El mundo de Gaia

SECRETOS

A la mañana siguiente, Keera se dijo así misma que iba a ignorar a Belial de aquí en adelante, haría lo que tuviera que hacer y en un año sería libre, eso sí no podía escapar antes.

Como todas las mañanas, Judith vino a asistirla al cambiarse, pero tal fue su sorpresa cuando, además de traer algunos vestidos, llegó también con varios pares de pantalones, remeras y botas.

Bueno, por lo menos Belial estaba cumpliendo con su parte del trato.

Judith no paró en ningún momento de bufar y quejarse, diciendo que no era adecuado que el tributo se vistiera de esa manera.

Por su parte, Keera no paró de decirle que se meta en sus malditos asuntos y que si volvía a decirle una vez más tributo, la mataría mientras dormía.

Judith no volvió a dirigirle la palabra por el resto del día.

Se sintió infinitamente mejor cuando salió caminando vestida de la forma en la que estaba. Con un pantalón y remera de mangas tres cuartos ajustadas al cuerpo y unas botas cubiertas de piel que le llegaban un poco por debajo de las rodillas.

Se dirigió como siempre, en compañía de los guardias hacía el comedor donde acostumbraba a desayunar. Otra vez se vió sorprendida al encontrar la mesa con más gente que la que estaba acostumbrada.

Titubeo solo un segundo, mientras que su mirada recorrió el lugar, había varias caras conocidas y cuando empezó a caminar a su lugar, a la derecha del alfa, enumero los nombres que recordaba.

Edwin y Archie eran rostros muy conocidos.

Iver, fue quien le pegó el día que lanzó el cuchillo en aquella cena, para ser más exactos, le lanzó un cuchillo a su hermana.

Alec, lo recordaba de la fiesta de Poyen.

Yvaine, quien dijo que era fea su primer día en Crena.

De las tres caras restantes no tenía idea.

—Buenos días Keera—. Murmuró el alfa ni bien tomó asiento y podía apostar a que sonreía.

Ella, sin perder los estribos, se obligó a devolverle el saludo sin siquiera mirarlo.

Diferente fue cuando levantó la vista y se encontró con los ojos verdes de Edwin, que sonriéndole le saludo con alegría:—Buenos días Edwin.

—Buenos días Keera...—. Respondió él con duda, para después agregar:—¿Te sientes bien hoy?

—Perfectamente—. Contestó sin borrar la sonrisa.

Sus ojos se encontraron unos segundos con los de Archie, pero decidieron que quedara en eso, una simple mirada para no levantar sospechas.

—Keera, me gustaría presentarte a alguien—. Hablo Belial, llamando su atención.

Keera se limitó a mirarlo con su peor cara, sin responder, esperando que dijera lo que sea que tuviera que decir.

—Él es Herve, será tu nuevo guardia, solo con el podrás salir del castillo—. Dijo señalándole con la cabeza a la persona que tenia al lado.

Sus ojos se encontraron con los de aquel muchacho, que eran de un color chocolate igual que su cabello. Parecía el más joven de la mesa después de Archie y sospecho un poco que el alfa le pusiera a alguien tan joven para que la vigilara.

—Hola Herve, soy Keera gusto en conocerte—. Y dicho aquello, estiró su mano para tomar la de Herve, que la tomó con cuidado, como si en cualquier momento Keera pudiera atacar.

Por las caras de Belial y Edwin supuso que había logrado lo que quería, a partir de ahora sería encantadora y educada con todos.

Con todos menos con el alfa.

Sabía que su actitud era de lo más infantil, pero no se le ocurría nada mejor para molestarlo ya que a partir de ahora se encontraba a su merced.

—Por lo menos no se lo dejaré tan fácil—. Se dijo así misma.

*

Belial sabía lo que Keera estaba haciendo y si quería cabrearlo, pues bien por ella por que lo había logrado.

La muchacha no paraba de hablar con todo el mundo, con todos menos con él, que lo ignoraba como si fuera nadie.

Le había sonreído a Edwin nada más sentarse cuando a él ni siquiera lo había mirado a los ojos, había saludado cordialmente a Herve, cuando Belial había supuesto que pondría el grito en el cielo a dejarla a cargo de alguien tan joven.

—Que iluso eres Belial—. Se reprendió así mismo.

Tal vez ayer se había pasado de la raya, pero no había forma en el mundo de que se retractara o disculpara con Keera.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la escucho hablar:

—Entonces, para tener las cosas claras... tu me odias ¿Por qué...?

Cuando clavó sus ojos en ella vio que miraba fijamente a Alec.

—Se que te hice algo, pero realmente no se que... ¿Tu fuiste quien cayó en la primer trampa? ¿Es por eso que estás enojado y me miras con cara rara?—. pregunto curiosa.

Si esperaba que Alec le responda, pues tendría para rato ya que rara vez hablaba.

—En realidad ese fui yo—. Contestó Herve, levantando la mano en una mueca de culpa.

Y en ese momento, Keera hizo algo que lo sorprendió y mucho...

—Oh, lo siento por eso, pero estaba escapando, sabes cómo son estas cosas...—. respondió ella de manera natural.

—Debo decir que me pareció increíble lo que hiciste en el bosque.

La mirada que le dedicó el alfa al muchacho no tenía siquiera descripción y Herve sabía que si las miradas mataran, la que le dedicó Belial lo hubiese reducido a polvo.

Keera, lejos de enterarse del cabreo que estaba sintiendo el alfa, sonrió de manera genuina y empujo a Herve con su hombro de manera casual, como si lo hubiesen hecho toda la vida y fueran amigos desde siempre.

—Eres realmente un iluso si pensaste que no se vengaría por lo de anoche Belial—. Volvió a decirse así mismo.

—Bueno...—. Se escuchó decir a Keera, volviendo su atención a Alec. —¿Entonces tu eres el del oso no es así? Lo siento por eso y por haberte llamado chucho e insinuar que tenías un trasero perezoso—. Dijo mientras se metía una cantidad insana de huevos en la boca antes de seguir hablando:—En mfi opiniónf ahora que te fveo en tu forma...—. Y mientras terminaba de tragar y lo señalaba con su tenedor haciéndolo girar en círculos, como si quisiera demostrar su punto continuo:—Humana ¿Es así como le dicen? ¿Forma humana? ¿Edwin?




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