Mi madre lleva desaparecida desde el año pasado. Las pesquisas de la policía no arrojaron nada concluyente, no encontraron ni su cuerpo o algún posible paradero. A veces la extraño pero su voz repugnante y su codicia la hacían digna poseedora de mi odio. Recuerdo lo último que me dijo antes de irse, me suplicaba que no la arrojara por aquel acantilado. ¡A veces la extraño pero el odio me consume!