El día comenzó bien temprano. Me levante para poder bañarme ya que a la noche no había podido. Julieta todavía seguía durmiendo, trate de no hacer ruido al abrir el armario. Saque mi ropa y me fui directo al baño. Por suerte las paredes no sé de qué eran pero no pasaba ni un solo ruido. Podría bañarme tranquila sin tener que preocuparme por Julieta. Por suerte en la mañana estoy muy dormida para pensar y no iba a preocuparme por mis pensamientos un buen rato, por lo menos hasta que me despertara, lo cual sería muy probable después de bañarme. El baño fue muy refrescante después de tantas emociones y el calor que hacía. Me puse el uniforme y me cepille el pelo muy lentamente. Mire mi celular y era muy temprano todavía, faltaban dos horas para ir a clases. Me mire en el espejo y sonreí, estaba feliz de estar ahí, era un sueño hecho realidad. Agarre mi ropa y salí del baño. Doble toda la ropa y la guarde. En eso escucho un ruido y miro para la cama de Julieta, estaba sentada en su cama mirando a un punto fijo. Me quedo mirando y muevo la mano para saludar pero no se movió, siguió en la misma posición.
-¿Juli?- La miro. Me acerco asustada, daba miedo.
-¿Juli estas bien?- voy a tocar su brazo pero de repente se gira y me queda mirando. Pego un salto del susto.
-¿Te asuste?- Se ríe.
–Que tonta. ¿Cómo me vas a asustar así?- Respiro hondo.
-¿Ya te bañaste?- Se levanta de la cama.
–Sí, deberías hacer lo mismo- Me siento en la cama.
–Bueno. Voy a bañarme- Se va al baño.
-¡Apúrate!- Le grite.
Después de un rato sale Julieta del baño, peinada y maquillada pero todavía seguía con el pijama puesto. Fue hasta el armario y saco el uniforme. Se lo puso delicadamente y me mira.
–Vamos a desayunar- Nos fuimos a la cafetería.
Había muy pocos chicos levantados. Faltaba una hora para que empezaran las clases del día. Todo estaba muy tranquilo pero eso no podía durar para siempre.
–Miren a quien tenemos acá- Rufina se para delante mío, al lado de ella estaba su hermano mellizo Adolfo.
–La paz se acabó- La miro con cara de pocos amigos.
–La pordiosera quiere paz, ¿sabes a donde la vas a encontrar?- Se pone las manos en la cintura.
–Al lado tuyo seguro que no- Me cruzo de brazos.
–Atrás de la cafetería hay un tacho de basura ahí seguro vas a ser feliz, va muy bien con tu cara- Una sonrisa malvada sobresalía de su cara.
–Cómo puedes decir eso- Me adelanto pero Julieta me agarra del brazo y empieza a tironearme para alejarme de ella.
–Mejor anda con tu amiguita, ella conoce el camino- Gritaba sin importarle lo que los demás digieran.
-¿Qué estás haciendo?- Me saca de la cafetería.
-¿Sabes una cosa? No vale la pena- Julieta me suelta y comienza a caminar.
–Espero que nos deje en paz- Camino junto a ella.
–Sabes que no va a parar. Es la reina de este lugar y no va a dejar de serlo-
–Espero no cruzarme con ella de nuevo- No hablamos más.
Toco el timbre para entrar a clases. Los días empezaron a transcurrir. Cada vez las semanas se hacían más y más rutinarias. Cada día se hacía largo y aburrido, no pasaba nada nuevo en las clases, ni tampoco con los Dark Hunter. Siempre practicábamos pero sin tener ninguna experiencia real a la que enfrentarnos. Ya comenzaba hacer más una obligación que un placer. Mis clases con Jack eran siempre iguales, siempre practicábamos pero nunca hablábamos. Apenas si me veía cuando comenzábamos a practicar.
Hoy era miércoles, y un miércoles diferente al resto. Hoy no había clases. El director había dictado que tendríamos cada cuadro meses un día a la semana sin clases, pero el día era incierto, se sabría una semana antes. Pero lo que no paraban eran las clases de Dark Hunter.
Me desperté muy emocionada de que no hubiera clases, con las chicas habíamos planeado ir al pueblo y pasar el día allá, y cuando hablo de chicas me refiero a Elizabeth y Agostina, Julieta pasaba el día con Nehemías. Me vestí con un vestido color verde manzana y unas sandalias negras. Agarre mi bolso, metí mi teléfono, las llaves de la habitación y mi billetera. Íbamos a reunirnos en la cafetería.
Salí de la habitación y me sonó el teléfono, era un mansaje de Elizabeth, preguntando en donde estaba. Seguro ya estaban en la cafetería esperando y yo como siempre llegando tarde. Pero esta vez no fue culpa mía. Estaba bajando las escaleras casi llegando a la cafetería cuando me cruzo al menos pensado.
– ¿A dónde vas?- Jack se pone al frente.
–No te importa- Me cruzo de brazos.
–Es cierto no me importa, solo acordate que hoy tenemos práctica. No faltes o te mato- Se aparta.
–Ni filtis, pfff… como si se me fuera a olvidar- Sigo caminando.
Las encontré a las chicas esperándome al final de las escaleras, las dos estaban hablando y no se habían da do cuenta de que yo estaba bajando.
–Hola chicas, ¿ya están listas?- Les sonrío.