En una casa con la mayoría de las luces apagadas, un chico de cabello castaño estaba caminando de un lado a otro, mientras buscaba la manera de aguantarse las lágrimas.
Yasahiro estaba seguro de que iba a ser echado de ToMan, y eso le dolía mucho, pero literalmente, había atacado a su comandante y desde cualquier perspectiva, había defendido a alguien que no estaba del lado de su pandilla. Tenía en la cabeza, las ganas de escribir “traidor” en la frente.
De pronto, miro el uniforme negro de ToMan, que estaba colgado en un lugar visible, y sus ojos volvieron a aguarse, no podía evitar las ganas de llorar.
—¡Yasa, amigo querido! ¡Trajimos comida! —gritó Itami, mientras entraba, junto con los demás, a la casa.
—¿Todavía sigues sensible? — preguntó Kenta, al ver que estaba limpiando su nariz.
—Me van a echar de ToMan, soy un horrible, asqueroso y despreciable traidor —se quejó mientras sonaba de nuevo su nariz, mientras se sentaba en el piso, juntaba sus rodillas a su pecho y se acostaba en posición fetal.
—Oye, no es tu culpa, evitaste que el comandante matara a alguien —aclaró Jun, mientras caminaba hasta la cocina con las compras, para ponerlos en un plato—. ¡Takemicchi y tú, son héroes en esta historia!
—Pero, golpee al comandante en la cara, y luche para evitar que todo se saliera de control. Volví a arruinar todo, no merezco estar en ToMan —dijo mientras buscaba su pañuelo, para volver a sonar su nariz.
—Mira, no hiciste nada malo, y si la quinta división se decide por tratarte de traidor, todos se pueden ir bien a la mierda —aclaró Kenta—. Nadie hizo nada, así que nadie tiene derecho a decirte nada. Ahora levántate, que me estás dando pena.
—Pero traicione a ToMan, golpee en la cara al comandante, estoy más que muerto —aclaró, antes de sonar su nariz—. Aun así, quiero que ustedes me prometan algo.
—Primero, ven a sentarte, qué compramos tu comida favorita —dijo Jun, mientras traía la panera a la mesa. Una vez, Yasahiro tomó asiento en medio de Isamu y Kenta, volvió a hablar.
—Quiero que ustedes se queden en ToMan si me echan —comentó mientras se servía varios dumplings y un lomito árabe—. Sé que ustedes son felices ahí, así que no quiero que dejen de serlo solo por irse.
—Yasa, amigo —dijo Itami, hablando primero—. Claramente, la respuesta es no. Si tú te vas, yo igual.
—ToMan no sería lo mismo sin ti —aclaró Jun, con una sonrisa.
—Mucha cursilería, ahora come y calla —ordenó Kenta.
—Y será mejor, que comas tranquilo para no atragantarte con lo que diré —aclaró Isamu, mientras bloqueaba su teléfono—. Tenemos una nueva reunión, dentro de unos días.
...
Algunos días después, en una cafetería, todos los capitanes, algunos subcapitanes y los comandantes se reunieron. Mikey los había llamado después de su reunión con el subcapitán de la primera división.
—Entonces, ¿Por qué nos llamaste? —preguntó Draken sentando a su lado, pero antes de que Mikey hablara una voz los interrumpió.
—Maldita lluvia
—Y ahora, no puedo salir al recreo por la maldición que me pusieron, es todo muy triste.
—O, no quieres salir, para que no te encuentre al chico que acosas, Yasa —acusó Itami.
—Yo no acoso a nadie, ni al comandante, ya te dije que vamos a la misma escuela —comentó desganado y con un tono nervioso.
—¿Cómo sabías que hablaba del comandante? —preguntó Isamu.
—Solito te descubres, ves que eres tonto —dijo Jun, antes de reírse.
—Cambiando de tema —dijo Kenta, mientras se acercaba a su amigo con las órdenes de cada uno—. ¿Quién creen que eligieron para ser capitán de la primera división? —preguntó.
—No lo sé, solo espero que sea alguien buenito —comentó Itami.
—¿Qué opinas, Isamu? —preguntó Yasahiro, mientras tenía el mentón en la mesa.
—No tengo una idea clara, pero realmente espero que valga la pena, si no, ToMan se irá al carajo —aclaró—. Pero, dejen de hablar estupideces, solamente coman que se enfría la comida.
Esa conversación llamó poderosamente la atención de Mikey, quien decidió dejar la sorpresa para la reunión. Ignorando las preguntas de sus amigos y Kisaki, decidió ordenar otro postre, y desviar la conversación.
...
Durante el camino solitario a casa, Yasahiro se encontró sorpresivamente con Chifuyu y Takemicchi, ambos rubios habían decidido hablar con el castaño sobre lo que sucedía porque al final, él había hecho lo impensable para evitar una tragedia.
—Hola, Yasahiro —saludo Chifuyu con una sonrisa
—Buenas noches, subcapitán y Takemicchi —saludó el castaño intentando no sonar desganado.
—Estuve discutiendo con Takemicchi, y ambos llegamos a la conclusión de compartir algo contigo, pero es un secreto, así que pocos lo saben —explicó, mientras guiaba al castaño hasta un patio de juegos, en específico, a los columpios—. Siéntate, que esto es un poco largo.
Editado: 22.11.2024