5 parte, LAMENTOS EN LA OSCURIDAD:
Después de unos segundos se levanta:
Él toma su chaqueta y sale de la mina en dirección al pueblo. En el camino, compra una bolsa de alimento para perros y se la lleva consigo. Lo sigo de cerca aprovechando que no nota mi presencia.
Él se detiene en el basurero y comienza a silbar, observando a su alrededor.
Unos perros lo escuchan y comienzan a correr en su dirección. Él los alimenta y luego juega con ellos hasta que se marcha. Él los cuida y alimenta cuando estos animales son ignorados por todos. Camina por el pueblo, observando los puestos de las personas.
Para él fue difícil decirle a sus compañeros que la mina cerraría sus puertas.
Luego de estar pensativo un tiempo, se detiene.
Observa una muñeca de trapo a tamaño real, con un vestido rojo y violeta, con cabello negro hecho de hilos. Sus dos coletas caen sobre sus hombros, además de unos zapatitos hechos del mismo material del vestido.
—Es el regalo perfecto para Ginna, mi pequeña hija que cumple 10 años hoy mismo —le comenta al vendedor.
Él compra la muñeca para Ginna y, al tenerla en sus manos, la abraza. Por un momento, todas las preocupaciones y molestias se alejan. Decide aferrarse a ese sentimiento y continuar su camino, más relajado. Su celular suena y, al contestar, es su amigo quien le llama.
—¿Dónde estás?. Tenemos un problema en la mina. Parece ser que cinco tubos de ventilación se vinieron abajo. Sé que te fuiste temprano, pero necesito que regreses. Volverás a tiempo para el cumpleaños de tu hija —escucho decir desde donde me encuentro.
—Está bien, regresaré, pero en la tarde me iré. Hay un pastel que me espera en mi cocina —luego cuelga la llamada.
Al llegar, deja la muñeca en su casillero, luego sale y se dirige a la mina. Los daños son graves. En los sectores, tres mineros salieron heridos y deciden dar la alerta y evacuar el lugar. Las estructuras son viejas e incapaces de soportar derrumbes.
Él y su amigo, junto a otros trabajadores, se separan para dar aviso a los mineros que permanecían trabajando. Uno a uno, van saliendo del lugar del desastre.
No hay duda alguna, este hombre es Lázaro y estoy viendo lo que realmente pasó en este lugar. ¿Porqué ocultaron lo que realmente pasó?. Esto fue hace muchísimo tiempo, pero ¿por qué nadie habló sobre lo que pasó aquí solo inventaron historias y teorías alrededor de la única y verdadera verdad?.
Cuando no había nadie adentro, decidieron cerrar las puertas, pero el amigo de Lázaro le gritó a lo lejos. Estaba manchado de sangre y corrió hacia él. Éste le dijo alterado:
—¡Perdón, perdón!. No sabía que había tantos daños. Debimos cerrar antes.
El celular de Lázaro suena y, al ver el nombre de su hija, contesta tratando de sonar relajado para no alarmarla sobre lo que estaba pasando.
—Hola cariño, papi no puede hablar ahora. Estoy camino a casa y te tengo una gran y bonita sorpresa —la dulce voz de su hija se escucha al otro lado.
—Yo también te tengo una sorpresa, papi. Te estoy esperando en la oficina. Traje pastel y jugo de durazno, ¡el que tanto te gusta!. Pensé que podríamos disfrutarlo aquí. Sin embargo, no veo a nadie en la mina. Estoy afuera y ¡no veo a nadie! —le asegura la pequeña sosteniendo su celular mientras camina hacia el interior de la mina.
Ginna se acerca a un interruptor de luz para encenderlo, ya que la electricidad comenzó a fallar. Al subirlo, se producen varios cortes que la asustan. Ella comienza a correr para salir de ahí. Afuera, su padre se dirige al interior con la esperanza de llegar a tiempo al lugar donde se encuentra la pequeña.
Los trabajadores lo llaman, pero él no da explicación alguna. Toma el celular y la llama nuevamente, sin embargo, detiene su andar al llegar más allá de la sala de oficina. Ginna se encontraba frente a él, solo va hacia su cuerpo abrazándola y suspira aliviado. Pero Lázaro sabe que la mina podría venirse abajo en cualquier momento… con ellos ahí.