El Momento Eterno

21: Cuando estamos juntos

Permanezco en el asiento del auto en silencio, viendo a August.

Es una reacción que no puedo controlar cuando las lágrimas empiezan a acumularse en mis ojos y se deslizan sobre mis mejillas. De nuevo, hago lo de siempre cuando lloro y las retiro bruscamente.

—No puedo creerlo —susurro.

August baja la mirada y da dos golpes a la palanca del freno. —Créelo.

Muerdo mi labio inferior porque sé que si hablo, diré de más.

Hay algo que descubrí hace mucho tiempo y aunque sospecho que August también se enteró de ello a su forma y en un lugar donde ni siquiera nos conocíamos, no quiero decirlo porque puede que no lo sepa.

Reparo profundo. — ¿Cómo lo sabes?

—Escuché a tu padre hablar con alguien por teléfono, preguntando si lo tenía listo… el anillo.

Mi padre realmente va a pedirle a Marissa que se case con él antes que ellos se vayan. Es por eso que la invitó a este lugar y a August también.

Afuera del auto, la persona que se acercó es Marcus y ahora está sentado con un libro fuera de la tienda de Surf. Aún es temprano y aun no abren, pero él está ahí y ocasionalmente levanta la mirada a ambos lados.

Parece que busca a alguien, ¿puede ser que esté esperándome?

No puedo creer el contraste de dos emociones que estoy viviendo ahora mismo. Por una parte me siento mal, muy mal por lo que August acaba de contarme y luego veo a Marcus y me siento bien.

¿Cómo puedo sentirme así al mismo tiempo?

August sigue el camino de mis ojos y nota a Marcus, suelta un suspiro y luego abre la puerta. —Vamos.

Salgo también, con mi mente llena de pensamientos y mi interior cargado con una sensación indescriptible, como eso que sientes cuando llevas una piedra en el zapato y no puedes conseguir sacártela.

Marcus eleva la mirada cuando cerramos las puertas y sus ojos van de August a mí, luego sonríe.

Y entonces, la piedra sigue ahí pero se hace más pequeña por un instante.

—Marcus —August le habla, acercándose.

Marcus se levanta. —Eh, hola August.

August rodea mis hombros con su brazo. —Te traje a alguien, ¿Serás bueno con ella, no?

Lo empujo. — ¿Por qué tienes que molestarme?

— ¿Estaban nadando? —pregunta Marcus viendo el “atuendo” de August.

August me suelta y sonríe. —Para nada, pero planeo hacerlo —voltea hacia la playa—. ¿Es gratis, no? No traje dinero.

Marcus parece que quiere reprimir su risa. — ¿La playa? Por supuesto que es gratis.

—Genial —me da un codazo—. Quédate con tu chico y yo iré por ahí, espero que las mujeres ya se hayan despertado.

Arrugo la nariz. —Eres tan…

August señala su abdomen. —Mírame Annette, ¿Crees que no me gusta presumirlo? —Hace un gesto con sus dedos, como un saludo en su frente—. Te veo después, no tengo teléfono pero asumo que no eres como Grace así que espérame dentro de la tienda de tu abuelo o búscame aquí, ¿bien?

Me encojo de hombros. —Como quieras, ¿A dónde vas? ¿Realmente solo a la playa?

—Claro —mira alrededor—. O tal vez no, ¿A quién le importa?

August se da la vuelta y camina hacia la playa como si fuera algo natural en él, tal vez lo es. Tal vez pasa más tiempo del que sé nadando y haciendo un montón de cosas que desconozco porque aun somos desconocidos por muchas razones.

Sin embargo, puedo ver en sus ojos algo que se parece a una piedra en el zapato y quiero hablar con él antes que se vaya. Tal vez sea lo mejor para ambos o tal vez no.

—Entonces, Annette —Marcus guarda su libro en la mochila colgada.

Lo veo y le sonrío. —Hola Marcus.

Mira por un segundo hacia la playa y luego de regreso a mí. —Ese chico es… interesante, ¿Cómo ha sido vivir con él?

Ruedo los ojos. —Una aventura.

Marcus baja el rostro y ríe, pero da un paso más cerca de mí. —No sabía si te iba a ver hoy, ¿Cómo estuvo todo? ¿Cómo estás?

—Estoy bien —respondo, aunque no es verdad.

Marcus mantiene el silencio por varios segundos pero eso solo provoca una necesidad interna de llenarlo con algo. Si pudiera contarle más sobre mí lo haría, le diría todo lo que me molesta y todo lo que quiero gritar pero mantengo en mi interior.

—Marcus —digo, él sube los ojos a los míos—. ¿Tienes planes para la noche?

Una sonrisa se muestra poco a poco. — ¿Planes? Depende, tengo una compañera de aventura y no sé si ella estará dispuesta.

Sostengo su mirada. —Pues no sé quién sea ella pero yo si lo estoy.

Marcus da un paso más hacia mí. —Entonces, creo que ahora si tengo planes.

No sé qué tiene este chico pero en sus ojos, en esa mirada que no es del color del mar o verde como los bosques, me pierdo pero de tal manera que no quiero que me encuentren. Quiero quedarme aquí.

—Mañana es lo de la pintura, ¿no? —digo.

Asiente lentamente. —Sí, en realidad dura varias noches pero empieza mañana aunque déjame pensar que podemos hacer hoy, ¿Cómo quieres que nos reunamos?

Doy un paso más a él. —No lo sé, ¿rocas en mi ventana?

Marcus mueve su mano y toma la mía, con delicadeza, casi sin rozar mis dedos al comienzo y luego entrelazándolos.

Sé que esto que tengo con él es temporal y no hay un futuro que nos incluya a ambos pero esto, ahora mismo, es todo lo que necesito.

—Claro —rasca su cuello con la otra mano—. ¿No estarás en problemas?

—En realidad no, hoy no —si Marissa lo descubre presiento que no dirá nada, después de todo ella y papá son las personas menos correctas de todas.

—Bueno, en ese caso, ¿Qué quieres hacer ahora? Tengo como cuarenta minutos.

Un insecto pasa muy cerca de mi rostro volando, aparto el rostro y Marcus suelta una pequeña risa. —Eh, bueno, no sé, ¿Qué sugieres? Tú eres el de las ideas.

Marcus mira alrededor como buscando inspiración luego toma mi mano más firmemente. — ¿Sabes? Podemos ir a sentarnos cerca de la playa, si quieres solo hablar.

En realidad no quiero hablar de mucho o mejor dicho, de nada, solo quiero distraerme pero Marcus tiene que estar en la tienda de su tío en menos de cuarenta minutos.




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