—Vamos a dar un paseo por la playa, amor —es lo primero que Marissa dice cuando llegamos.
Grace avisa que irá a tomar un baño y sube por las escaleras.
Mientras tanto, August y yo hemos permanecido en silencio. No creo que noten lo mucho que nos incomoda esta situación y si lo hacen, no parece importarles.
Los abuelos también se van a su habitación para descansar y así, quedamos solo él y yo en la entrada. August se pasa las manos por la cara y susurra un insulto.
Me muevo hacia las escaleras para subirlas pero me llama. —Espera, Annette.
Giro. — ¿Si?
Junta las cejas. —Voy a salir, necesito salir, ven conmigo.
No sé porque pero siento en mi interior que debo hacerlo. Asiento y August parece aliviado que haya aceptado.
Me muevo hacia él. — ¿A dónde vamos?
Suspira. —A donde sea, solo lejos de aquí.
August y yo nos subimos al auto y él condujo en silencio, sin música y sin conversaciones cortas. Seguro que muchas cosas le están pasando por la mente.
Lo veo que conduce hasta el muelle donde, como parece que es siempre, hay chicos de más o menos nuestra edad, música, motocicletas dando vueltas y un pequeño estacionamiento lleno.
August se estaciona a un lado de la calle y me hace una señal para que bajemos. Sigo con este vestido y la noche ha cambiado en la temperatura, está mucho más fresco con viento.
August pasa los dedos por su cabello cuando ambos estamos fuera del auto y me toma del brazo. — ¿Te gusta la cerveza?
Arrugo la nariz. Sé que por estas cosas me consideraban mojigata en la escuela pero yo no bebo alcohol, no es lo mío, pero al parecer es ofensivo que no lo haga.
—Eh, no —contesto—. ¿Por qué?
Seguimos caminando. Debido a que August me tiene del brazo y va caminando rápido, tengo que tener cuidado de no tropezarme con el suelo irregular.
Entre más nos acercamos, más fuerte es la música de ritmos rápidos y voces gruesas.
El caos está en este lugar. No solo hay personas bailando o riendo, también hay otras en bicicletas que pasan muy cerca de nosotros, chicos en patinetas o monopatines.
Noto que en el agua, hay algunas personas nadando o tan solo paradas dentro, tomándose fotografías o besándose.
Pensé que August querría estar en la parte del muelle donde están todos tomando cervezas o fumando, pero me lleva a la parte baja, donde empieza la arena y el agua.
—Ven, vamos a nadar —August tira de mí.
Sacudo la cabeza. —No sé nadar.
— ¿Qué? —la música ha subido de volumen o eso parece.
August mira alrededor y luce como si estuviera buscando a alguien, quizás es a Jazmin o no. Sigue tirando de mí y el agua me llega a los tobillos, dudo que pueda ahogarme a este nivel pero él no se detiene.
August ha estado en competencias de natación y según escuché, está preparándose para campeonatos internaciones incluyendo las olimpiadas. Eso significa que alguien así no tiene miedo de nadar en el océano y también que supongo que si me pasa algo, él puede ayudarme.
Más personas están en el agua, celebrando como si fuera una fiesta. August sigue moviéndome dentro. No creo que comprenda que yo no sé nadar. Mi hermana si aprendió gracias a sus amigos que le enseñaron hace dos años yo no.
Es solo que, mamá era quien había comenzado a enseñarme cuando era niña, nadar significaba pasar tiempo con ella y con papá. Cuando venimos por última vez, era ella quien me decía que fuéramos al mar a jugar y a broncearnos.
Pero mamá se fue y no lo sé, estar en este lugar me hace recordarme de ella y aunque no la quiero olvidar, su memoria me causa dolor.
—Espera, August —pido, pero él no me escucha.
Me suelta y se quita la camisa, tirándola sobre la arena. Pensé que se quitaría algo más pero gracias al cielo no lo hizo, lo que sí hizo fue correr hacia el agua y cuando ya era lo suficientemente profundo, se hundió desapareciendo por algunos segundos.
Veo la camisa cerca de mis pies y la recojo, sacudiendo un poco de arena. August se adentra más y nada como lo que es, un profesional. Quizás esto es algo que lo relaja, quizás solo quiere ahogar todo lo que le duele.
Me siento en la arena, acomodo mi vestido y dejo su camisa sobre mi regazo. Lo veo nadar lejos y aunque me preocupa que algo le suceda, se nota que sabe lo que hace.
Pensando en ello, veo alrededor y no parece que hay un salvavidas por aquí aunque quizás todas estas personas sí saben nadar. Es probable que hayan crecido en este lugar y el agua sea como su segundo suelo.
Por enfocarme en la silueta de August, no me di cuenta cuando un grupo de tres chicos se me acercaron. Debido a la oscuridad no puedo verlos muy bien pero uno de ellos se me hace familiar, creo que es el chico que estaba con mi hermana aquella vez. Ni siquiera recuerdo su nombre.
—Eh, hola —él se deja caer a mi lado, lleva una camiseta sin mangas que presume sus brazos anchos.
No le contesto, solo veo al frente buscando a August con la mirada pero él toca mi brazo con su dedo. Sus amigos se sientan a mi lado también. Intento calmarme, no va a sucederme nada aquí, ¿no? Estamos rodeados de personas.
Decido que lo mejor es levantarme y ponerme de pie pero antes que pueda hacerlo, él toma mi brazo.
—Espera, ¿A dónde vas? Habla con nosotros —pide.
—No me toques —digo.
Y él no me suelta, solo sonríe. —Tranquila, no haré nada. Solo quiero conocerte, estás muy guapa, ¿No es así chicos? Queríamos hablarte porque te ves genial con ese vestido.
Y ahora me arrepiento de no haberme cambiado antes de venir aquí.
—Entonces, ¿Cómo te llamas? —pregunta.
Respiro profundo. —Tengo que irme.
Intento de nuevo moverme pero este chico no me suelta, incluso me toma el brazo con más firmeza. — ¿Cuál es la prisa? Vamos, solo queremos charlar. ¿Tienes novio?
Quiero buscar a August pero uno de sus amigos está frente a mí y bloquea mi vista del mar.
Tomo aire antes de finalmente decidir alejarme. Me muevo rápido, logrando que me suelte y me coloco de pie. Odio que sus ojos se movieran a mis piernas pero me aparto rápidamente.
#187 en Joven Adulto
#3486 en Novela romántica
amor de verano, secretos amor verdadero y complicado, opuestos se atraen
Editado: 13.05.2025