Víctor llegó después arreglar la señal de una casa. Esta vez fue más difícil, pues la casa estaba en un pantano, un ogro gruñón había sido el que pidió el arreglo, no solo la actitud del ogro molestó a Víctor, el aroma del pantano era fétido y los insectos insoportables, se había caído al pantano en más de una ocasión y volvía a su camioneta lleno de lodo, con insectos alrededor, musgo en su cuerpo y empapado.
—Ay, que momento—dijo Víctor molesto—solo quiero llegar a casa y darme un baño caliente
Dijo mientras arrancaba, estaba muy molesto. Pero al llegar a su edificio, vió que la ventana de su apartamento estaba brillando y había música fuerte
—Ahora si está en problrmas esta gata—dijo muy molesto entrando al edificio.
Llegó frente a la puerta de su departamento y la abrió de golpe, todos los invitados dejaron de hacer lo que estaban haciendo al verlo, además de verlo sucio y apestoso, estaba muy enfadado.
—Hay no, ya llegó—dijo Lyra un poco preocupada, pues no sabía que llegaría antes
—Todos ustedes se me largan de mi departamento hasta que cuente hasta tres—dijo molesto y casi parecía estar gritando
Todos empezaron a correr, los monstruos con alas a volar, los que repteaban se fueron arrastrando y las masas gelatinosas también se arrastraron por el suelo.
Una vez el departamento estuvo vacío, solo quedaban Lyra y Víco, la criatura felina estaba preocupada y Vico molesto por la acción de la bestia.
—Mira Vico, yo—dijo sin encontrar las palabras adecuadas, pero el aroma nauseabundo de Vico le inundó los sentidos, no quería ser grosera así que solo se límito a aguantarse las naúseas y decir—no tengo las palabras adecuadas en este momento
Vico si estaba muy enojado pero sabia que algo le pasaba a Lyra
—¿Que ocurre?—y luego recordó su incidente en el pantano—no pasa nada, solo me caí en un pantano y ahora huelo horrible
—Espantoso—dijo ella—quiero arrancarme la nariz para no oler esto
—Mira me voy a dar una ducha rápida, cuando salga hablaremos—dijo Vico entrando a la ducha
Lyra se sentía culpable, el la había dejado vivir en su departamento a gratis, y ella lo arruinó. Así que para compensarlo empezó a recoger el desorden, limpiar el desastre que los invitados que ella misma trajo hicieron. Recogió los objetos en desorden, acomodó los muebles, las alfombras y cortinas. Esperaba que con eso, Vico la perdonara. Pero el remordimiento la mataba y tocó la puerta del baño
Vico ya había salido de ducharse y había metido su ropa a lavar, por suerte el día siguiente era su día libre. Pero mientras se hechaba desodorante oyó golpes en la puerta del baño y fue a abrir. Al abrirla Lyra entró sin mirarlo mientras hablaba, no se dió cuenta de que lo único que tenía puesto era una toalla alrededor de la cintura que parecía que se le iba a caer con la más mínima ráfaga de aire.
—Mira lo siento, arruiné tu confianza lo admito. No debí hacer eso, pero por favor, no me heches, no tengo a dónde ir—dijo Lyra un poco preocupada, se dió la vuelta y vió a Vico así—Oh Dios
—Eh, Lyra, no importa, te perdono, pero ¿me darías espacio por favor?—dijo Vico nervioso
—Eh? Ah si si, lo siento, yo me voy—dijo saliendo del baño y sentándose en el sofá, no podía sacarse la imagen de Vico sin camisa—¿Que diablos me pasa? ¿Porque no me lo puedo sacar de la cabeza?
Vico salió del baño, pero no le dirigió la mirada, solo se sentó en el sillón y encendió la televisión para ver su programa.
Lyra se sentó junto a Víctor, y luego lo miró con curiosidad, Víctor solo quería ver su programa, pero le incomodaba que la mujer lo viera así.
—Estoy viendo mi programa—dijo él
—Lo sé—respondió con una sonrisa—que estamos viendo?
—¿Estamos? Me suena a Manada—dijo molesto
—Hoy, en la extraña Naturaleza Humana, Relaciones Poliamorosas—dijo el presentador
—¿Te gusta este programa?—se rió de él—solo es para mostrar porque los monstruos son superiores a los humanos
Pero la cara de Vico la hizo callar y mejor fue a otra parte.
En ese momento, Lira salió de la cocina con una camiseta vieja que probablemente no era suya (muy ancha, casi un vestido) y un plato en las manos.
—¡Ah, justo a tiempo! —dijo sonriente—. Probé cocinarte algo como agradecimiento por no echarme a la calle luego de lo que hice
El olor quemado que emanaba del plato hizo que Vico arquease una ceja.
—¿Eso… está vivo todavía? —preguntó señalando lo que parecía un intento de lasaña que se movía ligeramente.
Lira puso los ojos en blanco.
—Ja, ja. No sabes apreciar el esfuerzo.— Colocó el plato frente a él, pero al ver que Vico no reaccionaba, se cruzó de brazos y lo observó de cerca.
—Oye… ¿qué te pasa? Tienes esa cara de “me quiero arrancar los tornillos” otra vez.
—Nada. —respondió él, seco.
—¡Mentira! —replicó Lira, sentándose a su lado con descaro—.
Vico gruñó, incómodo.
—No es asunto tuyo.
Lira sonrió burlonamente
—¿Que Sucede? Te pongo nervioso?
Él apartó la mirada, visiblemente incómodo, y se concentró en su bebida.
—¿Estás enamorado de mí?—dijo en broma intentando sacarlo de quicio
—Ya te lo dije, esto es temporal. No pienses otra cosa.
Lira se inclinó un poco más cerca, casi rozándole el hombro con su cola felina jugueteando detrás de él.
—Tranqui, grandote. Yo tampoco quiero nada serio… aunque… debo admitir que la idea de que seas mi Frankenstein casero tiene su encanto.
Vico se tensó tanto que la mesa crujió bajo sus manos.
—… Buenas noches. —murmuró levantándose bruscamente para irse a su cuarto.
Lira lo vio irse con una sonrisa traviesa en los labios.
—Qué fácil es sacarte de quicio… —susurró para sí misma, mientras probaba su propia lasaña mutante y se atragantaba al instante—. Ok, sí, esto sí está horrible.
Vico se acostó en su cuarto y llamó a Karnaval. El payaso estaba en un camper en un parque de diversiones abandonado donde él y varios payasos hacían lo que querían , en eso recibió una llamada, tras sacarse una soga de pañuelos de colores logró tener su teléfono.