La ansiedad estaba comiendo vivo a Yasahiro, puesto que no sabía que podría ocurrir; podía ver las miradas, curiosas y enojadas, de muchos de sus compañeros, que al fin y al cabo, les sorprendía el valor que tenía para asistir vistiendo el uniforme.
Durante la reunión, Kenta miraba con cierto desagrado a Kisaki, mientras estaba siendo elogiado por el comandante. Intentaba no demostrarlo demasiado, puesto que la quinta división, seguro estaba al acecho, buscando algún traidor. No quería meterse en problemas con su división, más de lo que ya estaba; pero el entorno no le parecía favorable, todo parecía estar en su contra.
Itami, por su lugar, quiso soltar un fuerte suspiro de alivio, cuando nombraron a Takemicchi, capitán de la primera división; pero se reprimió por las dudas, estar en contra de su propio capitán era complicado, y más cuando estaba rodeado de perros de Kisaki, que no dudaban en controlar a los demás.
Jun, tenía una mezcla de sentimientos, pero sabía disimularlos, puesto que su capitán era el más indescifrable de todos, Smiley; el primero, era preocupación por Kenta e Itami, ya que, ambos eran propenso a decir cosas inapropiadas cuando se dejaban llevar por los sentimientos, a diferencia de él, que solo lo hacía, junto al azabache de mechones rojos, cuando estaba lejos de la pandilla, y al estar rodeado de gente que Kisaki traía, les resultaba más complicados expresarse, sin parecer un traidor. Por otro lado, estaba aliviado de que Takemicchi sea capitán de Yasahiro, puesto no sabía que hubiera pasado si uno de los perros de Kisaki hubieran conseguido aquel puesto.
De los cinco amigos, Isamu era el menos expresivo, puesto que no se había mencionado nada de Yasahiro, ni de la situación que tuvo con el comandante. Cuando terminó la reunión, no tardó en abrirse camino entre los miembros, para encontrarse con su amigo, quien estaba limpiándose las lágrimas.
Lejos de aquellos amigos que poco a poco se estaba reunión. Takemicchi, quiso acercarse a Yasahiro, pero no pudo, porque lo había llamado atrás del templo Musashi, para una reunión.
—Bien, ¿Para qué nos llamaste, Kisaki? —preguntó Mikey, serio viendo al de lentes.
—Necesitamos hablar del chico de la primera división que atacó al comandante —esas palabras, pusieron en alerta al rubio de ojos azules—. No podemos seguir evitando el tema.
—Tiene razón, Mikey —aclaró Mitsuya—. Él, al fin y al cabo, si te ataco.
—Alguien que ataca a su comandante tan fácilmente, no puede ser confiable para estar en ToMan. Quien sabe que puede hacer —dijo y Mikey se quedó pensando.
—La quinta división puede investigar —comentó Draken.
—Ese chico, ¿No es el mismo chico que participó en un evento donde ToMan se vio involucrada? —preguntó Kisaki, mirando al capitán de la quinta división, quien solo asintió—. Creí que no podía guardarse secretos en ToMan.
—Basta —dijo el comandante, callando a todos—. Mucho, moviliza a la quinta división.
—¿Qué planeas hacer? Mikey —preguntó Takemicchi nervioso, pero el rubio únicamente se mantuvo serio.
—Todavía no lo sé.
—Sugiero que debemos expulsarlo de la pandilla —dijo Kisaki serio.
—Lo pensaré —contestó serio Mikey—. Pero, ya es tarde, vayan a casa.
...
Takemicchi se sentía devastado, no había podido decir una sola palabra en defensa del castaño, se había sentido intimidado y ahora, podrían echar al castaño de la pandilla, y realmente eso le preocupaba mucho, ya que ese chico, extraño y todo, era también uno de sus amigos.
—Take, Take, ¡Takemicchi! —gritó el castaño, mientras tomaba por sorpresa al rubio, antes de abrazarlo por los hombros—. Felicidades por tu nuevo puesto, tienes tomo mi apoyo, así que toma esto —dijo mientras le daba una bolsa traslúcida de color verde claro, atado con un listón amarillo y con siete caramelos masticable de banana—. Regalo por todas tus victorias, me enorgullece saber que serás mi capitán, así que cuenta conmigo para ayudarte, no soy muy bueno relacionándome con gente o entendiéndolas, pero sé pelear, así que no lo dudes.
Aunque Yasahiro, no lo sabía, todo el gesto había conmovido al rubio, tanto así que había logrado hacerlo llorar. Para el rubio, ese chico castaño era alguien bueno que está siendo difamado de la forma más injusta, y eso le dolía terriblemente. Pero lo que le hacía sufrir, era su propia cobardía.
—¿Estás bien? ¿No te gustan los dulces? —preguntó preocupado el castaño—. Por favor, no llores.
—Estoy bien, es solo que… —realmente no sabía qué decirle. Aunque realmente no importaba, Yasahiro merecía saber que él era un cobarde, que no pudo decir una sola palabra para ayudarlo, ni siquiera sabía cómo hacerlo.
—¿Quieres un abrazo de esos que alejan demonios? —preguntó alejándose unos pasos, para poder extender sus brazos. Para cualquiera, la propuesta era muy extraña, pero el rubio no dudó en aceptar el gesto, y para sorpresa suya, eso lo relajo, pero también lo llenó de una misteriosa determinación.
—Yo te voy a proteger, Yasa —aseguró provocando una risa en el más bajo.
—Que tonto, si soy yo el que te protege —comentó con una sonrisa, mientras se separaba—. Bueno, tengo que ir a casa, pero espero que te hayas calmado, ten buena noche, capitán.
Editado: 22.11.2024