— ¿Tienes que regresar temprano? —pregunta, cuando nos alejamos de la tienda.
Suspiro. —No —aunque no lo sé.
Coloqué mi teléfono en silencio así no noto si mi padre me ha contactado o no, prefiero ignorar la realidad por unas horas.
—Genial porque necesitaremos que esté oscuro para lo que quiero mostrarte —afirma—. Mientras tanto, ¿quieres ir a comer algo?
Asiento, no tengo hambre pero eso no es importante ahora. —Claro, ¿En qué estás pensando?
—Uh, sé que te gustará —junta las manos—. Hay un puesto de comida, es uno de esos pequeño camiones y preparan algo como pizza pero en forma de hamburguesa, sé que no tiene sentido pero cuando las veas lo entenderás.
Me encojo de hombros. —Suena genial.
—Bien —coloca su brazo sobre mis hombros—. Me alegra que hayas venido, sin ti ahora mismo estaría en mi habitación frente al ventilador.
Sonrío. —Yo también, estaría en mi habitación.
Al tenerlo así de cerca puedo sentir la mezcla entre esos desodorantes para chicos y un suave aroma a coco. Es una combinación que no esperarías que funcionara bien pero lo hace.
— ¿No te descubrieron ayer, verdad? No quiero meterte en problemas.
Niego, recordando la noche en la playa. —No, todo bien.
—Me alegro —hace una pausa—. Esta vez no viniste con el rubio.
Suelto una pequeña risa. —Ah, August…
—August —repite—. ¿Desde cuándo lo conoces?
Respiro profundo al sentir el aroma de comida, levanto la mirada y noto que hemos pasado frente a un restaurante de comida china. —Bueno, desde ahora básicamente. Sabía que existía pero no lo había conocido.
— ¿No? Parecen cercanos —afirma.
Niego. —No lo somos, me llevo bien con él hasta ahora pero no nos conocemos realmente.
Como Marcus y yo, aunque con él se siente diferente.
Marcus y yo caminamos hasta una parte de la playa, cerca del paseo marítimo y aquí hay varios camiones de comida, unos más grandes y otros del tamaño de una van. Hay mesas con sillas plegables y unas bocinas que dejan escuchar música muy veraniega.
—Esto no está todo el día —me explica—. Vienen solo tres días a la semana, desde las cuatro de la tarde hasta medianoche.
—Vaya —digo.
Marcus se separa de mí para señalar el del fondo. —Ese es el que quiero que pruebes, quizás mañana puedas venir conmigo para probar comida de los otros camiones.
Sonrío. — ¿Haciendo planes para mañana?
Me da un empujón con el hombro. — ¿Es tan malo que quiera ser el mejor guía turístico de Flores?
Bufo. —Esto es más como turismo gastronómico, ¿no?
Nos acercamos al camión, hay una pequeña fila como en los otros. Veo al cielo, está comenzando a oscurecerse aunque aún no se han encendido los postes de luz.
Es nuestro turno de ordenar. Veo el menú colocado en un rotulo al lado, son pizza, palitos rellenos de queso mozzarella, mini pizzas, algo llamado Las Especiales y más pizza.
—Hola Ryan —Marcus saluda al hombre con una camisa sin mangas y un gorro rojo—. Dame dos Especiales y dos refrescos, por favor.
—Claro —noto que tiene un acento, aunque no estoy segura de dónde—. ¿Qué sabor?
— ¿Fresa? —me mira y asiento.
Marcus saca dinero y paga. Me hago una nota mental para invitarlo las próximas veces que vengamos a comer, él me ha dado varias cosas hasta ahora.
Al lado de Ryan hay una mujer y un chico que se encargan de preparar la comida. Se mueven de un lado al otro mientras esperamos por la comida, el chicos nos entrega los refrescos y le hace un gesto a Marcus saludándolo.
Pocos minutos después, la mujer extiende dos platos de cartón con la comida. Yo los tomo mientras Marcus lleva los refrescos.
Cuando caminamos a una mesa vacía, observo lo que estoy sosteniendo. Con pan que parece del que usan en las pizzas, hicieron un sándwich con queso, jamón, peperoni, otra capa de queso y vegetales.
Entre más observo esto, más se me antoja. Nunca había visto algo así, es una pizza básicamente, pero presentada de otra forma y me agrada.
—Listo —Marcus deja los regresos sobre la mesa y toma la comida de mis manos—. ¿Cuál quieres?
Me encojo de hombros. —Cualquiera.
—Esta —me da una y luego, nos sentamos.
Tomo “La Especial” y le doy una mordida, el queso se funde con los ingredientes y me encanta. El almuerzo que tuve hoy cuesta unas seis veces más que esto (o más) pero esto es muy bueno, realmente.
— ¿Qué es lo que quieres que vea más tarde? —pregunto.
Antes que Marcus pueda responderme, dos chicas se acercan a él. — ¡Mark! —una de ellas, cabello largo y lacio sonríe ampliamente, la otra me mira por un segundo y luego sonríe en dirección a él.
—Aubrey, Nina —saluda él, levantándose.
La chica de cabello tan largo que le llega a la cintura me mira, sonríe y levanta la mano. —Hola.
—Ah —Marcus usa ambas manos extendidas para señalarme—. Es Annette, está de visita por verano y supongo que… ustedes también.
—Hola Anne, soy Aubrey —se presenta—. Sí, hemos vuelto a Flores y estamos listas para continuar con nuestros veranos interminables.
La otra chica lleva el cabello por debajo de los hombros, unas gafas de sol con marco rojo brillante y unos collares coloridos. Nina, mira a Marcus por un par de segundos antes de hablar. —No te vimos en el muelle, estuvimos ahí.
—Lo sé —rasca su cuello—. He estado ocupado.
Nina voltea conmigo. —Hola, ¿Annette, verdad? ¿Cómo conociste a Marcus?
—Su abuelo está… tiene la tienda, al lado de la de mi tío, ella es su nieta —explica.
Nina abre la boca un poco, sonriendo también. — ¿De verdad? Vaya, tu abuelo tiene mucho dinero, ¿no?
—Nina —Aubrey le da un codazo.
Nina sacude la mano en el aire. —No es nada malo, desearía ser de una familia rica, todo sería más fácil.
Aubrey vuelve a verme. —Deberías venir al muelle —señala a Marcus—. Vengan ambos, así Anne se integra con todos.
Marcus baja la mirada por unos segundos. —Bueno, Annette tiene cosas que hacer pero quizás después.
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Editado: 06.06.2025