El Monstruo y la Bestia

Capítulo 45

Después de él.

Parte 1

—Después de tanto —murmuró viendo su cabello. 

Fue esa mañana en que su mente despertó del trance, en el que había vivido por más de un año y medio. Sus ojos se fijaron en su cabello corto y de un suave tono anaranjado, su mano dudo un segundo, antes de tomar uno de esos mechones completamente naturales, si fuera el mismo de hace unos años, estaría desesperado buscando un tono oscuro de tinte de cabello. Y, mientras él se encontraba siendo consciente de sí mismo y los cambios, un ruidoso golpe se escuchó en la puerta. 

—Itami-nii, apurate —gritaron unas agudas voces. 

—Claro, ya voy —contestó mientras se lanzaba un poco de agua a la cara, para poder despertarse por completo, e ignorar aquellos pensamientos. 

No era su costumbre, bueno, había dejado de tenerla desde ese incidente, mirarse el rostro estaba prohibido. Ver aquella horrible marca, y desbloquear aquellos sentimientos que venían junto a esas imágenes tan vívidas, prefería olvidarlas lo antes posible. Le resultaba irónico, hace no mucho, estaría emocionado y aquellos tipos de recuerdos que quería mantener en su memoria para siempre, se le olvidarán, ahora, el caso era lo contrario, y su mente no paraba de recordarle todas esas cosas. 

Salió de aquella espiral de sentimientos reprimidos y con una sonrisa, tomó el maquillaje y se encargó de ponerse el parche de tela, para retener todo lo que se desbordaba en su propia mente. Y, antes de culminar su trabajo, su mente lo vuelve a traicionar, y una fugaz imagen vuelve a su memoria. 

—Por favor, vivan lo más normal posible. 

Y, aunque quiera emocionarse, reprime todo y abre aquella vieja puerta. Afuera, ve la razón por la que aquellas palabras están en su cabeza como un tatuaje. Frente a él una corta fila de seis niños de diferentes edades esperando su turno para ir al baño, con sus miradas somnolientas, se sobresaltaron al verlo salir. 

—¡Al fin sales! Nii-san —se quejó el primero de sus hermanitos más cercanos a él. 

Seis hermanos pequeños, sus hermanitos pequeños. Irremediablemente, su mente viaja a esos recuerdos ocultos en su cabeza, y los activan como si fueran engranajes de una maquinaria empezando a moverse lentamente. 

—¡Quiero que mis hermanos tengan una vida feliz!

Esa fue su respuesta, en aquel entonces ellos eran solo cuatro, y él tenía ocho o nueve años; aunque sabía a quién contestaba no recordaba sus palabras. 

Bajó a esa pequeña cocina, y se encontró con su principal ejemplo a seguir. Su hermana mayor, quien vestía su traje de enfermera y estaba tomando café, no dudó en prepararse uno. 

—¿Recuerdas cuándo odiabas el café? —preguntó en forma de saludo. 

—Sí, era todo un inconsciente —comentó con la misma sonrisa cansada. Ambos estaban agotados, pero nada los detenía, un espíritu de lucha y supervivencia era lo que normalmente los dominaba.

—¿Trabajarás hasta tarde? —preguntó Itami antes de dar el primer sorbo, y automáticamente, mostró una mueca por falta de azúcar. 

—Hoy no, mañana y el fin de semana , si —aseguró sin cambiar su mirada en una mancha en la mesa, en la que reposaban varios desayunos hechos. 

—No te esfuerces tanto, Nee-san —pidió Yuki, el tercer hermano mayor de la familia, mientras se acercaba.

—No digas estupideces, y ponte a desayunar, tienes que estar bien alimentado para hacer funcionar ese cerebro tuyo  —ordenó Isaki, terminando su café—. ¡Mocosos, apurense! —gritó y cinco niños bajaron para devorar todo el desayuno—. Itami ¿Hoy trabajas?

—Trabajo todos los días, Isaki. Así que volveré tarde —aseguró con una sonrisa—. Toma mi motocicleta si quieres, o sino la uso yo.  

Al final, Isaki se negó, e Itami buscó sus llaves para irse a la escuela. Era su último año, así que tenía que preocuparse por su futuro y sus estudios. Durante su camino rogó al cielo que no se detuviera su moto en cualquier lado, ya estaba vieja y la falta de uso la había atrofiado un poco. 

No supo en qué momento se quedó viendo el camino por el que anteriormente venía Jun, con su motocicleta. Hace un año que no lo veía, después de lo ocurrido, todos habían tomado distancia, no perdieron el contacto, pero si disminuyó considerablemente, hasta el punto en que apenas podían verse. El pelirrojo entendía la situación, todos estaban buscando una manera de sobrellevar las cosas que habían pasado. Sobre todo con Yasa. 

Cuando su mente volvió en sí, ya había sonado la campana de salida, y estaba llegando tarde a uno de sus trabajos. Era algo tonto y clishe, pero el trabaja en una cafeteria como cajero, era bueno para sus ingresos, pero no era suficiente. Por ello, tenía varios trabajos, no participaba de ningún club, ni de ninguna otra actividad, que sus estudios y sus trabajos, tenía al menos cuatro al día.

Así continuaba su vida, entre el trabajo y el estudio, había enterrado sus sentimientos y viviendo como un autómata, casi se sentía como un adulto. Y, entonces, en aquellos descansos, su mente viajaba al pasado, mucho antes de aquel suceso, incluso antes de las pandillas. 

Cuando era niño, creía que mi vida era un asco, estaba enojado y peleaba con mi hermana por cualquier cosa, hasta que la llegada de Amaya, la quinta hermana me destruyo la vida. Al menos, mi yo de nueve años, pensaba eso. 

Ese día nos habíamos dicho cosas horribles con mi hermana, y salí de casa. Tenía la idea de buscar un hogar sin hermanos, y me había metido en donde no debía. Era una pelea de verdad, o al menos en mi joven mente infantil eso era una pelea, aunque ahora, con la experiencia, diría que había sido una…

—Masacre. 

—¿Qué? —preguntó aquella señora de cabello canoso. 



#1647 en Fanfic
#5983 en Otros
#1092 en Acción

En el texto hay: bl, pandillas, tokyorevengers

Editado: 31.01.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.