El Momento Eterno

7: Dime si lo sientes

—Espera Annette —papá se asoma en la sala de estar.

Suspiro, de nuevo otra interrupción. Ahora mismo lo único que quiero hacer es ir con Marcus y descubrir que nueva aventura tiene preparada para mí, no tengo ganas de hablar con papá.

Me cruzo de brazos. — ¿Qué pasa?

Él me hace una seña para que lo siga a la cocina. —Hoy no quiero que vayas a la tienda, te necesito aquí.

Resoplo. — ¿Qué? Um, yo prefiero estar allá.

—No, escucha —se acerca a la cafetera, toma una taza blanca y se sirve un poco—. Necesito que estés aquí todo el día, desde ahora.

—No —contesto automáticamente—. ¿Por qué? ¿Para qué?

Da un trago largo antes de responderme. —Marissa vendrá.

Siento una ola en mi interior, una que arrastra tantas emociones y se estrellan contra mi pecho. — ¿Marissa? ¿Por qué vendrá? —él no me contesta y luego lo entiendo—. ¿La invitaste? ¿Invitaste a tu novia a esta casa?

Suspira. —Escucha, sé que es difícil para ti pero necesito que convivan con ella.

Él no sabe nada. —Yo no… yo tengo que irme ahora.

Niega. —No, esta vez te quedarás aquí y vamos a esperar a que Marissa venga, ¿entendido?

Presiono mis puños con fuerza. —Está bien —me rindo, conozco a mi padre y él es mucho más necio que yo—. ¿Al menos puedo ir a dar una vuelta? Realmente me ayuda a despejar la mente.

Él mira hacia el reloj. —Ella está en camino, vendrá en una hora más o menos y quiero que estés aquí.

Asiento, viendo hacia el reloj. —Lo prometo, vendré en un rato, no me tardaré —solo necesito ir a avisarle a Marcus que hoy no podré verlo.

—Ve —levanta el mentón—. Pero si no regresas a tiempo, Annette, vamos a tener una conversación.

No hemos tenido una conversación en mucho tiempo. —Lo haré, ahora regreso.

Me giro y esta vez, comienzo a correr.

Marcus se ha convertido en alguien que me ayuda a escapar de mi realidad, cuando estoy con él dejo de pensar en mis problemas y en todo lo que me hunde emocionalmente. Hoy más que nunca me gustaría pasar tiempo con él en lugar de estar con papá y su novia.

Cuando cruzo la calle estoy cerca de las tiendas y de perder mis pulmones, realmente necesito hacer más ejercicio.

Veo la figura de Marcus recostado sobre el poste de luz, bajo el ritmo y me acomodo el cabello, paso mis manos por la cara intentando lucir mejor aunque seguramente estoy fallando.

Él eleva el rostro y me sonríe. —Annette.

Me detengo frente a él. —Lo siento, hoy no podré quedarme contigo mucho tiempo en realidad solo tengo como unos diez minutos.

Frunce el ceño. — ¿Estás bien?

Asiento. —Sí, sí, es solo que —hago una pausa para retomar el aire—, mi papá y su novia, bueno, ella vendrá en una hora o algo así y quiere que esté presente.

—Ah, entiendo —Marcus dice—. Supongo que tendremos que suspender nuestra aventura de hoy.

Me gustaría tanto quedarme con él y olvidarme de papá y Marissa pero no puedo. —Sí, supongo.

Marcus me observa por varios segundos mientras que yo respiro profundo. — ¿Corriste hasta acá para avísame?

Asiento tres veces. —Tenía que decirte de alguna forma, no tienes teléfono.

Sonríe mostrando sus dientes. —Lo siento por eso, necesito uno —levanta su mano y peina un mechón por encima de mi cabeza—. Me siento alagado que hayas venido corriendo hasta aquí solo por eso.

Bajo la mirada. —Sí, bueno…

Retira su mano. — ¿Quieres que caminemos de regreso, juntos?

Puedo sentir cosquillas en mi estómago. —Sí, está bien, gracias.

—Vamos —pide—. Entonces, ¿crees que mañana nos podamos ver?

No estoy segura de eso, no sé si papá me obligará a quedarme el tiempo que Marissa esté por aquí. —Bueno, espero que sí.

Aprieta sus labios y me mira. —Mañana… espero que nos podamos ver, hoy será raro no pasar tiempo contigo.

Trago saliva. —Yo también espero que pueda.

—Entonces tu papá tiene novia —su mano roza la mía—. ¿No te agrada? ¿Es molesta?

Exhalo, bajando los hombros. —Primero que nada, casi ni la conozco. La veo ocasionalmente y ni siquiera creo que se sepa mi segundo nombre.

— ¿Cuál es tu segundo nombre? —pregunta Marcus.

Resoplo. —Jolene —mi corazón se encoje al pronunciar ese nombre—. Como mamá.

Marcus se detiene y toma mi brazo para que yo lo haga también. —Annette Jolene, me gusta cómo suena tu nombre.

Le sonrío un segundo antes de bajar la vista al suelo. —Gracias.

—Oye, sé que nos conocemos muy poco pero, si necesitas hablar con alguien sobre lo que sea, soy tu chico —afirma.

Muevo mis ojos de regreso a los suyos y lo siento en ese momento, siento algo distinto a lo que he sentido con cualquier otra persona. Marcus me observa con esos ojos de miel y sonríe con esos labios rosados.

Y ahora solo quiero quedarme aquí, con él, por mucho tiempo.

Me obligo a apartar la mirada luego de unos segundos, Marcus solo es una distracción y nada más. No puedo dejar que sea algo más para mí. No es solo por su “reputación” sino por mí, por mi corazón herido y porque ya no soportaría más golpes.

—Gracias —susurro.

—Vamos —coloca su mano sobre mi espalda para que sigamos avanzando de regreso a la casa de mis abuelos.

Miro hacia la playa y recuerdo las veces que solía correr junto con Grace mientras mamá nos perseguía. Tanto ha cambiado tan rápido, ni siquiera noté cuando perdí esa vida.

— ¿Hay algo que te gustaría hacer este verano? —Pregunta—. ¿Algo que sientes que tienes que hacer antes de morir?

Resoplo. —Son demasiadas cosas.

—Dime —pide.

Miro hacia el cielo, desde ya el sol ilumina todo a su paso. —Bueno, me gustaría hacer algo extremo, como tirarme de un paracaídas o algo de ese estilo —digo—. También me gustaría nadar, porque no sé nadar y sobre todo, quisiera encontrar un lugar donde pudiera dormir viendo las estrellas.

—Qué casualidad, todo eso está en mi lista también —lo veo y él sonríe—. Digo, mi lista es interminable, soy de ese tipo de personas que quiere hacer de todo. Soy un experto en nada y conocedor de mucho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.