Prefacio

Jeid Gorwel sientió que todo estaba destruido, que ya nada podría volver a ser igual. Su familia se había ido, sus amigos habian huido. Sabia que con ella viva, solo estaba siendo un estorbo para la humanidad, que solo estaba intentando evitar lo inevitable; la muerte, a la cual le habia huido por varios años, por lo que afrontó y aceptó de una vez, que ese era su destino... la muerte.

Ni una navaja contra sus venas, ni dos frascos enteros de pastillas para dormir, ni un edificio de seis pisos pudo hacer cumplir el objetivo de Jeid. Lo único conseguido se resume a; heridas físicas, y heridas emocionales sin posible cura. La Amnesia... la peor de todas.

A veces dicen que no recordar lo peor de nuestro pasado es lo mejor para recuperar un poco de nuestra paz mental,  pero para Jeid no era lo mejor... pues ella había visto al asesino, ella había visto a la persona que había matado a sangre fría a toda su familia, ella podía encontrarlo, pero su impulsivo intento de suicidio no se lo permitió.

Ahora, él anda suelto, probablemente trazando su próximo homicidio, vigilando a su siguiente victima, y afilando los cuchillos con los que apuñalará a todos los restantes Gorwel.

Al menos eso creía Jeid... lo que no sabía, era que ese sujeto tenía un plan armado desde el día en que asesinó a su familia. Él sabía cada paso en falso que Jeid daría, él sabía que la pequeña se relacionaría con todos esos a los que él les había jodido la vida.

Un pueblo entero, siete personas, un asesino.

Ya el plan estaba trazado, ya todo él lo había ideado.

Y los demás estaban unidos, unidos por algo, por una razón y un objetivo, el cual ellos solían llamar:

"El misterio que nos une"