Capítulo 12: El Viaje en Tren

El sol brillaba con fuerza sobre la mansión del lord cuando Nick y Stiven se despidieron. Con una mochila llena de provisiones y un mapa en mano, se dirigieron a la estación de tren. El aire estaba impregnado de emoción y anticipación, como si cada paso que daban los acercara a una nueva aventura.

Al llegar a la estación, el bullicio de la gente y el sonido de los trenes resonaban a su alrededor. Las locomotoras, coloridas y vibrantes, parecían cobrar vida, llenas de promesas de destinos lejanos. Nick, con su característico carisma, sonrió y dijo: "¡Mira, Stiven! ¡Es como un desfile de trenes! ¿Crees que podamos conseguir un sombrero de conductor?"

Stiven soltó una risa. "Tal vez después de encontrar el peluche, Nick. Primero vamos a París."

Una vez en el tren, se acomodaron en un compartimento junto a la ventana. Mientras el tren comenzaba a moverse, el paisaje se transformó rápidamente, con campos de flores y pequeños pueblos deslizándose ante sus ojos, como una pintura en movimiento.

“¡Mira eso!” exclamó Nick, apuntando hacia una granja con un gallo que cantaba con entusiasmo. “¿Crees que el gallo tiene una banda de rock o solo es un cantante solitario?”

Stiven se rió, disfrutando del humor de su amigo. “¡Tal vez deberíamos invitarlo a unirse a nuestro equipo!”

Mientras tanto, una señora mayor que se sentaba frente a ellos sonrió ante su conversación. Tenía un aire amable y vestía un sombrero adornado con flores. Stiven, recordando un poco de francés, decidió intentar hablar con ella. “Bonjour, madame. Comment allez-vous?”

La señora iluminó su rostro con una gran sonrisa. “Ah, bonjour! Je vais très bien, merci! Et vous?” Su acento era melodioso, y Stiven se sintió más confiado.

Nick, aprovechando el momento, se unió a la conversación. “¿Y qué tal el clima en Francia? ¿Está tan soleado como mi sonrisa?” dijo, guiñando un ojo.

La señora se rió, disfrutando de su humor. “Oh, sí, el sol brilla hoy. Pero no tan radiante como usted, joven.”

“¡Vaya! Tendré que poner mi foto en la portada de una revista,” bromeó Nick, causando que Stiven se tapara la cara con las manos, riendo de la vergüenza.

“¿A dónde van, jóvenes?” preguntó la señora, mientras el tren avanzaba por el paisaje.

“Estamos en una misión para encontrar un peluche muy especial,” explicó Stiven, sintiéndose orgulloso de su aventura. “Es un viejo gato negro que pertenece al lord de una mansión.”

La señora miró a Stiven con interés. “Un gato negro, ¡qué encantador! A menudo se dice que los gatos negros traen buena suerte.”

“¡Perfecto! ¡Entonces estamos en el camino correcto!” exclamó Nick, sonriendo ampliamente. “Aunque espero que no esté demasiado asustado por el viaje. No quiero que se desmaye.”

Mientras el tren continuaba su trayecto, la señora compartió historias sobre su juventud en París, llenando el aire con risas y anécdotas. Nick y Stiven se sumergieron en su relato, disfrutando del ambiente cálido y acogedor del tren.

Finalmente, el tren llegó a su destino: un pequeño pueblo encantador en las afueras de París. Las calles estaban adornadas con flores y las casas tenían un aire de cuento de hadas. Nick tomó una profunda bocanada de aire, sintiendo la energía del lugar.

“¡Mira eso, Stiven! ¡Es como un sueño!” exclamó Nick, su emoción palpable.

“Vamos a encontrar ese peluche, compañero,” dijo Stiven, con una sonrisa decidida. “La aventura apenas comienza.”

Con el pueblo ante ellos, los dos amigos se adentraron en lo desconocido, listos para descubrir los secretos que les aguardaban. La búsqueda del viejo gato negro se convertiría en una historia llena de risas, amistad y magia, donde cada paso prometía llevarlos a nuevas y emocionantes experiencias.

Al bajar del tren y sentir el aire fresco del pueblo, Nick y Stiven se miraron, emocionados. Las calles estaban llenas de vida, con gente riendo, niños jugando y el aroma de pan recién horneado flotando en el aire. Era un lugar que parecía sacado de un cuento, y su energía era contagiosa.

Mientras caminaban por una calle adoquinada, se encontraron con un grupo de artistas pintando murales coloridos en una pared cercana. "¡Mira eso, Stiven! ¡Tienen más colores que una caja de crayones!" exclamó Nick, mientras se detenía a admirar las obras.

De repente, un chico de cabello rizado y sonrisa amigable se acercó a ellos. "¡Hola! ¿Son nuevos en el pueblo?" preguntó con un acento encantador. "Soy Lucas, y puedo ayudarles a encontrar su hospedaje si lo desean."

"¡Eso sería genial!" respondió Stiven, sintiéndose aliviado de tener a alguien que conociera el lugar. "Estamos buscando un lugar donde quedarnos."

Lucas asintió con entusiasmo. "¡Síganme! Hay un pequeño hospedaje justo al final de esta calle. Es acogedor y tiene las mejores vistas del pueblo."

Mientras caminaban, Lucas les mostró los rincones más bonitos del lugar. "Aquí es donde se celebra la feria anual," dijo, señalando una plaza llena de coloridos puestos de comida. "Y allí, al lado del río, hay un hermoso jardín donde la gente viene a relajarse."

Nick, con su humor habitual, comentó: "¿Así que si encontramos un gato negro, quizás también encontremos un puesto de algodón de azúcar? ¡Eso sería un win-win!"

Lucas se rió. "¡Exactamente! Pero primero, debemos encontrar ese gato."

Al llegar al hospedaje, una encantadora casa de madera con flores en los balcones, Lucas abrió la puerta con un gesto. "Aquí estamos. ¡Bienvenidos a 'La Casa del Gato Soñador'!"

El interior era acogedor, con paredes decoradas con fotografías de antiguos visitantes y un ambiente cálido. Una anciana sonriente los recibió en la entrada. "¡Bienvenidos, bienvenidos! Soy Madame Claire, y este es su hogar mientras estén aquí."

Nick sonrió, sintiendo que ya se sentía como en casa. "¿Tienen gatos aquí? Porque parece que estamos en el lugar correcto para encontrar uno."

Madame Claire soltó una risa suave. "¡Oh, sí! Tenemos un gato negro llamado Nino que pasea por aquí. Es un verdadero aventurero, al igual que ustedes."