El monstruo y la bestia

Preparativos

La mañana siguiente, el apartamento estaba en silencio, salvo por el zumbido del refrigerador y el chasquido del soldador de Vico, quién trabajaba arduamente, se mostraba tranquilo y concentrado.

Lira entró con cuidado al taller improvisado, aún usando su pijama verde con estampados de fantasmas y con una taza de café en la mano, observando cómo él reparaba uno de sus generadores de energía.

—¿Ya lo pensaste? —preguntó con voz suave, casi temerosa mientras bebía un sorbo de café.

Vico paró de trabajar un momento y le respondió sin voltear a mirarla.

—Si—dijo para ponerse a trabajar de nuevo.

—¿Y…? —cambió su pocición hasta pinerse derecha, sus orejas se quedaron paradas y su cola se movía de forma esperanzada.

—Ay, por todos los relámpagos… —suspiró, apagando su herramienta dejándola en una mesa cercana, retirándose la máscara de soldar y mirándola de frente—. Está bien. Te ayudaré.

Lira se sorprendió mucho y casi suelta la taza con el café caliente.

—¿En serio? ¿De verdad?—dijo completamente emocionada.

—Sí, pero con condiciones. —su tono era tan serio que Lira se enderezó automáticamente.—Primero: no exageres. Recuerda que es una farsa, así que Nada de caricias fingidas, ni besos, ni cursilerías innecesarias. Segundo: no me obligues a sonreír. Tercero: nadie, nadie, debe saber que esto es una farsa.

Lira asintió rápidamente. Estaba muy desesperada y ahora mismo necesitaba una solución rápida.

—Hecho. Lo juro por mis siete vidas.—dijo interrumpiendo a Vico

—Cuarto. —añadió, frunciendo aún más el ceño por la interrupción—. No volverás a mentir sobre mí, ni a inventar historias para tus amigas o tu familia.—dijo seriamente.

—¡Prometido! —respondió, aunque su sonrisa traviesa la traicionaba un poco, así que Vico no sabía si confiar en serio en ella o no.

Vico entrecerró llos ojos al notar ese detalle antes de proseguir.

—Y por último—dijo seriamente para ya terminar con mas condiciones—Me debes una grande.

Lira entrecerró los ojos, no pensó que Vico era de esos que piden favores a cambio de cumplirle favores a otros.

—Te deberé una ¿eh? ¿Que clase de "una" sería?—dijo ella.

—Ya lo decidiré en su momento—dijo Vico con seriedad.

—Eres más aterrador cuando haces tratos que cuando gruñes.—dijo ella con un leve escalofrío al pensar en que favor podría pedir Vico.

—Lo sé. —respondió en un tono seco, dándose la buelta para guardar sus herramientas—. Por eso funcionan.

Lira lo observó unos segundos en silencio, luego sonrió con ternura.

—Gracias, Vico. De verdad. No pensé que dirías que sí.

Él la miró de reojo, intentando disimular el leve rubor que se le escapó entre las costuras de la cara.

—Solo lo hago porque… me caería mal verte humillada delante de tu familia. Nada más.—dijo titubeando para poder excusar un motivo.

Lira sonrió más amplio, esa era una mentira que no la creería nadie y como dijo Morgana, Nadie el golem se cree cualquier estupidez.

—Claro, claro. Por pura compasión. —se burló, dándole un golpecito en el brazo.Él gruñó bajito, pero no la apartó.

—Empieza a prepararte. Me dijiste que la fiesta es en una semana, ¿no?—dijo Vico intentando cambiar el tema.

—Sí. Y tenemos que practicar cómo actuar como pareja.—dijo con una sonrisa traviesa.

Vico se dió la vuelta rápidamente y la miró con alarma.

—¿Practicar?—dijo aún más nervioso, eso no era parte del trato.

—¡Obvio! —rió ella divertida por su expresión—. No podemos simplemente llegar y parecer dos desconocidos. Tendrás que aprender a… no gruñir cuando te toquen. Y menos los miembros más pequeños de mi familia.

Él apretó los puños. Esta bestia sabía como sacarlo de quicio.

—Voy a arrepentirme de esto.—dijo un poco molesto ya que ella no le avisó nada de eso.

—Demasiado tarde, grandote. —canturreó Lira, dándole un guiño mientras salía del taller—. Ahora somos pareja oficial… por contrato.—tomó otro sorbo de su taza de café mientras salía de la habitación.

Vico se quedó en silencio, mirando el suelo.

—¿Qué demonios acabo de hacer? —murmuró para si mismo.

El salón principal del departamento estaba convertido en un improvisado escenario romántico. Había velas encendidas, pétalos de rosa esparcidos en el suelo, con globos rojos con dibujos de corazones en las paredes.

Lira había colocado un par de sillas frente a frente, una vela encendida sobre una mesa con un mantel blanco y hasta una música suave que sonaba desde su teléfono.

Vico, de brazos cruzados, observaba todo con cara de pocos amigos, todo esto le parecía hasta cierto punto, ridículo.

—¿Esto es en serio? —gruñó muy molesto, pues después de la práctica, debían limpiar el desastre causado.

—Totalmente —respondió Lira, ajustándose el cabello—. Si vas a fingir ser mi pareja, tienes que actuar como mi pareja. ¿Ves? Muy simple ¿No?

—Yo no actúo.—dijo molesto por toda la situación.

—Pues vas a aprender.—dijo intentando sonar firme, pero fracasando miserablemente.

Vico resopló, pero se sentó. La silla rechinó bajo su peso. Lira se sentó frente a él, apoyando los codos en la mesa y entrelazando los dedos.

—Primero, contacto visual —dijo ella—. No me mires como si fuera una amenaza.

Él obedeció… a su manera. La miró con tanta intensidad que ella parpadeó nerviosa.

—Bueno, tampoco como si me fueras a devorar —rió incómoda—. Intenta algo más… tierno.

Vico arqueó una ceja. Era la primera vez que le decían eso

—No tengo “modo tierno” programado.—dijo con un tono pragmático, era un hombre serio, de corazón frío.

—Pues imagina que soy alguien que te agrada mucho.—dijo intentando dar un ejemplo.

Él la observó en silencio unos segundos. Luego dijo con voz grave:

—Supongo que podrías no ser insoportable… a veces.—dijo esbozando una sonrisa leve, era una expresión auténtica.

Lira se tapó la boca para contener la risa. De cierta forma eso le causó gracia.




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