Hoy llegué a la tienda más tarde.
No quiero evitar a Marcus pero hay algo que debo hacer antes de seguir con esto. Bueno, no nos queda mucho tiempo, pero aun así tengo que saber algo antes de continuar.
Cuando el abuelo se mueve a la parte de atrás, me acerco a la barra del área de café y me siento.
—Jazmin —digo.
Ella levanta la mirada de su teléfono. — ¿Si?
Ella es la única que me puede dar una respuesta honesta. —Tú conoces a Marcus, ¿Es verdad que siempre salía con alguien en verano?
Entorna los ojos y baja el teléfono. — ¿Para qué quieres saber eso?
Me encojo de hombros. —Porque sí. Aparentemente tiene una reputación y quiero saber que tan cierto es eso.
Recuesta los codos en el mostrador. —Mira Annette. Yo no hablo con Marcus ahora, ¿Por qué? No lo sé, él ha cambiado. Si tu estas saliendo con él es tu problema, no el mío.
Chasqueo la lengua. —Jazmin, por favor. Sé que no te agrado pero no me importa si eres brutalmente honesta. Solo quiero saber.
Mira hacia la puerta cuando se abre, seguro que un cliente ha llegado pero no importa eso, yo quiero que me diga. — ¿Realmente quieres saber si Marcus ha estado jugando contigo?
Asiento.
—Si eso quieres, deberías preguntarle —sugiere.
Bufo. —Claro que no me va a decir.
Señala un punto detrás de mi hombro. —Inténtalo.
Mi cerebro se tarda tres segundos en descubrir lo qué quiere decirme. Cuando Jazmin baja la mirada a su teléfono de nuevo y siento una mano en mi hombro, todo tiene sentido.
—Sí, puedes preguntarme —Marcus dice.
Abro los ojos. No pensé que quien había entrado a la tienda fue él y justo en este momento.
Me doy la vuelta sobre el asiento y él me mira, pero no parece feliz, está serio. —Hola Marcus.
Levanta el mentón. —Te veo después, Annette.
Marcus se gira y comienza a caminar hacia la puerta. Yo volteo hacia Jazmin.
— ¿Por qué no me avisaste?
Bufa, sin mirarme. —Annette, yo no soy tu amiga. No me desagradas tanto como piensas pero eso fue más una venganza para él, no para ti.
No tengo tiempo para esto. Me levanto del asiento y voy hacia afuera, tengo que esquivar a mi abuelo cuando paso a un lado de él en la puerta cuando estaba entrando.
Marcus no está aquí afuera, así que tal vez, está en la tienda de surf. Termino de dar los pasos suficientes para llegar al local del otro lado y empujo la puerta.
Él está ahí, ordenando unos productos al lado de una sección de trajes de baño.
—Marcus —me acerco a él pero no me mira—. Oye, Marcus, eso no fue lo que crees.
Sonríe, aunque no genuino. — ¿No? —Pregunta con sarcasmo—. Está bien, Annette.
—Marcus —insisto.
Gira el rostro y me ve directo a los ojos. — ¿Sabes? Tengo que trabajar.
Este momento es algo que quería evitar a toda costa. Yo no quería que Marcus tuviera ningún poder sobre mis emociones pero ese tono tan frio y la ausencia de calidez en su mirada me está lastimando en el corazón.
— ¿Podemos hablar un minuto? —pido.
Respira profundo. — ¿Qué quieres hablar? ¿Quieres decirme que todo este tiempo has pensado que estoy jugando contigo? ¿Qué cada cosa que te he dicho ha sido solo para jugar con tus emociones? ¿Qué no importa lo honesto que he sido hasta ahora? Dilo, Annette. Sé que te irás y tal vez, yo he sido el tonto aquí creyendo que éramos algo más que un momento temporal.
Él luce tan herido como yo y solo quiero abrazarlo y besarlo y pedirle que no nos separemos nunca, que nos embotellemos y nos lancen al mar, que seamos náufragos para siempre.
Tomo sus manos. — ¿Puedes venir conmigo un momento?
No aparta las manos ni la mirada. — ¿A dónde?
—A la tienda —digo.
No esperaba escuchar eso. — ¿Para qué?
—Confía en mí.
Exhala y se encoje de hombros, mira hacia atrás para asegurarse que su tía no se oponga y me sigue. Yo continúo sosteniendo su mano hasta que cruzamos la puerta de la tienda del abuelo.
Él me ve llegar y me sonríe, nota a Marcus y también le sonríe, luego baja la mirada a nuestras manos juntas.
—Ah, hola chicos, Marcus Vernery, ¿Qué te trae por aquí? —le da otro vistazo a nuestras manos.
Yo miro en dirección a Jazmin quien está hablando con Leo en la barra pero ahora sus ojos están sobre nosotros.
Marcus aclara la garganta. —Hola señor, eh, pues…
—Abuelo, Marcus y yo estamos saliendo —digo, en voz alta—. Yo sé que el verano terminará pero lo quiero y él me quiere, ¿Qué opinas?
Mi abuelo suelta una carcajada. —Creo que eso es maravilloso, ya sabía que algo había cambiado para que mi Annie tuviera ese brillo en su mirada.
Otros clientes llegan y mi abuelo se mueve a un lado para ir con ellos. Le doy un apretón en la mano a Marcus antes de conducirlo cerca de Jazmin y Leo.
Leo sonríe. —Hola Marcus.
Carraspea. —Eh, hola, Leo y Jazmin.
Jazmin entorna los ojos inclinando la cabeza. —Así que son novios, que lindos, ¿se van a casar al final del verano?
Leo le da una mirada pero no me importa. —En realidad, sí, ¿quieres ser la dama de honor?
Marcus suelta aire por la nariz como riéndose.
— ¿Sabes, Annette? Tal vez ustedes si están destinados a estar juntos. Marcus no tiene responsabilidad afectiva y tú… bueno, tú eres tú.
Marcus habla ahora: —Así que es cierto, August me dijo que odiabas a Annette.
¿Cuándo le dijo eso?
Jazmin endereza la espalda. — ¿Qué? No la odio.
—Pero casi —susurra Leo.
Me encojo de hombros. —No importa, ya establecimos que es por ser la hija de alguien con dinero, ¿no?
Leo mira a Jazmin. —No es por eso, Anne. A Jazmin le molesta que… —Jazmin le cubre la boca con la mano.
Marcus me mira para que salgamos. Yo le doy una mirada a Jazmin y nos volvemos a dirigir hacia afuera.
Cruzamos la puerta y él exhala lento. — ¿Entonces estamos saliendo?
Lo veo y aunque me odio por darle mi corazón, ya es un caso perdido y no queda más que seguir perdiendo. —Sí.
#106 en Joven Adulto
#2699 en Novela romántica
amor de verano, secretos amor verdadero y complicado, opuestos se atraen
Editado: 30.05.2025