Itami estaba boquiabierto cuando le contaron sobre lo que sucedió. Lamentablemente, para él, todo el mundo estaba en su contra, puesto que a las únicas personas a las que podía hablarle con toda la verdad posible, incluyendo sus propios comentarios, estaban completamente ocupados, y no podían reunirse por sus clases. Por esa razón, estaba corriendo por los pasillos de su escuela, esperando que Jun volviera a olvidarse su lápiz en la cancha de fútbol.
—¡Jun! —gritó en cuanto divisó al chico de cabello azul y corte irregular—. Tengo algo… Increíble que… espera un minuto, estoy cansado y debo recuperar el aire —aclaró mientras ponía su mano sobre el hombro de su amigo, para poder sostenerse y no caer al piso.
—Te ves horrible, bueno, siempre te ves despeinado, pero ahora se nota que no dormiste en toda la noche —comentó Jun, mientras sacaba uno de aquellos dulces picantes.
—Espera, tengo algo que contarte y realmente, moriré si no te lo cuento ahora mismo —exagero, mientras Jun sonreía emocionado.
Cuando llegó el final del mes, Itami no dudó en citar a cada uno de sus amigos, a la hora de la cena en un viejo restaurante de 24 horas, y así ponerse al día con todos ellos.
—Bueno, cuéntanos qué sucede —comentó Isamu, mientras tomaba asiento, ya que él fue quien perdió en piedra papel o tijera, y tuvo que ordenar por todos.
—Mi capitán, Pah-chin, fue arrestado por apuñalar a un tal Kiyomasa, que al parecer es comandante de Moebius —explico, viendo como todos los amigos miraban eso sorprendidos.
—Que feo —comentó Yasahiro, dejando de jugar con los cubiertos—. Pobre Peh-yan, debe estar muy triste por perder a su amigo.
—¿En serio? —preguntó Kenta—. Lo que debe preocuparte, es la pelea que se desató por ello.
—¿Tú sabías algo? Kenta —preguntó Jun, confundido.
—No, me enteré de una pelea interna que se desató en ToMan, no sabía cuál era la razón —explicó—. Todo se está volviendo un desastre.
—Yasa, ya que tú acosas al comandante, ¿Notaste algo raro? —preguntó Itami, y todos se fijaron en el mencionado.
El restaurante, como solía decirle Itami, realmente era solo una mitad del local, tenía una pequeña barrera nacida de las paredes, que servían para separar las mesas y los asientos. No eran muy altos, si uno no era curioso, simplemente podía ignorar a los demás comensales. Caso contrario, era Yamagishi, a quien le resultaba completamente estúpido ignorar a las demás mesas, por esa razón aquellas palabras dichas por el azabache de mechones rojos, llamaron su atención, pero no solamente a él, también a los demás amigos de Takemicchi, quienes salían de una reunión en la casa de Takemicchi.
—No acoso al comandante, únicamente vamos a la misma escuela —aclaró con la cara roja.
—Bueno, señor “voy a la misma escuela” —comentó burlón—. Cuenta el chisme, ¿Cómo los ves?
—Ya basta —comentó avergonzado—. Pero, el comandante y el subcomandante se veían bastante enojados.
—¿Cómo? Cuenta con detalles.
—En el receso, ambos se alejaron y en sus clases, parece que nada más intentaban molestarse mutuamente —explicó el castaño, mientras ponía su mentón en la mesa, ya que la comida estaba tardando—. Sin mencionar, que Mikey ya no se duerme en sus clases de matemáticas… ¿Qué? —preguntó al ver a Jun tapando su rostro para evitar reírse.
—Por suerte, eres un año menor, porque no me imagino que harías si tuvieras el mismo horario —aclaró Kenta con burla. Y justo en ese momento, llegó la comida, cuando los cuatro estallaron en risas, algunos disimulados, como Isamu y Kenta, y otros de forma escandalosa, como Jun e Itami.
—Ya dije que no lo acoso —se quejó el castaño mientras tapaba su rostro con sus manos y se deslizaba poco a poco, hasta llegar a ocultarse debajo de la mesa—. Tenemos horarios diferentes, y a veces paso por el salón de ellos, dejen de pensar esas cosas —exigió mientras buscaba, a ciegas, sus cubiertos.
—Solo tienes que dejar de acosarlo —aclaró Isamu, mientras lo ayudaba a levantarse y volver a su lugar.
El resto de la cena, que nada más eran simplemente unas hamburguesas con papas fritas, acompañados con agua, porque ninguno de ellos tenía mucha plata, fue entre burla y burla hacía el castaño. Y ese fue un buen momento para poder evitar, por un segundo, todas las preocupaciones.
—Seguro que no quieres que te lleve, Yasa? —insistió Isamu, mientras encendía su motocicleta.
—No te preocupes por mí, lleguen sanos y salvos a casa —pidió.
—¡Consigue una moto! —le gritó Itami, en el asiento trasero de la moto de Jun.
—¡Algún día!, Nos vemos —se despidió alzando la mano.
Mientras seguía su camino solitario, de pronto se distrajo viendo a una pequeña luciérnaga, de su boca no pudo evitar salir un “bichito de luz misterioso, debo seguirlo”, antes de empezar a perseguirlo. Así, fue como terminó sobre las ramas de un árbol, y justo pudo reconocer a alguien de ToMan, con otra persona, un chico alto y con un mechón rubio en el cabello.
El castaño, en sí, no se consideraba alguien muy afortunado, por eso, no se sorprendió al saber que se había resbalado, cayendo en medio de un grupo de tres chicos, que parecían estar cumpliendo el papel de vigilantes.
Editado: 22.11.2024