El Momento Eterno

26: En nuestra historia

Si tuviera un calendario en la pared, marcaria los días.

Cuando regresamos con August, Marissa estaba indignada por su apariencia pero a él no le importó. La pintura estaba seca, pero su sonrisa seguía.

Marcus se ofreció a llevarlo en la parte de atrás de su camioneta para no ensuciar el auto pero él solo se quitó la camiseta y dijo que podría conducir así. Creo que es una suerte que no lo haya manchado, aunque creo que él quería eso.

Quise preguntarle sobre Jazmin pero no lo hice. Él no me preguntó de Marcus y ambos fingimos que todo era ordinario entre nosotros. En nuestras vidas.

Grace me mira por la mañana antes de salir hacia la tienda. —Annette.

Volteo y ella está ahí, con los brazos cruzados. — ¿Qué pasa? —pregunto.

Entorna los ojos. — ¿Por qué eres así conmigo? Me hiciste creer que intentar algo con August era malo e incorrecto pero ustedes salen y tienen citas y…

Levanto ambas manos. —Basta, Grace. Ahora no tengo tiempo.

Niega. —No entiendo, ¿A dónde vas con tanta prisa?

Escuchamos pasos y son sus amigas. Ellas se irán en dos días y de nuevo, Grace se quedará a solas. En otras circunstancias me sentiría mal por dejarla sola pero ha dejado claro que eso es lo que quiere.

—A ningún lado —respondo.

Jackie y Evie bajan, acercándose a mi hermana. —Vamos.

— ¿Y tú a dónde vas? —le pregunto.

Jackie me da na mirada. —Vamos a nuestra clase de Skii acuático.

—Pero es algo nuestro —Grace se apresura a decir.

Me encojo de hombros. —No quería hacerlo.

—Vamos —Jackie toma el brazo de mi hermana para empujarla fuera de la casa.

Las tres salen. Espero un momento antes de yo comenzar a caminar hacia la tienda para encontrarme con Marcus.

Cuando llego, él ya está ahí.

Me sonríe al verme, yo me acerco. —Hola.

Marcus me toma de la mano. — ¿Crees en las sirenas?

Suelto una carcajada. —No.

Abre la boca, ofendido. — ¿Como que no? ¿Sabías que en Flores aparecen las sirenas?

Elevo una ceja. — ¿Ah, sí?

—Ajá —tira de mi mano para que comencemos a caminar—. Pero hay un problema, solo las puedes ver a medianoche.

Bufo. — ¿Es esa tu forma de peguntarme si podemos vernos a medianoche?

—Sí —contesta.

Marcus camina y yo lo sigo, con nuestros dedos entrelazados. Eso es lo único que hacemos por la mañana, caminar, reír, bromear y no soltarnos las manos.

Cuando nuestro tiempo juntos termina y ambos debemos separarnos para ir a las tiendas, él se inclina y me besa.

Marcus hace algo por primera vez desde que lo conocí, entra a la tienda.

Estaba ordenando por color unas gorras cuando la puerta anuncia con la campana que alguien nuevo ha llegado, al voltear me encuentro con el chico de los rizos, piel bronceada y sonrisa grande.

— ¿Marcus? —me muevo hacia donde él está.

Se acerca también. —Hola, ¿Qué tal?

Casi me rio por la situación. —Um, bien… nos vimos hace unas horas, ¿no?

—Sí pero tenía una pregunta —mira alrededor—. Cuando es la hora de almuerzo, ¿Qué haces?

Me encojo de hombros. Las veces que estado aquí a esa hora me he dado cuenta que mi abuela viene con recipientes de comida. Yo pensaría que es mucho trabajo peo a ella le gusta ver que no solo mi abuelo sino que Leo y Jazmin también disfruten de lo que preparó.

Solo que hoy mi abuelo y ella se verán para algo que no entendí muy bien pero me parece que son cosas legales de la casa.

— ¿Quieres que comamos juntos? —pregunta.

No puedo evitar sonreír. — ¿De verdad quieres pasar tanto tiempo conmigo? Te vas a aburrir.

Resopla. —Dudo que eso suceda. Somos compañeros de aventuras, de comida y próximamente, cazadores de sirenas.

Veo de reojo que Leo se está moviendo para acomodar algo pero que su cabeza está en esta dirección.

—Entonces, ¿Qué dices? ¿Quieres o quizás yo te estoy aburriendo? —toma una de las gorras y me la coloca en la cabeza.

—No, todavía no —bromeo.

—Ah, mira, que afortunado, todavía no —da un paso a mí—. Esta me gusta —estira el brazo, pasándolo muy cerca de mi rostro para tomar otra gorra—. Tal vez me la compre, ¿haces descuentos?

—No —sonrío.

Mira la gorra que tomó, una roja y sonríe hacia mí. — ¿Cuántos besos tengo que darle a la chica linda para que me la de gratis?

Intento ocultar mi sonrisa al mismo tiempo que el calor se extiende en mis mejillas. —Ninguno, si lo hago dirán que es nepotismo o algo así.

Eleva una ceja. — ¿Nepotismo? —Bufa—. ¿Quién diría algo así?

La chica que probablemente nos esté viendo desde el área del café. —Nadie.

Marcus asiente y deja la gorra otra vez. —Entonces, sigues evadiendo mi pregunta. ¿Nos vemos a la hora de almuerzo o tienes planes con otro chico más interesante?

No creo que haya alguien más interesante que Marcus. —Está bien, será en una hora, entonces.

—Bien, mientras tanto, quiero encontrar algo que regalarle a mi hermana por su cumpleaños y pienso que tú puedes ayudarme.

Frunzo el ceño. — ¿Le vas a dar un suvenir de la tienda?

Marcus ríe, quitándome la gorra que me colocó. —No, después, quiero que me ayudes. Tal vez, ¿mañana? ¿Crees que puedas?

Asiento.

—Bien, supongo que tengo que regresar a mi trabajo, pero te veo en una hora, no lo olvides —sube la mano a mi mentón para acariciarlo con cuidado, mira mis labios como si quisiera besarme pero no lo hace, solo retira la mano y camina hacia la puerta para salir.

Yo sigo de pie, sintiendo pequeñas chispas en mi piel.

—Vaya, eso es nuevo —la voz de Leo me saca de mi estado.

Giro a verlo.

Me sonríe. —Nunca había visto a Marcus así, creo que le gustas realmente.

Bueno, espero gustarle aunque sea un poco pues nos hemos besado. —Ah… solo somos amigos.

Eleva una ceja. —Marcus tiene amigas, muchas, pero no las mira como a ti.

Mi corazon pega un salto.

Jazmin resopla. —Creo que Marcus solo se ha actualizado, ahora sabe cómo ganárselas más rápido.




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