La llegada de Taiju fue una sorpresa para todos, menos para Mitsuya, quien le había invitado a la pandilla como capitán de la quinta división. Yasahiro, estaba cerca para poder escuchar aquellas palabras que lo llenaron de una desesperación que le resultaba casi inhumana.
—Comandante, ya que me he enfrentado contigo antes, así que puedo decir esto, si hay alguien que puede derrotar a Mikey, eres tú.
Mientras Taiju abría paso a Takemicchi, Yasahiro los seguía con esa inquietud, en un camino paralelo, oscuro y solitario, aún le costaba creer la idea de aquella pelea. Pero, Waka y Benkei interrumpieron el camino de Taiju, pues ambos sabían que no podían permitir que el capitán de la sexta división, llegara tan lejos y se acercara a su comandante.
—¡Taiju, nos alegra verte vivo, muchacho! —gritó Jun, siendo el vocero de los pensamientos de sus amigos, provocando que el mencionado solo gruñó enojado.
La pelea entre las fuerzas antiguas de Black Dragons y la de la fuerza de la décima generación de Black Dragons, era tan llamativa que nadie se había percatado de Yasahiro, acercándose y mucho menos de que Senju se había despertado. Y, aunque el dúo de leyendas se había preparado para utilizar aquel ataque brutal, Taiju ya no quería perder más el tiempo.
Yasahiro, tuvo que reprimir la risa que casi se le escapa, pues él conocía aquella acción, y por más que ambas leyendas lo intentaron, no lograron ganar, como lo había supuesto el castaño de cabello largo.
—¡Esto se acabó, dúo de leyendas! —y con ese potente grito, se dio por finalizada la pelea.
—Takemicchi —llamo Yasahiro serio, provocando un mal presentimiento en el rubio de ojos azules, y sin pena apuntó a un lugar—. Allí está.
El comandante de la segunda generación de Tokyo Manji, tenía muchas preguntas y la mirada perdida del castaño le provocaba cierta preocupación. Pero, sabía que no debía distraerse de su objetivo principal, Manjiro Sano.
El castaño caminó hasta sus amigos, quienes no se sorprendieron al verlo hecho un desastre de cortes, tierra, sangre. Aunque, quiso no verse afectado, sabía que no podía evitar lo inevitable.
—Es momento de ajustar cuentas, Itami, Kenta, vengan conmigo —ordenó—. Isamu, estás muy lastimado, descansa que lo necesitas. Jun, ven si quieres, aunque esto será agotador… Y también será el final —murmuró esto último, ciertamente decaído.
Aun así, todo se había descontrolado en menos de un minuto. Sanzu, se había encargado de quitar a Taiju de su camino, proporcionando un corte en diagonal en la extensión de su espalda. Itami, quiso meterse, pero Yasahiro lo detuvo, y con una señal, le indico que hiciera silencio.
—Takemicchi Hanagaki, dices que eres amigo de Mikey ¡Y aun así no tienes idea! ¡Del enorme peso que Mikey carga sobre sus hombros! —y esas palabras intimidaron al mencionado—. ¡Mikey no tuvo otra opción más que seguir el camino de la muerte y la violencia que el destino estableció para él desde que era un niño!
—Eres el único de Tokyo Manji que sigue en pie —aseguró Hanma acercándose al sitio de la pelea. Y, aunque Kenta quiso adelantarse, Yasahiro lo volvió a detener e hizo la misma señal, para que guardara silencio.
Entonces, la llegada de Chifuyu sorprendió a todos, a pesar de haber sido golpeado por Hanma por segunda vez, para alejarlo del campo de batalla, él estaba volviendo. En aquellos ojos verdes no veían la derrota, pues seguía impulsado por la determinación y motivación que su comandante le había proporcionado, y con todo el dolor de su cuerpo, se acercó y cubrió la espalda de su compañero y amigo.
—¡Cuidaré tu espalda, compañero! —gritó. Tal cual como en la pelea de Tokyo Manji contra Tenjiku cada miembro empezó a levantarse, y el grito junto con el coro de “Toman, Toman” se hacía cada vez más fuerte.
A pesar de todo, aquella imagen de esperanza se vio destruida ante los poderosos golpes que Manjiro Sano repartió indiscriminadamente, que hasta sus propios aliados sufrieron las consecuencias.
Esa fue la señal que Yasahiro entendió, para empezar a caminar, mientras que su comandante empezaba a levantarse, pues ya se había decidido; lamentablemente, Takemicchi no fue el único que se estaba levantando, pues Sanzu estaba decidido a darle fin a la vida de aquel que estaba estorbando.
—¡Tú, maldito mocoso, sigues sin entender nada, solo eres un estorbo, no voy a permitir que vuelvas a meterte en el camino de mi rey! —gritó Sanzu.
—Él mató a alguien, Sanzu. Deja de justificarlo —pidió una tercera voz.
—Yasa —murmuró Takemicchi sorprendido al verlo, pero más al ver su puño cubierto de sangre—. ¿Qué…?
—Lo siento, comandante. Pero Manjiro y yo tenemos cuentas que resolver, y para ello tengo que pelear con él —aseguro, pero Hanma se puso en su camino.
—Oye, si quieres acercarte al intocab… —pero Yasa ya lo había pateado lejos de su objetivo.
—No puedo matarte, porque le prometí a alguien que no lo haría. No tientes a tu suerte —pidió mientras caminaba directo a Mikey, pasando al lado de su comandante—. Tranquilo, Manjiro, yo me aseguraré de cambiar tu futuro aun cuando tengas que acabar contigo —aclaró mientras se ponía en guardia—. Procura intentar ganar esta vez.
Editado: 31.01.2025