— ¿Por qué no contestas el teléfono? —Papá me regaña antes de siquiera entrar a la casa.
Suspiro, ajustando mi bolsa. —Porque no lo escuché, estaba en la playa donde había música —eso no es mentira.
Él me mira por unos segundos y luego frota sus sienes. —Annette, ¿Dónde estabas? No puede salir solo así, ni siquiera conoces este lugar lo suficiente.
Toco mi cabello. —Quería ir a la playa y comer, eso es todo.
Cruza los brazos, negando. Desearía que me dejara entrar a mi habitación y se olvidara de mí en lugar de fingir que le importo tanto. —Pudiste habernos dicho, pudiste ir con Grace y con August.
Ya no le respondo nada más, no vale la pena.
Se gira y deja la puerta abierta cuando entra para que yo lo siga. Cierro la puerta cuando lo hago, de la cocina camina Marissa sosteniendo una copa con algo que seguramente es vino.
—Íbamos ir a cenar —papá murmura—. Ahora será mañana y no quiero que te vuelvas a ir sin avisar.
Marissa camina hacia donde estamos, sonríe. —No seas tan duro con Anne, es una chica joven y quiere disfrutar, ¿no es así?
Preferiría que no se metiera pero al menos, no está en mi contra así que solo me encojo de hombros.
—Pues la noche aun es joven, ¿no? Puedes unirte con Gracie y August, están nadando atrás.
—En realidad, iré a tomar una ducha —digo.
Paso a un lado de papá para subir las escaleras, cuando llego a mi habitación puedo escuchar a través de la ventana la risa de mi hermana. Seguramente está pasándola genial con August.
Me dejo caer sobre la cama y cierro los ojos, es así que mi cerebro me lleva de vuelta a ese beso con Marcus. Automáticamente sonrío, recordando sus labios suaves y su pequeñísima barba tocando mis mejillas.
Abro los ojos aun sonriéndole al techo, con el estómago lleno de mariposas. Esto es algo que tengo que controlar, tengo que recordarme que Marcus es un chico que se quedará en este lugar y yo me iré. Aquí dejaré a la arena, la tienda del abuelo y al chico que ocupa todos mis pensamientos.
No existen las almas gemelas, ni el “para siempre” todo se acaba y nadie realmente está destinado a estar contigo. Esto es lo que me he repetido por años y lo seguiré haciendo en este verano, una y otra vez.
Llevo mis dedos a mi labio inferior y recuerdo su aroma a mar, coco y desodorante.
Sin levantarme de la cama, estiro el brazo para tomar mi bolsa y buscar dentro las pulseras improvisadas que hicimos. Tomo una y aunque el brillo está por extinguirse, sigue una pequeña señal de ese momento. Esta es la prueba que eso fue real.
No sé cuánto dormí pero unas risas y voces me despiertan.
Salgo de la cama aun escuchando ese ruido, me asomo por la ventana empujando la cortina a un lado y noto que al frente, hay dos chicas junto con mi hermana. Entorno los ojos y las reconozco, son Evie y Jackie, las mejores amigas de mi hermana.
Arrugo la nariz, esto es genial. No solo tengo a Marissa y a su hijo sino que ahora, tengo a dos chicas con complejos de princesas. Como mi hermana.
Me lanzo de nuevo a la cama, coloco la almohada sobre mi cabeza aunque por solo unos segundos porque el calor es demasiado. Me retiro la almohada y bostezo, dándome vueltas en la cama hasta quedar de espaldas al techo, con el cuerpo hacia abajo.
Escucho cuatro golpes rápidos en mi puerta. Pienso que quizás puede ser papá así que finjo no escucharlo pero luego, la voz de August me dice: — ¿Estás despierta?
Frunzo el ceño y elevando la voz para no moverme, pregunto: — ¿Qué pasa?
August contesta: — ¿Puedo entrar? Por favor.
Exhalo lentamente, me muevo para acomodar mi cabello y mi camiseta. —Entra —digo, sentándome en la orilla de la cama.
August lleva una camiseta negra y pantalones cortos, también una gorra y uno de esos relojes inteligentes. Está sudando por el cuello y la frente, cierra la puerta detrás de él recostándose en la pared. —Tu hermana me da miedo.
—Eh, ¿Qué? —es demasiado temprano para esto.
Aunque en realidad, creo que no es tan temprano.
— ¿Por qué tu hermana está con esas chicas? ¿Quiénes son? —pregunta.
Aun se puede escuchar sus risas. —Porque son sus amigas y las invitó aquí —no recuerdo que me haya dicho si le preguntó a los abuelos.
Él suspira.
Entorno los ojos. — ¿Por qué estás aquí? Parece que te ocultas y, ¿Por qué dices que mi hermana te da miedo?
August se desliza por la pared hasta sentarse en el suelo. —Porque fui a correr y cuando estaba cerca, escuché que tu hermana le decía a sus amigas que “estaban de suerte” porque estaba viviendo con… conmigo, pero usó otras palabras.
Me cubro la boca para ocultar mi sonrisa. — ¿Y eso te da miedo? Pensé que te gustaba la atención femenina.
Arruga la frente. —Me encanta pero ellas son menores, ¿no?
—Sí… —hago una mueca—. No tanto, un año.
Saca la lengua. —Sí… pero no sé, parece más joven y no estoy en eso —pasa la mano por su rostro—. Y es raro, ¿no? Nuestros padres…
Suelto una carcajada. —Eres tan raro, te veo todo el tiempo serio y luego me dices que te asusta la atención de mi hermana.
Me observa durante unos segundos, luego eleva las cejas. —Tú… ¿Dónde estabas ayer?
Trago saliva. —Aquí.
—Cuando te fuiste, tu papá te buscó y tu abuelo dijo que estabas con “unos amigos” pero creo que era un amigo, ¿no?
Y otra vez, recuerdo el beso de Marcus. —Um, ¿Por qué preguntas?
—Porque no voy a estar aquí encerrado con tu padre —hace una pausa—, sin ofender, pero sabes… no quiero ver a mamá de “novia” con tu padre mientras tu hermana y sus amigas me coquetean, me volveré loco.
Creo que es un poco dramático. —Ajá…
—Pero tú tampoco quieres eso —se levanta rápidamente y se sienta a mi lado—. Yo tengo tu pase de salida y tú el mío, ¿lo entiendes?
Creo que sí. — ¿Cuál es el plan?
Toca mi hombro y baja la voz. —Vamos a fingir que queremos pasar tiempo, yo te saco de este lugar y luego te ves con tu chico playero y luego yo voy por ahí, a obtener más atención femenina que no se sienta incomoda.
#212 en Joven Adulto
#3558 en Novela romántica
amor de verano, secretos amor verdadero y complicado, opuestos se atraen
Editado: 06.06.2025