Estoy sentada al lado de Marcus, con su brazo sobre mis hombros, en la parte de atrás de su camioneta.
Estacionó el auto de tal forma que podíamos acomodarnos para ver la película proyectada al aire libre. Él trajo algunas sabanas, uvas, refrescos y caramelos. Realmente se esmeró en esto, no lo puedo negar.
— ¿Tienes frio? —pregunta, subiendo la sabana sobre mi hombro.
Me acerco a él. —Estoy bien.
Tengo que obligarme a regresar los ojos a la película, una que no había visto antes pero es interesante y un poco divertida. Se llama “La Rosa Purpura Del Cairo”
Aunque veo las escenas y sigo con la mirada al frente, cada vez que Marcus suelta una carcajada o se mueve, me doy cuenta que este momento es muy especial. Él no lo dijo así pero básicamente es una cita, ¿no?
He salido antes con chicos, a comer y eso pero nada interesante, nada que me haga querer extender mi tiempo con ellos. Ahora mismo solo quiero que la película dure muchas horas y la noche nunca termine.
Sé que Marcus tiene una reputación por algún motivo y sé que aún no lo conozco lo suficiente pero hasta ahora se ha comportado genial conmigo, de una forma tan dulce y atenta.
La película es sobre una mujer que lleva una vida triste y solitaria pero un día decide ir al cine y ver una película, le gusta tanto que regresa a verla varias veces cuando un personaje en la pantalla se voltea y le habla. Él sale de ahí y la acompaña, haciendo sus días más interesantes.
Marcus no es un personaje ficticio, es un chico real pero a pesar de ello, puedo identificarme con esa ola de emociones que la protagonista ha encontrado en él. Creo que ambas sabemos que estamos en una historia contra reloj, una que tiene un final y no es como en las películas.
Pero respiro profundo y me fuerzo a disfrutar este momento sin importar lo que pase en unas semanas o meses.
Me pregunto si Marcus es del tipo de chicos que querrá seguir en contacto después. Ni siquiera tiene un teléfono ahora y lo he buscado en las redes sociales pero no encuentro ningún perfil, quizás es de los que usan otros nombres.
Estiro mis piernas y sin verlo, pregunto: — ¿Por qué no tienes teléfono? ¿Cuándo tendrás?
¿Me darías tu número?
Marcus se mueve y aunque lo veo con mi vista periferia, noto sus ojos sobre mi rostro. —Bueno…
Y mi teléfono comienza a sonar. Por suerte no estamos en esos cines tradicionales o ya habría decenas de personas molestas, las demás que están aquí se encuentran en sus autos con sus propias bocinas al lado.
Lo tomo y veo el nombre de August. Por un segundo consideré no contestarle pero luego recordé que él se fue con mi hermana y aunque es una niña inmadura, sigue siendo mi hermana.
— ¿Qué pasa?
August está en algún lugar con demasiado ruido, se escucha música, gritos, risas y el sonido como de una motocicleta. — ¿Annette? —grita.
Me despego el teléfono. — ¿Qué pasa? —repito, un poco más alto.
August suelta un insulto y luego noto que el ruido se va disminuyendo. —Rayos, ¿me escuchas? Rayos —parece enojado.
— ¿Qué pasa August? ¿Por qué me llamas?
Vuelve a soltar un insulto. —Escucha… no sé dónde está tu hermana.
Abro los ojos al mismo tiempo que mi corazón se detiene. — ¿Qué? ¿Qué dijiste?
—Tranquila —pide, ¿Cómo puede pedirme eso? —. Escucha, ella está con sus amigas pero no sé dónde están tampoco y no tengo sus teléfonos, ¿puedes llamarlas? Creo que deberíamos regresar, mamá me llamó y me pidió que volviéramos pronto.
Mi cerebro está intentando procesar todo lo que él ha dicho y lo único que me importa es el hecho que mi hermana no está.
No me interesa si está con sus amigas, si hay personas malas tres chicas adolescentes no pueden hacerles frente. —August, ¿Cuándo fue la última vez que la viste? ¿Dónde estás? ¿A dónde fueron?
Mi labio inferior tiembla, imaginándome diez mil escenarios, todos malos.
Veo que Marcus se inclina para ver mi rostro, con las cejas juntas me observa. Ya ninguno de los dos está viendo la última parte de la película.
—Mira, solo... me distraje pero no soy niñero de nadie y no pensé que se irían de aquí —August se queja—. Estamos en el muelle, hay varias personas pero todos parecen de nuestras edades así que…
Así que, nada. Eso no es mejor, a veces es peor.
—Llamaré a Grace pero por favor, intenta encontrarla y me avisas —digo, colgando con las manos temblorosas.
Marcus coloca su mano sobre mi brazo. — ¿Qué pasó?
Busco el contacto de mi hermana. —Es Grace, mi hermana y sus amigas… fueron con August pero, no sabe dónde están y no sé qué hacer —marco su número y le subo todo el volumen orando a que me conteste.
Pero el teléfono suena y suena y nada.
— ¿Dónde estaban? —Marcus pregunta, retirando las sabanas—. Ven, vamos a buscarlas.
Lo miro y me siento tan agradecida que no me deje a solas con esto. —En el muelle, August y ellas fueron ahí.
Abre los ojos y su expresión cambia por un instante. —El muelle, entiendo, entiendo… entonces, vamos…
Sé que “el muelle” es un lugar que ha sido mencionado muchas veces y es uno que Marcus parece evadir, así que pregunto lo necesario: — ¿Es malo?
Él hace una mueca. —No, no totalmente —suspira—. Estoy seguro que están bien —se baja de la parte trasera y me da la mano para ayudarme a salir también—. ¿Tu hermana sabe nadar?
Se me para el corazón por un segundo. — ¿Qué? ¿Por qué?
Me lleva de la mano al asiento del copiloto. —No te preocupes, digo, en caso este nadando o tenga que nadar.
Asiento varias veces. —Sí, ella sí sabe.
Marcus cierra la puerta y corre hacia el asiento del conductor, donde sin demora, enciende el auto y salimos del lugar. Por suerte quedamos en una parte donde no había muchos autos cerca y mientras nos alejamos, veo a la protagonista sentada en la butaca del cine con una sonrisa melancólica y los ojos llenos de ilusión.
Espero volver a ver esa película, pero ahora, tengo que encontrar a mi hermana.
#216 en Joven Adulto
#3554 en Novela romántica
amor de verano, secretos amor verdadero y complicado, opuestos se atraen
Editado: 06.06.2025