Era una tarde soleada en las calles adoquinadas de Manchester. Megan, la joven hija del multimillonario local, esperaba paciente a la entrada de su elegante mansión. Sus ojos color avellana miraban con ilusión hacia la acera, a la espera de que su mejor amiga Ashley apareciera.
"¿Dónde se habrá metido?" pensó Megan, jugueteando con un mechón de su cabello castaño. "La fiesta va a comenzar pronto y no puede hacerme esperar así."
De pronto, la delgada figura de Ashley apareció al final de la calle, caminando apresuradamente con su característico vestido floreado.
"¡Megan, lo siento mucho!" exclamó Ashley con voz agitada, deteniéndose frente a su amiga. "Mi mamá me hizo quedar a lavar los platos. ¿Crees que aún lleguemos a tiempo a la fiesta?"
Megan sonrió y tomó del brazo a Ashley. "Claro que sí, tonta. Vamos antes de que se nos haga tarde."
Las dos amigas comenzaron a caminar calle abajo, riendo y charlando animadamente sobre lo que les esperaba en la fiesta. Ignoraban por completo que, a lo lejos, unas sombras sospechosas les seguían los pasos.
De pronto, un estruendo proveniente del cielo las hizo detenerse en seco. Alzaron la mirada y quedaron boquiabiertas al ver un enorme barco aparecer entre las nubes, flotando majestuosamente.
"¿Pero qué...?" balbuceó Megan, sin poder creer lo que veían sus ojos.
Antes de que pudieran reaccionar, una escotilla se abrió en el costado del barco y una figura encapuchada descendió rápidamente. Megan y Ashley gritaron aterradas cuando el extraño sujeto se abalanzó sobre ellas y las arrastró de vuelta al barco flotante, desapareciendo en las alturas.
El silencio invadió la calle, mientras la gente atónita observaba cómo el misterioso barco se alejaba, llevándose consigo a las dos jóvenes amigas.
Megan y Ashley abrieron los ojos, aturdidas y confundidas. Se encontraban en una amplia y lujosa estancia dentro del misterioso barco volador.
"¿Dónde estamos? ¿Qué fue lo que pasó?" susurró Ashley, aferrándose con fuerza al brazo de su amiga.
Megan observaba a su alrededor, intentando comprender cómo habían terminado en ese lugar tan extraño. Las paredes estaban revestidas de madera oscura y había hermosos tapices colgando. Una gran lámpara de araña iluminaba la estancia.
De pronto, una alta figura se acercó a ellas. Era un hombre de rostro serio, vestido con un elegante traje negro.
"Bienvenidas a mi humilde hogar" dijo el hombre con voz grave. "Me llamo Alexander y este barco es el centro de mis operaciones."
Megan sintió que el corazón le latía con fuerza. "¿Operaciones? ¿Qué quiere decir con eso?"
Alexander esbozó una torcida sonrisa. "Digamos que me gusta coleccionar ciertas... joyas. Y ustedes dos serán una valiosa adquisición."
Las chicas se miraron horrorizadas, dándose cuenta de que habían sido secuestradas. Intentaron correr hacia la salida, pero de pronto un par de fornidos guardias les bloquearon el paso.
"No se molesten en intentar escapar" dijo Alexander con un tono burlón. "Este barco está diseñado para mantener a mis huéspedes a salvo. O al menos, a salvo de salir de aquí."
Megan y Ashley se abrazaron, aterradas ante la idea de quedar atrapadas en aquel lugar. Mientras tanto, el enorme barco volador se alejaba cada vez más, perdiéndose entre las nubes.
Megan y Ashley fueron escoltadas por los guardias a través de los fascinantes pasillos del barco. Mientras caminaban, no podían dejar de admirar los detalles de la ornamentada decoración, como si hubieran sido transportadas a la antigua China.
"¿Dónde estamos? Esto no parece un barco normal" susurró Megan a su amiga.
"No lo sé, pero todo esto es tan... extraño" respondió Ashley, contemplando los intrincados relieves de las paredes.
Finalmente, los guardias las llevaron a una enorme sala. Para su sorpresa, había varias otras chicas jóvenes sentadas en elegantes cojines, algunas charlando en voz baja mientras otras miraban por las ventanas, observando el cielo que se extendía a su alrededor.
"Bienvenidas a su nuevo hogar" dijo uno de los guardias con una sonrisa burlona, empujándolas hacia el centro de la habitación.
Megan y Ashley intercambiaron una mirada aterrada, sin saber qué les depararía el futuro en ese extraño lugar.
De pronto, la puerta se abrió y el hombre llamado Alexander entró, flanqueado por más guardias.
"Mis queridas joyas, me alegro de que hayan llegado a salvo" dijo con una falsa sonrisa. "Espero que se sientan cómodas aquí. De hecho, tengo una propuesta que quizás les interese..."
Las chicas lo miraron con recelo, mientras Alexander continuaba.
"¿Qué les parecería convertirse en mis asistentes personales? Tendrían el privilegio de servirme y de recibir a cambio todo tipo de... favores especiales."
Megan sintió que se le revolvía el estómago al escuchar esas palabras. ¿Qué clase de "favores" tendría en mente ese hombre? Miró a Ashley, quien parecía igual de aterrada que ella.
"¿Y si nos negamos?" preguntó Megan, intentando sonar valiente.
Alexander soltó una carcajada. "Oh, mi querida, no tienen opción. Bienvenidas a mi colección. Espero que disfruten de su estadía."
Sin más, el hombre se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Megan y Ashley rodeadas de otras chicas asustadas, preguntándose cuál sería su destino en ese misterioso barco volador
Megan y Ashley fueron escoltadas por los guardias a través de los fascinantes pasillos del barco. Mientras caminaban, no podían dejar de admirar los detalles de la ornamentada decoración, como si hubieran sido transportadas a la antigua China.
"¿Dónde estamos? Esto no parece un barco normal" susurró Megan a su amiga.
"No lo sé, pero todo esto es tan... extraño" respondió Ashley, contemplando los intrincados relieves de las paredes.
Finalmente, los guardias las llevaron a una enorme sala. Para su sorpresa, había varias otras chicas jóvenes sentadas en elegantes cojines, algunas charlando en voz baja mientras otras miraban por las ventanas, observando el cielo que se extendía a su alrededor.