El Monstruo y la Bestia

Capítulo 39

Después de aquel grito, que logró desahogar todos sus miedos, Takemicchi se encontró con Yasahiro, quien se veía pensativo y serio. El castaño, solía caminar por Japón cuando se ponía inseguro sobre sus habilidades, y veía algo que le resultaba difícil de soportar, sin mencionar aquellas pesadillas que tenía con esos cuatro chicos, que seguramente ya había matado. Mientras miraba el pasto de aquel pequeño lugar, no se había percatado de la presencia del castaño.

—¿Yasa? —preguntó el rubio, y los ojos castaños se levantaron del suelo para poder ver a quien lo llamó—. ¿Estás bien?

—No estoy seguro de cómo me siento exactamente —aclaró, intentando hacer una sonrisa que simplemente terminó como una mueca—. La pelea es mañana y siento miedo, aunque no estoy seguro.

—Está bien —contestó el rubio, mientras se sentaba a su lado—. Ella es Hinata Tachibana, creo que nunca los presente.

—Un gusto conocerla señorita, mi nombre es Yasahiro, pero puede decirme Yasa —dijo haciendo una pequeña reverencia, provocando un sonrojo en Hina, quien no estaba acostumbrada a ese nivel de respeto.

Los tres chicos pasaron aquella tarde juntos, hasta que Hina tuvo que retirarse a su casa, dejando al castaño y al rubio solos, en un silencio abismal.

—Takemicchi —llamo sobresaltado al mencionado—. Quiero enseñarte algo, sígueme.

Para el rubio de ojos azules, encontrarse en la playa de noche, con ese castaño a su lado, caminando descalzo, sintiendo el agua fría y la arena en sus pies, le resultaba completamente irreal. Yasahiro por su parte, se sentía extrañado, pues nunca se imaginó que rubio sería su quinta persona. Para sorpresa de Takemicchi, su compañero se detuvo, seguido de un suave suspiro, sus ojos se fijaron alrededor, y al percatarse de que ambos estaban completamente solos, decidió hablar.

—Creo que aquí es un buen lugar —dijo con aquella típica voz risueña y alegre—. Nunca pensé decir esto, pero comandante eres una persona importante para mí, y por ello quiero estar en pausa para explicártelo, así que no te asustes por mi cambio de actitud —pidió, mientras su rostro se volvió serio y sus ojos se oscurecían levemente—. Mis padres murieron en un accidente de la misma manera en que murió Kisaki, ocurrió cuando tenía seis años, y lo recuerdo perfectamente, siempre suelen aparecer en mis sueños; una señora sin saber que hacer, mientras llevaban en aquellas camillas a mis padres, me regalo un vaso muy gracioso con un adorno muy peculiar. Pero, no quedé completamente por mi cuenta, mi tía me cuidaba, ella ganaba bien, así que cubría los gastos del hospital, y mantenía a mis padres conectados, a pesar de que ellos tenían muerte cerebral. Aun así, ella vivía apegada a ellos, y se había quedado ciega por el deseo de que ambos estén despiertos, aunque eso nunca iba a pasar, me quedé completamente solo, porque mi tía trabaja fuera del país. Me quede simplemente vacío, este es el lugar al que venía cuando me cansaba de llorar por mis desgracias —comentó con una pequeña risa sin gracia—. Ya no me importaba nada, y tampoco sentía nada, y debido a eso, me enfoqué en no morir, así que me uní a un gimnasio, para intentar establecer una rutina. Allí conocí a la persona más cercana a una figura paterna que tuve, pero seguía sin ser lo mismo, mi entrenador me ayudó a establecer una rutina a la que me apegue para poder escapar de mis sentimientos, y aunque sé que está mal, sigo haciéndolo hoy en día. Fue un día después de mi entrenamiento que conocí a Len —la mención de ese nombre dejó al rubio completamente sorprendido—, lo protegí de un grupo de chicos que lo estaban molestando. Podría decirse que fue mi primer amigo. Tenía ocho años, cuando lo deje entrar a mi vida, me lleno de sus metas y ambiciones, todo lo que él quería, yo igual; su objetivo era ser el más temido delincuente de Japón, y yo me apegue a él, porque creía que sus inmensos sueños podrían llenar aquel hueco en mi vida. Cuando formamos Shinsei, fue que conocí a las personas más importantes en mi vida. Ellos me siguieron a pesar del miedo que provocaba, jamás se opusieron a mis órdenes, así como yo nunca me opuse a Len. La razón por la que peleamos no te lo puedo decir con detalle, pero fue por una muy buena razón. Cuando me fui, estaba seguro de que nadie me seguiría, yo solo provocaba miedo contrario a Len, quien conseguía el respeto de todos, pero Kenta, Itami, Jun e Isamu, fueron los que me siguieron, y por ellos quise abandonar mi vieja forma de ser, y les prometí que jamás los lastimara en toda mi vida. Convivir con personas que te ayudan a reconocer lo bueno y lo malo era algo mágico para mí, ellos eran sin duda pilares cruciales para mí. Gracias a ellos, me sentí pleno, y gracias a ese pequeño alivio, tiempo después pude enamorarme. La razón por la que me enamoré de Manjiro, fue porque él me hizo tener ilusiones, creer que una nueva era para los delincuentes podía ser realidad. En mucho tiempo volví a sentir ganas de llorar, todos aquellos sentimientos que pensaba que había perdido volvieron y de una manera muy intensa, fue la primera vez que mi corazón latía por algo más que una simple funciona biológica. Allí empecé a admirar y luego me enamoré de él, pero todo lo que había hecho, la reputación que tenía en mi espalda, la sentí como un ancla que no me permitía avanzar —explico mientras se abrazaba a sí mismo por aquella pequeña ventisca de aire frío—. Así que, aprovechándome del miedo que provocaba, amenace a muerte a cualquiera que mencionara el nombre de esa pandilla, a mis amigos o mi pasado. Y así se hizo. Y ese mismo sentimiento cálido, resonó en mí el día en que te conocí a ti, y con el tiempo en que te conocí simplemente me confirmo. Lo que Manjiro vio en ti, yo también lo vi, y por eso quería contarte esto —aclaró girando su rostro para ver al rubio, quien estaba al borde de las lágrimas—. Oficialmente, eres la quinta persona que sabe la verdad sobre mí.



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En el texto hay: bl, pandillas, tokyorevengers

Editado: 17.01.2025

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