La gente seguía mirándolo, como si llevara un enorme cartel en la espalda que tenía escrito todos sus títulos. La quinta división, en donde estaba Kenta, conocía al chico que acompañaba a Inui, y los cincuenta miembros que habían recurrido a ToMan gracias a Pah-chin, sabían que había elegido bien. Y todo eso, le hizo reír.
—¿Qué pasa con todos? Se ven tensos —murmuró Senju confundida.
—Yo lo arreglo, capitana —dijo el de cabello albino mientras se levantaba—. Yasa, puedes ir a comprar bebidas, por favor —pidió y el castaño sonrió y asintió, una vez se había ido, los murmullos cesaron y el ambiente dejó de ser tenso.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó confundido Smiley.
—Que cobardes son —dijo Jun, antes de empezar a reírse.
—¿A qué te refieres? —preguntó Angry preocupado.
—Bueno, no importa cómo lo mires, subcapitán, todos aquí prefieren pelear contra “El intocable monstruo” que es Mikey, a pelear con “La Bestia de Rokuhara Tandai” —dijo antes de volver a reírse.
—¿Qué? —preguntó Pah-chin completamente sorprendido.
—Sabía que era él —dijo Senju, mientras recordaba aquella fatal pelea en la que había visto al chico con la máscara rota—. Pero, aun así me parece extraño, se ve completamente diferente.
—Es normal esos cambios extraños de actitud que tiene —explicó Jun—. Hace unos años, nosotros pertenecíamos a un viejo y reducido intento de pandilla. Muchas de estas personas antes eran subordinados de Yasa.
—Pero nadie tiene permitido hablar de ello —aclaró divertido Itami, mientras se estiraba.
Todos los miembros de la segunda generación de ToMan, se habían reunido por segunda vez, puesto que habían obtenido la fecha y el lugar para la gran pelea contra la Kanto Manji. Y Takemicchi los había reunido para darles ánimos. A pesar de las inseguridades, todos vitorearon y gritaron animados por aquellas palabras, y luego empezaron a convivir entre ellos, en medio de todo una conversación llamó la atención de los capitanes.
—Ganaremos —dijo un chico a su amigo cercano, quien estaba algo nervioso por el evento—, tenemos a la bestia, y a esos chicos los locos seguidores, sin mencionar a casi toda la ToMan original. Es imposible perder.
—Me encanta cuando tienes esos ánimos —dijo Smiley. Pero Hakkai no pudo evitar mirar al rubio alto de ojos verdes que hablaba algo alejado con Itami.
—ToMan ya tiene una reputación —dijo Mitsuya con una media sonrisa—, pero no hemos hecho nada todavía.
—Es porque ustedes están locos —dijo una voz ajena al grupo, que llenó de lágrimas a más de uno.
Frente a ellos, Ryuguji Ken, estaba parado con una media sonrisa. Todos se movieron rápido para abrazarlo con mucha desesperación, creyendo que en cualquier momento podría desaparecer. Pero era real, cuando rodearon su cuerpo en un abrazo sentimental, y todos pudieron sentir el calor que desprendía… Todo era real.
—Estás vivo —dijo Takemicchi mientras se limpiaba las lágrimas.
—¿Quién les dijo lo contrario? —preguntó el rubio alto confundido.
—Yo lo hice —dijo otra voz, llamando la atención. Yasahiro pudo sentir la mirada herida y llena de enojo de todos los demás.
—¡¿Por qué no nos dijiste nada?! —preguntó Mitsuya encarando al castaño, pero él solo lo miró sin dejarse llevar por los sentimientos.
—Porque si no lo hacía, la gente iba a ir a terminar el trabajo, y está vez si se iba a morir —aclaró serio—. Lamento no haberles dicho, pero no quería arriesgarme a que se filtrara la información.
—¿Por qué lo hiciste tú? —preguntó Inui confundido.
—Porque si yo lo ordeno, nadie puede desobedecerme —aclaró sin mirarlo. Esas palabras, si dejaron una leve sorpresa a todos, sumando al hecho de todas las cosas que habían comentado, realmente les daba algo de curiosidad el pasado de aquellos chicos.
Yasa se acercó a sus amigos ofreciéndoles algunas bebidas, ya que ellos le habían pedido, mientras invitaban al castaño a sentarse con ellos para poder presenciar aquella hermosa vista. No todos los días un muerto revive, y todos tenían ese semblante lloroso y alegre que honestamente le resultaba como una luz al final del túnel.
—Se ven tan amigables, que me siento cálido —dijo Kenta abriendo aquella lata con jugo de frutas.
—Es como ver algo muy tierno, y genial a la vez —aportó Itami chocando su lata con el de Jun.
—¿Por qué apoyamos a Takemicchi? Recuérdenmelo —pidió Jun de forma cómica.
—Porque él no podrá hacer las cosas solo —aclaró Yasahiro mientras chocaba su lata con la de Isamu.
—Nada más asegurémonos de no enloquecer —dijo en burla Itami, mientras tomaba un gran trago de su bebida—. Todo esto terminará en un gran desastre.
—Amen por el desastre —siguió Jun, mientras todos levantaban sus latas diciendo amén.
—Tengan cuidado, chicos —dijo Isamu—. No hay que llamar la atención. Más de lo que ya lo hicimos.
Yasahiro asintió en silencio, mientras miraba la sonrisa de Takemicchi, y se mentaliza el objetivo que debía proteger. Pero, alguien estaba inseguro de la pelea, y aunque todos lo veían tranquilo, sus cuatro amigos intentaban tener la delicadeza de no molestarlo con el asunto, puesto que le resultaba importante cuidar esa pequeña “debilidad” que tenía uno de ellos. Por esa razón, Itami estaba tan agradecido por los amigos que le había tocado; durante su camino no pudo evitar dirigir su mirada a esa vieja cinta de color rosa pálido con los dibujos de grandes flores que tenía atado en la muñeca. Aún recordaba cuando se lo habían regalado, fue en uno de esos festivales, fue en su primera cita, con el chico que tanto le gustaba. Mientras caminaba a comprar un poco de leche, se encontró un ligero mechón de cabello con un peculiar color rosado del mismo tono que el de su cinta, que le llamó la atención. Y entonces, un quejido lo sobresaltó.
Editado: 27.12.2024