La batalla entre Stiven, Nick y los hombres de Li Xing se había tornado cada vez más violenta e intensa. A pesar de su valentía, los jóvenes se encontraban en clara desventaja numérica.
Nick, aún débil por el efecto del veneno, luchaba con todas sus fuerzas, pero los golpes de los matones chinos empezaban a pasarle factura. Stiven, por su parte, estaba cada vez más exhausto, sin poder mantener el ritmo de la pelea.
En un momento de descuido, uno de los secuaces de Li Xing logró golpear fuertemente a Nick, haciéndolo caer al suelo. Stiven intentó llegar hasta él, pero fue sujetado por otros dos hombres.
Li Xing, con la ropa desgarrada y el rostro ensangrentado, se acercó a Nick, que yacía inmóvil. Comprobó su pulso y esbozó una siniestra sonrisa.
- Tal parece que el veneno está haciendo efecto. Es una lástima, realmente quería interrogarlo. Pero bueno, al menos me he deshecho de uno de ustedes.
Luego se volvió hacia Stiven, que lo miraba con desesperación.
- Y ahora, es tu turno.
Pero en ese momento, el ruido de las sirenas de policía se escuchó a lo lejos, acercándose rápidamente. Li Xing palideció, dándose cuenta de que habían sido descubiertos.
- ¡Maldición! ¡Vámonos de aquí! - gritó, haciendo una seña a sus hombres.
Los matones soltaron a Stiven y siguieron a su jefe, huyendo a toda prisa del callejón. Stiven se arrodilló junto a Nick, desesperado.
- ¡Nick! ¡Nick, resiste! ¡Tienes que estar bien! - gritaba, sacudiéndolo suavemente, pero su amigo no respondía.
Las sirenas se oían cada vez más cerca. Stiven miró a su alrededor, sin saber qué hacer. Tenía que encontrar una forma de salvar a Nick.
De pronto, recordó la información que había encontrado sobre el misterioso barco volador y el veneno utilizado por Li Xing. Todo apuntaba a que la única cura posible se encontraba en China, en manos de aquella peligrosa mafia.
Sin perder más tiempo, Stiven levantó a Nick con esfuerzo y comenzó a arrastrarlo fuera del callejón, rumbo a la única esperanza que les quedaba.
Tenía que llegar a China y encontrar la cura, antes de que fuera demasiado tarde para su amigo.