El Momento Eterno

30: Solo nosotros

Veo a mi ventana cuando un pájaro se coloca sobre una delgada rama, ocupado en conseguir algo para comer. Luego de picotear un par de veces, se va.

Han pasado los días y Marcus y yo hemos retomado la rutina de vernos, aunque ahora solemos solo sentarnos en lugares y hablar. No hablamos de nosotros, hablamos del mundo, de películas que deberíamos ver, de países por visitar y de algunos que he visitado.

Mañana se irá August y su madre, aunque hoy por la noche tenemos una cena lo cual significa que no podré ver a Marcus y eso es frustrante pero al menos pasaré algo de tiempo con August y él si me agrada.

Me preparo para salir pues hoy ayudaré a mi abuelo en la venta de la playa. Solo serán dos mesas con algunas camisetas, llaveros, sombreros y gorras para los visitantes.

Estamos a mitad del verano y el turismo ha aumentado con el paso de los días. También los mosquitos, como los que estuvieron molestándome todo el día de ayer y ahora tengo picaduras en los brazos y las piernas.

—Annette —August está en la entrada, sentado en el borde de la acera, viendo hacia el mar.

Me siento a su lado. —August.

Me empuja con su rodilla suavemente. — ¿Me vas a extrañar?

Sonrío. Una parte de mi desearía que se quedara pues cuando tengo que ir a cenas y quedarme en casa, él convive conmigo. Pero otra parte desearía que nunca nos volviéramos a ver porque eso significaría que nuestros padres ya no están juntos pero lo volveré a ver, es probable.

La madre de August engañó a su esposo y mi padre engañó a su esposa y ahora se van a casar.

—No —contesto.

—Ja, sí claro —responde—. Deberíamos ir a Europa un día, háblame cuando estés en la universidad.

Rio porque este es el tipo de conversaciones que alguien como Jazmin juzgaría, lo cual me recuerda algo. — ¿Qué tal todo con la chica azul?

Me da una mirada. —Explícate.

Ahora yo lo empujo con la rodilla. —No finjas que no te gusta.

Mira al cielo, no hay ni una sola nube. —Jazmin está loca, es enojada y es intensa —sonríe—. Justo como me gustan.

Ruedo los ojos. —Esa no es una forma linda de describir a una chica.

—Hablo enserio además ella probablemente diría que soy un idiota presumido y capitalista o algo así.

August se irá, tal vez no la volverá a ver a pesar que hay algo entre ellos. Estoy siendo testigo de una despedida y me pregunto si uno de ellos desea haber tenido más tiempo o de hacer las cosas diferentes.

—Oye —aclaro la garganta—. Voy a ayudar a mi abuelo con la venta en la playa, ¿Quieres venir? Puedes quedarte en la tienda, ella estará ahí si te interesa.

Me mira y hace una mueca. —Está bien, supongo que puedo ir a molestarla un poco para que no se olvide de mí.

Dudo que se olvide de ti tan fácilmente.

August fue quien me llevo a la tienda aunque aún no está abierta. Él me dijo que iría a la playa un rato y yo esperé sentada a Marcus aunque no llegaba.

Finalmente estaba ahí y me sonreía ampliamente. —Hola Annette —saluda cuando está frente a la mesa donde estoy sentada—. Mira, te traje algo.

Toma su mochila dejándola en una d las sillas para sacar algo, un recipiente de plástico. Lo coloca sobre la mesa y lo abre, es un pastelillo.

—Es de limón, espero te guste —afirma—. Espera, tengo un tenedor también —vuelve a buscar en su mochila hasta que saca el cubierto envuelto en una servilleta de papel.

Acerco el recipiente. —Gracias, ¿Dónde lo compraste?

Bufa, sentándose en la otra silla. —No lo compré, mi tía Berta lo hizo. La próxima semana hay un festival de postres y es también un concurso, está probando recetas.

—Vamos a probar —tomo el tenedor desenvolviéndolo y corto un pedazo, lo pruebo y efectivamente, lo primero que siento es el limón—. Uh, está bueno, me gusta.

—Que bien, le diré que te gustó.

Sigo comiendo mientras Marcus solo me mira. Eso me pone nerviosa pero intento disimularlo con la mirada en el postre que va desapareciendo con cada bocado.

—Ah, por cierto —digo—. Esta tarde no podré verte, mañana se irá August y hoy tendremos una cena, iremos a un restaurante.

Asiente. —Entiendo, de todas formas hoy tengo que cuidar a mi sobrino. Mi hermana tiene un turno en su trabajo y saldrá un poco tarde.

Me encojo de hombros. —Pues entonces nos veremos hasta mañana.

Entorna los ojos y luego una sonrisa se dibuja en sus labios lentamente. —Hoy será la venta en la playa, ¿ayudarás a tu abuelo?

Asiento.

—Bueno, pues yo ayudaré a mi tío y creo que nuestro puesto está justo al lado del suyo —extiende la mano y toma la mía sobre la mesa—. Creo que me tendrás cerca todo el día.

Eso provoca que mi corazón pegue un salto. —Ay, no —juego.

Resopla. — ¿Qué? ¿No me quieres ahí? Mira Annette, tendré que asegurarme que los chicos no coqueteen contigo.

—Pues también tendré que vigilar que no hayan chicas cerca —digo.

Marcus acaricia mis nudillos con su pulgar. — ¿Por qué? ¿Estarías celosa?

Sonrío. —No, claro que no.

Marcus me mira por unos segundos antes de levantarse del asiento e inclinarse sobre la mesa, toma mi rostro entre sus manos. —Créeme, todo el día estaré ocupado viéndote.

Se estira un poco más y me besa. Sus labios saben a menta y él huele como siempre a coco y un poco de café. Cierro los ojos y lo beso también, olvidando por completo que estoy frente a la tienda de mi abuelo.

Y es alguien aclarando la garganta lo que nos hace separarnos.

August ríe, cruzando los brazos. —No te puedo dejar sola Annette porque ya te estas besando con extraños.

Marcus frunce el ceño. —Me conoces, soy Marcus.

August rueda los ojos. —Era una broma, amigo.

Marcus pasa una mano por su cabello. —Entonces, escuché que te vas mañana.

Se encoje de hombros. —Los rumores son ciertos, este lugar se quedará sin mí.

Y también, en este momento, Jazmin camina hacia la tienda. Está ocupada revisando su teléfono hasta que sube la mirada y se da cuenta que hay tres personas aquí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.