—¡El camino de los muertos está abierto! —esa frase había gritado alguien que logró detener los movimientos de todos gracias al miedo que provocó con aquellas palabras.
Unas horas antes, Takemicchi estaba con sus amigos cuando una manada de personas con el mismo uniforme rojo apareció, desde un principio empezaron a atacar. Pero no eran únicamente ellos, muchos capitanes se encontraban en una sorpresiva pelea con varios miembros de aquella pandilla, que reclamaba su nombre cada vez que podía, y ese nombre era Tenjiku.
En uno de sus escapes, Takemicchi había chocado con Yasahiro, quien estaba completamente descontextualizado de aquella situación, y no entendía nada de lo que sucedía.
—Yasa, tenemos que irnos —pidió el rubio mientras tenía a sus demás, y veían con horror cómo un grupo grande se acercaba a ellos.
—Capitán —llamó el más bajo—. ¿Usted sabe algo de mis amigos? —preguntó mientras guardaba su teléfono en el único bolsillo de su pantalón que tenía cierre.
—¿Qué dices? Estamos siendo atacados —dijo preocupado uno de los amigos de Takemicchi, pero el rubio decidió contestar más tranquilo, a pesar de sus nervios.
—No, lo siento, Yasa —se disculpó.
—Lo entiendo —contestó sin moverse de su lugar—. Váyase, capi. Yo me encargo de ellos.
—Estás loco, ellos…
—¡Capitán! Estoy muy enojado, por favor, no quiero que me vea cuando estoy así —esa fueron las únicas palabras que dejó para convencer al rubio de irse con sus amigos.
—Parece que te abandona… —pero aquel chico no pudo seguir hablando, debido a un fuerte golpe en su estómago que logró tirarlo al piso.
—Bueno, ¿Quién va a morir primero? —preguntó el castaño mientras sonaba sus dedos.
Muchos miembros de Tenjiku no lo conocían, Yasahiro rápidamente se dio cuenta de ello. La pelea era injusto y desigual, aun así el castaño había tenido una gran ventaja, todos esos chicos caían desmayados fácilmente, no tenía una buena resistencia, simplemente eran muchas personas.
Era un grupo de treinta personas, las que se encontraba desmayada y algunos ensangrentados. Yasahiro tomo al único que intentó levantarse, y aunque este pidió piedad, el castaño no dudo en tomar su brazo y, mientras lo miraba a los ojos, le rompió la muñeca.
—Tú si me reconoces ¿Verdad? —preguntó y el chico en su desesperación solo asintió, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas por dolor—. Solamente quiero que digas una cosa, pero imagino que ya deberías saber a lo que me refiero. Adiós.
El chico quedó de rodillas, aun viendo su muñeca rota, con los ojos completamente desorbitados, de todas las personas él tuvo la mala suerte de encontrarse cara a cara con la peor persona. Estaba muy herido, pero aun así, se levantó con las piernas temblando, con dificultad camino, ignorando el agudo dolor en su cabeza, y la sangre que caía de ella; debido a que Tenjiku era una pandilla con muchos miembros, no tardó en encontrarse con otro grupo de su pandilla. Fue sostenido por sus compañeros, y con la voz temblorosa, y los ojos totalmente idos, habló.
—E-el ca-camino de lo-los mu-muertos está a-abierto —dijo nervioso antes de empezar a temblar
—¿Qué mierda quieres decir?
— ¡El camino de los muertos está abierto! ¡El camino de los muertos está abierto! —empezó a gritar una y otra vez, antes de caer completamente desmayado.
Esas palabras confundieron a Kisaki y Hanma, pero al ver que varios chicos se asustaron de aquellas palabras, le dijo en claro algo, de quien que estuvieran hablando, era alguien que debían reclutar lo antes posible.
—Tenemos que encontrar a Yasa —dijo Isamu antes de escupir aquella sangre que se juntaba en su boca, mientras le rompía la nariz a un chico, y soltaba el cuerpo que caía exhausto.
—Seguramente se habrá vuelto loco —contestó Kenta mientras agitaba su puño como una forma de disipar el dolor, puesto que había golpeado a algunas personas en la cara ininterrumpidamente.
—¡Cuidado! —gritó, pero ese aviso no pudo evitar ese golpe que recibió aquel chico de cabello blanco, en el cuello, con aquel tubo de acero.
La pelea rápidamente se volvió sangrienta. Isamu sintió el sabor de su propia sangre, mientras recibía otro golpe en su estómago, que logró desequilibrar y hacerlo caer al piso.
Su vista no se enfocó ni en las sonrisas siniestras de sus contrincantes, tampoco del pie que se coloca en su pecho para ejercer presión para romper sus huesos, mucho menos cuando lo patearon en las costillas; nada de eso importaba, solo tenía la mente en blanco, mientras sus ojos se concentraban en aquel charco de sangre que iba creciendo, cuyo inicio estaba en la cabeza de Kenta, mientras aún patean su cuerpo inconsciente, sin piedad.
Lejos de aquella desolada escena, Jun tomaba el brazo izquierdo de Itami y lo pasaba por su hombro, para poder mantenerlo en pie, mientras estaba quitándose la sangre de su nariz, con su mano derecha. El chico de mechas rojas, únicamente soltó una risa, contagiando a su amigo, quien empezó a sonreír mientras veía como otro grupo, con el uniforme rojo de Tenjiku, se acercaban a ellos.
—Esto sería más sencillo con todos los demás —dijo Itami, mientras se incorporaba para la siguiente pelea.
Editado: 22.11.2024