Nick y Stiven lograron escapar de la casa y huir por los oscuros callejones de La Paz. Corrían desesperadamente, sin saber a dónde ir, con el miedo y la adrenalina recorriendo cada fibra de su ser.
Finalmente, agotados, se refugiaron en un pequeño callejón, intentando recuperar el aliento. Nick miró a su amigo, preocupado.
- ¿Estás bien, Stiven? ¿Te lastimaron?
- Estoy bien, pero... ¿qué demonios fue todo eso? ¿Quiénes eran esos sujetos y qué querían de nosotros? - respondió Stiven, aún temblando.
Nick negó con la cabeza, confundido.
- No lo sé, pero parece que tienen algo que ver con el barco volador. Dijeron que habíamos robado algo que les pertenecía.
Stiven palideció al escuchar esto. Recordó el misterioso objeto que habían encontrado durante su última expedición al campo, y cómo lo habían guardado con recelo, sin saber qué era.
- Nick, creo que sé a lo que se referían. Tenemos que esconderlo, no podemos dejar que lo encuentren.
Antes de que pudieran decir algo más, un ruido los sobresaltó. Alguien se acercaba. Rápidamente, Nick y Stiven se ocultaron detrás de unos contenedores de basura, preparados para enfrentar lo que viniera.
Dos hombres aparecieron en el callejón, buscando a su alrededor. Uno de ellos, que parecía ser el líder, habló con voz grave.
- Sé que están por aquí. No tienen a dónde ir. Será mejor que salgan y entreguen lo que robaron, o las cosas se pondrán muy feas para ustedes.
Nick y Stiven contuvieron la respiración, rezando para que no los encontraran. Pero su escondite no duró mucho, pues uno de los hombres logró verlos.
- ¡Ahí están! - gritó, señalándolos.
Los dos jóvenes no tuvieron más opción que salir de su escondite, enfrentando a sus perseguidores. Nick, pensando rápidamente, tomó una barra de metal que había cerca y se preparó para defenderse.
Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, uno de los hombres sacó una jeringa y se abalanzó sobre él. Nick sintió un pinchazo en el brazo y luego todo se volvió oscuro a su alrededor.
Stiven, aterrorizado, observó cómo su amigo caía inconsciente al suelo. Intentó correr, pero fue rápidamente capturado por el otro hombre.
- ¡Suéltenlo! ¡Nick! - gritó Stiven, luchando desesperadamente.
El líder del grupo se acercó a Nick, observándolo con una sonrisa siniestra.
- Bien, bien, miren lo que tenemos aquí. Ahora, será mejor que ustedes dos nos digan dónde está el objeto que robaron, o las cosas se pondrán muy feas para su amigo.
Stiven palideció al escuchar esto, sintiendo que el terror lo invadía. ¿Qué harían ahora? ¿Cómo salvarían a Nick?
En ese momento, una voz profunda y grave se escuchó en el callejón, proveniente de las sombras.
"Ustedes han interferido en mis planes por última vez. Es hora de que paguen por lo que hicieron."