La noche era fría y oscura en las calles . Nick y Stiven se encontraban tranquilamente en su humilde hogar, charlando y riendo mientras disfrutaban de una cena sencilla. Acababan de regresar de una de sus habituales excursiones al campo, donde solían pasar largas horas contemplando el cielo y soñando con nuevas aventuras.
De pronto, un fuerte golpe seguido de un estruendo sacudió la casa, haciendo que ambos saltaran de sus asientos, sobresaltados. Alguien había derribado la puerta principal con violencia.
- ¡Nick, ¿qué fue eso?! - exclamó Stiven, visiblemente alarmado, mientras se ponía de pie de un salto.
- No lo sé, pero será mejor que vayamos a investigar - respondió Nick, tomando rápidamente un viejo bate de béisbol que guardaba cerca, listo para defenderse.
Cuando salieron a la sala, se encontraron con un grupo de hombres vestidos de negro, empuñando armas. Nick y Stiven se miraron, conscientes de que estaban en grave peligro.
- ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren? - gritó Nick, intentando mantener la calma a pesar del miedo que sentía.
Uno de los hombres, de aspecto intimidante y ojos fríos, dio un paso al frente.
- Ustedes tienen algo que nos pertenece - dijo con voz grave y amenazante-. Y hemos venido a recuperarlo.
- No tenemos nada de ustedes - replicó Stiven, retrocediendo lentamente hacia la cocina, buscando algún objeto con el que pudiera defenderse.
- Oh, sí lo tienen - respondió el hombre, esbozando una sonrisa siniestra-. Y vamos a asegurarnos de que nos lo devuelvan, cueste lo que cueste.
Nick apretó con fuerza el bate, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza. Stiven tragó saliva, sintiendo que el miedo lo invadía. Ambos sabían que se avecinaba una batalla que podría cambiar sus vidas para siempre.
- ¿Qué es lo que quieren? - preguntó Nick, tratando de ganar tiempo y buscar una forma de escapar.
- Lo que ustedes robaron del barco volador - respondió el hombre, con una mirada penetrante-. Sabemos que lo tienen, y lo queremos de vuelta.
Nick y Stiven se miraron, sorprendidos. ¿Cómo podían saber eso? ¿Acaso alguien los había traicionado? El pánico comenzó a apoderarse de ellos mientras entendían la gravedad de la situación en la que se encontraban.
Sin mediar más palabras, los hombres armados se lanzaron al ataque, dispuestos a todo por recuperar lo que consideraban suyo. Nick y Stiven se prepararon para la batalla, sabiendo que su única opción era defenderse con todas sus fuerzas.
Nick y Stiven se abalanzaron en diferentes direcciones, esquivando los ataques de los hombres armados. Nick, con el bate en alto, logró golpear a uno de los intrusos en el hombro, haciéndolo retroceder con un grito de dolor.
Stiven, por su parte, había logrado tomar un cuchillo de la cocina y se defendía como podía, evitando los disparos que le llovían. En medio del caos, ambos jóvenes intentaban mantener la calma y buscar una vía de escape.
- ¡Stiven, tenemos que salir de aquí! - gritó Nick, mientras bloqueaba un golpe con el bate.
- ¡Lo sé, pero no sé cómo! - respondió Stiven, desesperado, mientras retrocedía hacia la puerta trasera.
Justo en ese momento, uno de los intrusos logró atrapar a Stiven por detrás, inmovilizándolo. Nick, al ver esto, soltó el bate y se lanzó sobre el hombre, forcejeando con él para liberar a su amigo.
La lucha era encarnizada, con golpes, empujones y gritos que retumbaban en la pequeña casa. Nick y Stiven estaban superados en número y fuerza, pero se negaban a rendirse. Sabían que si caían en manos de esos hombres, su vida correría grave peligro.
De pronto, un estruendo proveniente del exterior les hizo detenerse por un instante. Algo estaba sucediendo afuera, algo que parecía haber distraído a los intrusos.
Nick y Stiven aprovecharon la oportunidad y, reuniendo todas sus fuerzas, lograron liberarse del agarre de sus captores. Sin pensarlo dos veces, corrieron hacia la puerta trasera, huyendo a toda velocidad.
- ¡Vamos, Stiven! ¡Tenemos que salir de aquí! - gritó Nick, mientras corría por los callejones oscuros, sin saber a dónde los llevaría su desesperada huida.
Stiven lo seguía de cerca, con el corazón latiéndole a mil por hora. Ambos sabían que sus vidas habían cambiado para siempre, y que el peligro aún los acechaba. Pero en ese momento, lo único que importaba era escapar, y sobrevivir a esa aterradora noche.