.

-Ocurrió de nuevo- Me froto la frente.

-¿De nuevo teniendo esos sueños?- Miro en dirección a donde viene esa voz y cuando le veo pego un grito y salto de la cama cayendo sentada al piso.

-Abuela, no me pegues esos sustos- Me pare y froto el lado de la cola que me dolía.

-¿Así saludas a tu abuela?- Abre los brazos. –Ven aquí- Mí abuela se llamaba Eider.

-Abuela que feliz estoy de verte- La abrazo con toda la fuerza que puedo y ella me rodea con sus brazos en un cálido abrazo.

-¿De nuevo tienes esos sueños?- Se aparta y me agarra de los brazos.

-Sí, sé que es el mismo sueño siempre pero cuando me despierto ya no lo recuerdo- Mi abuela me mira.

-Si me imagino- Me mira seria pero enseguida vuelve a estar contenta y con toda la energía. -Bueno ya hablaremos de ellos. Ahora dale otro abrazo a tu abuela- Me rodea otra vez con sus brazos y me da un cálido abrazo.

-¿Cuándo llegaste?, ¿Ya viste a Oryan?, ¿Mi madre sabe que viniste?-

-Ya basta de preguntas, después tendremos tiempo de hablar. Ahora tienes que bañarte.

Camino hacia el baño y abro la puerta, un vapor muy cálido sale del baño. Entro y cierro rápido la puerta para que no salga el vapor.

Termino de bañarme. Me seco y me tapo con la toalla y salgo del baño, voy a mi cuarto y mi abuela está dejando algo arriba de la cama.

-Abuela ¿Qué haces?-

-Tengo una sorpresa para vos-

-¿Y qué es?- Me acerco y mi abuela se aparta para que yo pueda ver lo que dejo. Era un vestido hermoso. –Abuela no tendrías que haber gastado tu plata-

-¿Enserio me decís? Como si no pudiera gastar la plata en pavadas. Pruébatelo-

Agarro el vestido y me voy detrás de las persianas, que tenía para cuando venían visitas y tenía que cambiarme, llevo la ropa y la dejo en la sillita que había detrás. Me pongo la ropa interior que también me había traído mi abuela y me pongo el vestido. Era simple, pero muy bonito, la parte de abajo caía en campana, pero no tan abierto. Se marcaba la cintura y comenzaba la falda, llegaba un poco más arriba de mis rodillas. Era de color verde agua. Salgo para que vean como me queda.

-Hermosa mi nieta esta echa una jovencita- MI abuela lloraba sin parar.

-Abuela no llores, me harás llorar a mí también- Voy a abrazarla para consolarla.

-Lloro de la emoción. Todavía me acuerdo cuando ibas al jardín de infantes con las dos trencitas-

-Abuela cada vez que me ves decís lo mismo- La abuela se empieza a reír.

-Solo quiero hacerte una pregunta- Y paro de reír.

-Bueno- Me aparto de ella y busco mi celular mientras que ella habla.

-¿Por qué te levantas tan temprano?, ¿No se supone que son vacaciones?- Miro a mi abuela y esta cruzada de brazos.

-Mamá insiste en que me levante temprano- Me encojo de hombros.

-Pero son las nueve de la mañana, tu madre está loca-

-No sé yo solo le hago caso, sino se enoja-

-Está bien yo después hablare con ella y veré que puedo hacer-

-Bueno- Agarro el celular y voy a donde esta ella.

-Vamos a desayunar y te hago algo rico-

-Dale, hace mucho no comía tus desayunos-

-¿A qué hora viene la mucama?-

-Abuela su nombre es Zenda- Vamos caminando hacia la escalera para bajar.

-Bueno ella ¿Cuándo viene?-

-Tendría que estar acá, Zenda empieza a trabajar a las ocho- Bajamos las escaleras. La abuela va adelante.

-Llámala, yo no escuche nada-

-Está bien. ¡Zenda vení!- La miro a mi abuela y ella está muy seria.

-Si señorita ¿qué necesita?- Hace una reverencia para saludar antes de hablar.

-No solo que mi abuela no te escucho entrar-

-Señora Quiroz Bienvenida- Hace otra reverencia pero esta vez se queda abajo. Quiroz era el apellido mi familia.

-Si muchas gracias, vuelve a tu trabajo-

-Gracias Zenda- Ella se retira y la miro a mi abuela. – ¿Porque tienes que ser siempre tan dura con ella?, no te a echo nada-

-No lo entiendes-

-Abuela por favor ya no soy una nenita, tengo dieciocho años para darme cuenta que algo te pasa cada vez que la ves-

-Está bien, ella quería estas con tu abuelo, y yo me entere y la mande para acá, bien lejos de el-

-¿Me estás diciendo enserio? Bueno ya paso, está en el pasado ¿sí?-

-Vamos a la cocina así desayunamos algo bien rico-

-Dale-

Yo miro encantada, mi abuela hace muchas cosas con solo dos manos. Prende las hornallas y coloca las sartenes en el fuego. Abre la heladera y saca muchas cosas huevos, tocino, leche, naranjas, manteca, etc. De los muebles saca fuentes para hacer mesclas. Siempre fue una experta en la cocina.

-¿Qué vamos a desayunar? Que estas sacando tantas cosas-

-Omelets con queso y jamón, huevos revueltos, tocino, pan casero, leche, jugo de naranja, panqueques con miel y manteca, sándwich de crema de maní y jalea, tostadas con dulce de leche-

-Que rico crema de maní. Estas haciendo comida como para un ejército. Yo no creo poder comer todo eso-

-Mi querida nieta, todavía no sabes lo que puede hacer tu abuela en la cocina- Me rio y ella sigue haciendo el desayuno.

-Me olvide de levantar a Oryan- Me levanto y mi abuela me detiene.

-No hace falta que vallas por ella, Zenda puede ir a levantarla-

-Ah bueno, avísale-

-Ya lo hice-

-¿Qué?-

Mi hermana aparece en la cocina y se sienta en la mesa.

-Hola Ínori- Se frota los ojos.

-Hola- La miro y veo que tiene un vestido muy bonito que seguro se lo trajo mi abuela.

-Necesito decirles algo- La abuela nos mira.

-¿Qué cosa abuela?-

-No vine acá solo para visitarlas. Esta vez es diferente-

-¿Entonces a que viniste?- La miraba a la abuela confundida.

-Vine a llevarlas a Corea-

-¿A vivir allá?-

-No, solo hasta que empiecen las clases-

-Ah bueno. Pero ¿mamá que va a decir?

-Tu madre va a estar de acuerdo que vayan a despejar la mente fuera de este pueblucho-




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