Abandono sus cadáveres colgando, otras veces, sencillamente sobre la fría baldosa. Esto, para advertir a otros intrusos cuál será su destino si osan entrar en mi hogar, como una especie de decoración yacen centenares. He pensado en perdonarle la vida, después de todo se necesita verdadera valentina para entrar después de ver aquello. Pero me es inevitable quitarles la vida una vez que los veo, siento aversión por esos bichos de múltiples patas.