8 parte, EL REENCUENTRO:
Lázaro toma la muñeca y la observa, luego se arrodilla frente a nosotros. Sus ojos lloran mientras abraza fuertemente la muñeca.
—¡Eres libre!. El amor que sientes hacia tu hija jamás lo olvidaré. Es hora de que te vayas con ella y puedan estar juntos en la otra vida. Estoy segura de que ella te espera.
Lázaro levanta la mirada y luego toma mi mano. Nos sonríe a ambos y un destello de luz proveniente del interior de la mina hace que todos volvamos la mirada hacia atrás, mientras una dulce voz familiar pregunta:
—¡Papito, pensé que nunca vendrías!. ¿Porqué te tardaste tanto tiempo en venir conmigo Papá? —lo observa.
—Te esperé durante mucho tiempo.
—¿Mi Dios… Gina?
La muñeca que tenía en sus manos recobra el aspecto que tenía años atrás y nosotros nos asombramos al verla.
Él se levanta y nos agradece a ambos, luego se marcha hacia ella, antes de entrar a la luz silba mirando hacia afuera.
Todos los perros comienzan a entrar en la mina y se dirigen hacia la luz. Lázaro se inclina para tomar al animal que hace poco traía en brazos… el sabueso se levanta mientras juega con él. Ambos se marchan y la luz desaparece poco después.
La mina se derrumba por completo cuando salimos, casi nos aplasta, y podría jurar que esperó a que saliéramos para venir abajo. Aún no podemos creer lo que nuestros ojos presenciaron, y ambos nos dirigimos cada mes a colocar flores y velas en la mina.
Tiempo después nos damos cuenta de que la gente sepultaba los cadáveres de sus perros al lado de la mina, aquellos que acompañaban a Lázaro cada noche.
Estoy segura de que seguirá cuidando de los animales desde donde quiera que esté.
Nunca volvió a aparecer en la mina, ni en el pueblo.
Le levantamos un pequeño santuario a Lázaro y a Gina en aquellos casilleros donde la muñeca aguardó pacientemente durante todos estos años.
Ninguno de nosotros olvidará jamás lo que nos ocurrió en ese lugar. Jamás olvidaremos lo que presenciamos aquella vez.
Supongo que el amor es lo suficientemente fuerte para soportar los años y la distancia.
Ni los chicos ni yo hablamos más al respecto, la gente aún comenta la leyenda de San Lázaro a cada persona que viene al pueblo.
Pero nosotros… somos los únicos… que sabemos la única y verdadera… verdad.
fin