—Esto es un asco —August mastica la barra de chocolate.
Veo su mano sosteniendo el caramelo. — ¿No te gustó?
Resopla. —No esto, Annette —suspira—. Me refiero a que hemos estado casi todo el día en este lugar, creo que la bibliotecaria está comenzando a preocuparse.
Es cierto. August y yo nos quedamos en la biblioteca por unas horas y al principio si revisamos algunos libros pero luego salimos a comprar unos snacks a la máquina expendedora de afuera y los entramos cautelosamente de nuevo a la mesa que adoptamos como nuestra, al fondo del lugar, cerca de una ventana.
Dejamos los libros a un lado y ambos usamos el internet gratis de este lugar, luego nos aburrimos y comenzamos a hablar de nuestras vidas en la escuela pero ya no hay más temas (al menos no de los que no son personales)
— ¿Regresamos? —le pregunto.
Mira la hora del teléfono, casi las dos de la tarde. —Sí, supongo que es momento de regresar. No puedo escapar de esas niñas y tú de tu padre.
Eso se sintió como una bofetada. — ¿Qué?
Él ordena los libros que tomamos, los apila por tamaño. —Sé que odias estar ahí.
—No odio estar ahí, ¿De qué hablas? Vivo con mi padre, viviré unos meses más con él. No odio a papá —me defiendo.
—Nunca dije eso —se levanta, la silla rechina contra el suelo gastado.
— ¿Por qué actúas como si sabes lo que pienso? —me levanto también, tomo las envolturas de todo lo que compramos.
—No dije eso —repite, colocando los libros en los espacios vacíos.
Claramente nadie visita la biblioteca en verano, somos los únicos aquí y el eco que se crea con nuestros susurros es más fuerte de lo que me gustaría.
August se mueve entre las estanterías para regresa los libros uno por uno hasta que ya no lleva nada en las manos.
— ¿Sabes? No me desagradabas pero ahora no estoy segura de ello.
Suspira. —Ese no es mi problema, quizás a ti te importe lo que digan los demás como a tu padre pero a mí no.
— ¿Es por él? Oye, lamento que tu mamá salga con mi papá, no tengo control de eso —reclamo.
August sale de la biblioteca y yo dejo la basura en el contenedor antes de seguirlo, empujando la puerta pesada. El calor es sofocante aquí afuera, el sol brilla como si estuviéramos a pocos metros de él.
—Yo también lo lamento —afirma, deteniéndose.
Me muevo frente a él para cubrirme de los rayos y para verlo a los ojos. —No me compares con papá porque no soy como él.
Aprieta la mandíbula y niega, se nota que quiere decir algo pero aprieta los labios luchando por contenerse.
— ¿Annette? —la voz de Marcus me sorprende detrás de mí.
Me giro y lo encuentro, esta vez sin esa chica que no recuerdo su nombre y es mejor así. — ¿Marcus?
August suelta una carcajada, luego coloca su brazo sobre mis hombros para abrazarme acercándome a su pecho. — ¿Qué quieres con ella? ¿Se te acabó tu tiempo con tu amiga?
Marcus y yo fruncimos el ceño, ¿Qué le pasa a August? ¿Por qué me abraza?
Intento separarme pero él me sostiene con su brazo. —August.
Marcus entorna los ojos a él. —Creo que quiere que la sueltes.
—Creo que ella tiene boca —replica.
—Suéltame —digo automáticamente.
August suspira y baja el brazo, ¿Qué está mal con él hoy?
Marcus hace una mueca, luego pasa la mano por su cabello y me sonríe levemente. —Eh, ¿puedo hablar contigo un minuto?
August chasquea la lengua. —Vamos Annette, tenemos cosas que hacer.
Marcus lo mira, claramente exasperado. —Solo quiero preguntarle algo, ¿Puedo?
August bufa. — ¿Dónde está tu chica? ¿Dónde la dejaste?
— ¿De qué hablas? —toma aire profundamente—. No sé cuál es tu problema pero yo quiero hablar con Annette, es todo.
Siento el calor en mis brazos, me muevo a la pequeña parte donde hay sombra. — ¿Qué pasa?
August me está juzgando con la mirada, sé que tiene ideas sobre mí y Marcus pero probablemente esté equivocado.
Marcus rasca la nuca, los rayos del sol hacen que los cabellitos sueltos de su cabeza luzcan dorados. —Bueno, solo quería asegurarme que, pues, ¿recuerdas que te conté sobre una guerra de pintura en la playa? Pues, es el miércoles, ¿sigues dentro?
Quiero que me diga algo más que eso. —Pues… supongo, no lo sé. Ahora no sé cuándo puedo salir o no.
Mira hacia el suelo, muerde su labio inferior por un momento. —Annette… ¿Crees que nos podamos ver más tarde? —Baja la voz—. En la noche.
Recuerdo la vez que llegó a la casa y me mostró las estrellas, fue una experiencia mágica. —Ah, bueno…
Marcus se mueve lo suficiente para quedar de espaldas a August, quien está enfocando toda su atención en nosotros. Marcus toma mi mano con ambas suyas y me mira a los ojos. — ¿Estás molesta por algo?
No puedo dejarle saber que verlo con esa otra chica me hizo sentir mal, porque no tengo derecho. No somos nada, solo nos dimos un solo beso.
— ¿Por qué quieres verme? —Suelto, aunque en el fondo de mi mente estoy rogándome para que me quede callada—. Marcus, no soy como tal vez piensas, no voy a…
—Ey —me da un apretón suave—. Annette, no asumas nada. Quiero verte esta noche porque quiero mostrarte algo, es un cine al aire libre y pensé que te gustaría. Me gusta pasar tiempo contigo, te lo he dicho.
Eso es todo y esto debería ser suficiente, no puedo esperar nada más.
—Mira, no estoy segura —odio que la calidez de su tacto se sienta bien—. Mi hermana llegó con sus amigas y seguramente están planeando nadar a medianoche o algo así, no podré salir.
—Bien, entiendo —suelta mis manos—. Haré esto, estaré en la entrada de La Villa a las diez y media de la noche. La última función es a las once y si puedes llegar, estaré esperándote.
¡Di que no, Annette! ¡Pregúntale por esa chica!
Pero tal vez, yo soy la que ve esto como algo más o quiere verlo como algo más. Si lo rechazo ahora lo “nuestro” se acabará más pronto de lo necesario pero, ¿en que me convertiré si acepto?
#1187 en Joven Adulto
#7692 en Novela romántica
amor de verano, secretos amor verdadero y complicado, opuestos se atraen
Editado: 06.06.2025