—Me alegra ver que estás bien —dijo Takemicchi, siendo el primero en acercarse al menor, quien aún estaba en shock.
—¿Y mis amigos? —preguntó intentando adaptarse a la situación, puesto que su cerebro no podía entender por qué esos tres rubios, estaban ahí.
—Yo gané la apuesta, así que vamos a comer —comentó Mikey con una media sonrisa, mostrando el dinero.
—No tienes que hacerlo —insistió—. Yo soy una persona horrible, no merezco que me trates bien, además ya limpie y arregle el uniforme para devolverlo; ni siquiera sirvo para proteger a las personas que amo, no merezco tener el uniforme —dijo mientras sacaba una bolsa de papel—. En verdad, lamento mucho manchar el nombre de Tokyo Manji.
—No puedo aceptarlo —aseguró el rubio, mientras le devolvía la bolsa—. Tú eres un miembro importante de ToMan, además hablé con Baji, y él estaba orgulloso de lo que hiciste —comentó—. Ahora vamos a comer.
—Si, comandante —murmuró, mientras caminaba se posicionó al lado de Takemicchi, y entonces se percató de algo, que lo hizo reír, llamando la atención del rubio de ojos azules—. Te diste cuenta, que el cabello del comandante, parecen pinzas de una langosta.
Ese comentario hizo reír a ambos chicos por lo absurdo que era, provocando que los otros dos rubios miraran extrañados esa situación. El cambio de actitud de Yasahiro, tomó por sorpresa a todos, pero no lo tomaron en cuenta porque se veía mucho más alegre. Draken, quien aún tenía la curiosidad por el tema de la apuesta, buscaba la forma de hablar del tema, sin que pareciera desesperado por entenderlo. Entonces, mientras Yasahiro miraba la exposición de una tienda, que le había llamado la atención, decidió hablarle.
—Una vez, Itami y Jun, chocaron contra un árbol, no fue la gran cosa, pero todos nos asustamos y en la sala de espera, todos estábamos muy tensos. Para poder aliviar el ambiente, decidimos apostar y en eso ganó Isamu, y él es tan buena persona, que los invito a comer. Al final, resultó ser tan buena idea, que se volvió una especie de tradición, para poder sobrellevar ciertas situaciones.
El resto del día, Mikey los llevó a comer omurice, y aunque Draken estaba disgustado porque sabía que era la comida favorita del rubio, Yasahiro y Takemicchi solo se hundieron de hombros, puesto que para ellos comida era comida. El único castaño del grupo, intentaba mantener su conducta excéntrica y aleatoria, que normalmente utilizaba frente a todas las personas que no lo conocían, pero al mismo tiempo, no quería parecer forzado, porque le resultaba un poco difícil ignorar como su corazón se acelera cada vez que Mikey le hablaba o lo miraba detenidamente; y ese era el principal motivo, porque estaba a punto de hacerle un monumento a Takemicchi y a Draken, porque gracias a su presencia no estaba siendo un manojo de nervios y sonrojos, sin mencionar que también alejaban a Mikey de él, y eso evitaba que salga a relucir su timidez.
—¿En qué división estarás? Takemicchi —preguntó mirando a su lado, puesto que el de ojos azules estaba sentado a su lado.
—Todavía no estoy seguro —aclaró Mikey, pero Yasahiro solo lo miro por unos segundos, antes de mirar de nuevo a su lado, con una sonrisa creciente.
—Espero que seas parte de la misma división que yo, sería genial —comentó emocionado, antes de empezar a comer.
—¿En la primera? —preguntó Takemicchi algo escéptico—. No creo que pueda.
—Sería lo más asombroso de la vida —aseguró el castaño—. Estaríamos juntos en las reuniones, podríamos apoyarnos en las peleas, y también nos podríamos juntar después de las reuniones.
—No te emociones tanto —pidió Mikey, después de comer—. Aún no lo decido —le recordó, antes de seguir comiendo.
Ese día fue muy importante para el castaño, puesto que sentía una tranquilidad que llenaba su espíritu y lo relajaba de una manera sumamente satisfactoria. Después de comer, fueron a por unos deliciosos taiyakis, puesto que esos pasteles con formas de pescado eran el postre perfecto, según Mikey. Pero, Yasahiro no era el único que se había llevado una grata sorpresa, Takemicchi estaba en las mismas, puesto que se había llevado una extraña impresión de la actitud del castaño, y pensó que sería más problemático de lo que parecía, sin mencionar aquel incidente del callejón, pero al pasar todo el día con él, había descubierto que tenían muchas cosas en común, y sin mencionar, que le había agradado mucho.
Draken y Mikey, también se habían llevado una sorpresa por la actitud del más pequeño, puesto que suponían que sería como un tornado, hasta Draken creía que perdería la compostura rápidamente, pero todo resultó ser muy diferente, si bien Yasahiro comentaba cosas sin sentido la mayor parte del tiempo, al estar con él y entender el contexto de sus comentarios, le resultaba mucho más fácil entender por qué decía esas cosas, aunque para las demás personas, parecía un loco diciendo incoherencias.
Cuando el sol empezó a ocultarse, marcando el fin de la tarde, los cuatro chicos estaban caminando por las calles cercanas al vecindario de Yasahiro, sin saberlo claramente. El castaño, estaba simplemente hablando sobre su idea de peces malvados que manipulaban a los salmones para que se vuelvan comida de los humanos, y así asustar a otros peces, y tener el control del mar. Hasta que de pronto, en medio de su explicación, se detuvo percatándose de en dónde estaba; frente a ellos, había una calle cuesta arriba, con dos caminos diferentes, uno llevaba a la calle principal, y el otro, llevaba a unos callejones que terminaban en el costado de una pequeña calle llena de casas viejas, que resultaba ser el vecindario cercano al suyo.
Editado: 22.11.2024