»—Antholyn—«
El final de clase tomo por sorpresa al grupo de alumnos que se había quedado después de clases para tomar sus rutinarias clases de fotografía.
Había sido un día muy lluvioso y el frío mezclado con un sinnúmero de tareas no hacían una buena combinación, aunque pocos chicos aún seguían con una sonrisa dibujada en sus rostro otros no dismulaban la irritación por haber estado todo el día sin el descanzo que había sido arruinado por la lluvia.
Antholyn Foxter salió de aquella aula siendo perseguido por su mejor amiga, Liliana Moon, ambos se habían conocido desde el kinder, según Liliana ella se había acercado a él por sus "preciosos" ojos verdes, pero con el paso del tiempo el notaba como su relación de amistad era más por costumbre, por lo menos de su parte.
—¡Antholyn, espérame!—Exclamó Liliana.
—¿Que quieres, Liliana?—preguntó Antholyn sin ocultar su poca emoción.
—¿Vamos este sábado a los bolos? Yo invito.
—No, iré el fin de semana al campo, quiero unas buenas fotografías.
—puedo acompañarte si quieres.
—puedo ir solo, adiós Lili—Se despidió por el viejo apodo que le había otorgado desde pequeño.
Caminó aún más apresurado intentando que su amiga diera a entender que no tenía ánimos de entablar una conversación y mucho menos ser acompañado.
Aún siendo uno de los chicosas sociables del instituto, al salir dejaba de serlo para convertirse en un chico distante que solo quiere estar "solo" cuando en realidad solo quiere evitar que el camino a su casa llegué a su fin.
Camino por los pasillos recordando como era su vida hace un año, como había cambiado todo de un movimiento tan drástico ¿Que sentido tenía llegar a una casa donde solo te esperan mil y un tormentos?
Al salir a fuera siento como al brisa fría chocaba con su rostro haciendo que mirara el cielo gris, sabía que pasaría todo el día en una lluvia, ni siquiera se molestó en colocar su capucha por si llovía, solo se encaminó hacia la salida y comenzar la triste caminata hacía su casa.
—¡Joven Foxter!—Exclamo una voz.
Por inercia giro su rostro hacia aquella voz que parecía tan conocida.
La directora Lucía Saénz venía hacía el a pasos rápidos con un sobre rojo en manos ¿Que quería aquella mujer? Pocas veces lo había llamado y cuando lo hacía era para que le hiciera algún mandado.
—Le han dejado esto—Dijo la directora Sáenz extendiéndole aquel sobre misterioso.
Frunció su ceño mirando con curiosidad aquel sobre ¿Quien le habrá dejado ese sobre? No tenía amigos y dudaba que ya le hubiesen aceptado en la editorial de Miami con tan solo una semana de haber mandado su solicitud como fotógrafo.
Tomo el sobre después de murmurar un suave «gracias» dejo que la maestra se fuera para disponerse abrir el sobre, la curiosidad de saber lo que contenía era demasiado como para esperar llegar a su "hogar"
Antes de poder sacar la tarjeta de aquella carta la vibración de su celular lo hizo olvidar por unos escasos segundos aquella carta.
Un número privado dudo por unos segundos tomar la llamada, pero ¿Que podría salir mal? Pensó que quizás era la editorial de revistas que le estaba llamando.
—¿Hola?—Susurro
—¿Listo para el juego?—Contesto una voz alterada—Espero que hayas recibido tu carta, Antholyn—Colgaron.
Tomo la carta para ver su contenido encontrándose con una nota del mismo color del sobre con letras negras.
«en la cabaña abandonada en el bosque.
Miércoles siete treinta de la mañana, si faltas tu lindo hermanito sufrirá las consecuencias
Att: Mr Bloody»
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»—Rayden—«
La taza de café ya había tomado el camino que la anterior que había tomado el agente Rayden Rowling.
Aquel agente de apenas veinte y cuatro años que había dedicado parte de su adolescencia a estudiar criminología y ahora a dedicarse a resolver crímenes en su país, aquel chico de ojos verdes cargaba con ojeras notables, creadas por a ver pasado toda la noche en la investigación del caso de Emely Moore aquella chica llevaba tres días desaparecida, la mayor parte del pueblo se encontraban alarmadas por el miedo de saber que había un secuestrador suelto en aquel pueblo.
Aunque Rayden Rowling desconocía mucho del pueblo no le constó mucho desenvolverse en el, por lo menos en lo que lleva desde la oficina de policías hasta si departamento que se separaban por cuatro calles.
Pero su objetivo en ese momento no era formar parte de aquel pueblo, sino encontrar aquella chica.
Si jefe, el señor whistler le había asegurado que si resolvía el caso tendría un ascenso para trabajar como agente en la central de agentes de Estados Unidos, sabía que era la oportunidad de su vida, una que tenía que aprovechar a maximo.
El sonido de la puerta de cristal que separaba la habitación de investigación con el pasillo se hizo escuchar cuando la agente Moon la abrí dejándose ver.
Rayden ni siquiera se molestó en girarse para encontrarse con ella, el sabía a la perfección que la única persona en ese lugar que se tomaba la molestia de entrar allí sin tocar era ella.
—¿Por qué aún sigues aquí, Rowling?—pregunto la agente Moon.
—Trabajo—Se limitó a contestar.
—Anoche no fuiste a dormir, necesitas descansar.
Rayden solo se limitó a hacer una buena de desagrado y siguió observando las pocas pistas que tenían, las cuales el estaba seguro que no llevarían a ningún lado el caso.
—¿Me estás escuchando?—Cuestiono Moon.
Rayden solo negó alejándose de ella para encaminarse hasta la cafetera con su taza en mano, había perdido la cuenta de cuántas tazas de cafés había tomado.
—Rowling, vaya a descansar, si no lo hace por las buenas hablaré con el jefe para que le prohíba el paso hasta pasado mañana—agrego Moon en amenaza.